NO, no me refiero al "calvario" que padecemos en la Semana Santa debido a la acumulación de turistas en los lugares en donde se realizan impresionantes ceremonias, propias del medioevo, me refiero a la esencia Novohispana de la celebración. En el entendido que ya en la Edad Media, esta fiesta, que fiesta no es, sino conmemoración, ya existía... sí a mi, en mis párvulos años me tocó vivir [padecer] el no hablar, el no comer, el no beber {fuera de lo necesario}... el no ver la TV, el no oír la radio... bien me puedo imaginar lo que era en el espléndido siglo XVIII novohispano, es decir, el mexicano.
Había dos grandes celebraciones a lo largo del año [aun no se concebía la fiesta de la Virgen de Guadalupe], era la Navidad y la Semana Santa, la una de gozo, la otra de penitencia.
De ahí que en todo pueblo, villa o ciudad novohispana, se ubicara un punto -especialmente si era un promontorio próximo a la población- en el cual se celebraría la Semana Santa que implicaba el rezo de un solemne rosario, mientras se ascendía al monte Calvario [cerro de la Calavera]. Hay registros que nos cuenta que en la Ciudad de México las fiestas del Jueves y Viernes Santo eran de tal liviandad, que el Calvario que había en aquella capital, fue mandado vigilar precisamente para controlar los escándalos que allí se daban pues, la solemnidad de la santa semana, se volvía en eso, en liviandad, es decir, en fiesta, baile, bebida y todo aquello que ocurre "afterwords".
Esa costumbre [o ley] que había en las poblaciones del virreinato, era que cada lugar debía tener un Calvario... el cual, siguiendo la tradición, debía estar en alto. El problema estuvo en el Bajío -dadas sus tierras totalmente planas- y fue fácil en las poblaciones próximas a lomas y colinas. Lo que hoy vemos es un lugar en donde había lomas: San Miguel el Grande.
Creo que el concepto novohispano {o virreinal, como gustes}, es el más claro y contundente: las quince estaciones que conformaban el recorrido para rezar el rosario y llegar a lo alto [al monte] para ahí caer de rodillas y recordar que ... a las 5 de la tarde de un Viernes, el Señor murió.
VIA CRUCIS PÚBLICO. Siglo XVIII (1777)
Como testimonio de la firma de un documento que puso fin a un sonado pleito entre los habitantes de la Villa se erigieron estas hornacinas, cuya primera estación estuvo frente a la Tercera Orden, en donde se rezaba cada viernes de Cuaresma en el siglo XIX y parte del siglo XX. Esta Vía Sacra estuvo en la calle de Atzcapozalco, hoy Benito Juárez, las siguientes en la calle de Mesones, seguían por Núñez, daban vuelta por San Francisco, para terminar en la capilla del Calvario. Se trataba de un Vía Crucis Público de catorce estaciones, que al correr de los años con las modificaciones de las fachadas de las casas, se destruyeron dos de las mismas. En 1995 se añadieron sin razón histórica dos, una en la calle del Correo y otra en la calle de Corregidora. Tienen como características ser todas iguales, de cantera café oscura, con sendas guardamalletas como ornamentación y rematadas por una cruz latina. En la antigüedad, en el fondo del nicho se encontraba una pintura representando la estación correspondiente, estaban protegidas por un marco de madera y cristal. Aún se ven los espacios inferiores en donde se fijaba dicho marco. (1)
Fuente:
López Espinoza, José Cordelio. La Villa de San Miguel el Grande y Ciudad de San Miguel de Allende. (s. xix-xx). Colección de Monografías Municipales del Bicentenario. Guanajuato, 2010
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