domingo, 16 de febrero de 2020

La desaparecida fiesta de San Felipe de Jesús en México

La que fuera una fiesta importante en la época virreinal quedó prácticamente en el olvido, por un lado debido a que el fasto que hubo una vez ya no existe más, o que las devociones si bien continúan, ya no las podemos comparar con lo que fueron o que se interpuso (¿o antepuso?) una celebración civil: el Aniversario de la Constitución. El 5 de febrero era día de guardar, pues se celebraba a San Felipe de Jesús, al que se le decía el “protomártir mexicano” y que luego se definió como “el primer santo mexicano”. Aquí un relato que hace García Cubas sobre lo que era esa fiesta:

   “Conocese la historia de San Felipe por haberla escrito varios insignes varones  entre los que se encuentra á Fr. Baltasar de Medina, circunstancia por la cual no me detendré en referirla, y sólo trataré de la festividad del ilustre santo mexicano que, en lo que concierne al culto exterior, ha desaparecido, y de referir uno que otro punto que pueda servir para ilustrar ó dilucidar aquélla.

   Que la población en que Felipe de Jesús vio la luz primera fue la Capital de la antes Nueva España, nadie lo duda ya; mas en lo que sí existen divergencias es respecto del lugar fijo de su nacimiento, según consta en las historias, pues en tanto que unas señalan la calle de su nombre ó la de San Felipe Neri, otras fijan las de Tiburcio ó las de San Juan, y ahora vengo á aumentar ese catálogo con un lugar más en la calle ele San Juan de Letrán; pero advierto que me presento bien autorizado con el siguiente documento:

   "ACTA DE CABILDO DE LUNES 21 DE ENERO DE 1636—LIBRO 30, ff. 106. En el Cabildo celebrado Lunes 21 de Enero de 1636, vidose el recado qe. trajeron los comisarios de la Sta. Iglesia Catedral qe. está en el Cabildo antecedente sobre la fiesta del glorioso San Felipe de Jesús, Patrón de esta Ciudad. y haviendose conferido sobre los tres puntos qe. en él se contiene, de conformidad se responda a la Sta. Iglesia estimando el empeño qe. hace en esta obra digna de su grandeza, y qe. en quanto a qe. la Ciudad asista en la Sta. Iglesia tiene prometido celebrar esta fiesta en su día en el Convto. de Sn. Franco, de qe. no puede presindir, y sin embargo se tratará con el dcho. convto. la transfieran, y asistirá esta Ciudad con mucho gusto, y habrá luminarias generales.—Y en quanto á la fundación de Parroquia qe. se pretende fundar en la casa donde nació el Sto. qe. es la qe. esta señalada en el colegio de Sn. Juan de Letran, el puesto es comodo, y en el medio de la filigresia, qe. esta señalada pa. qe. la Catedral advierta qe. el señalarse las Parroquias en Iglesias fundadas, es pr. no haber comodidad de edificarlas de nuebo, ni el patrimonio de S. M. está en estado de poderlo hacer, qe. si hubiera algunos devotos; qe. tan dignamte. y en obra tan santa quisieren gastar sus caudales esta Ciudad hará el empeño posible con S. E. pa. qe. tenga efecto lo qe. se pide.—Y en quanto al ultimo punto qe. se traiga el Cuerpo del Sto. del Japón, ó una reliquia suya, se juntará esta Ciudad con el Cabildo de la Sta. Iglesia pa. qe. en esta ocasion de Naos se escriba á los Cabildos Eclesiásticos y secular de Manila en orden a esta diligencia y qe. si fuere menester dineros se procuraran los posibles pa. este efecto; estimando obra tan de la grandeza de aquel Cabildo en servicio de ambas Magestades, y al recado y respuesta bayan los Sres. Dn. Andrés de Balmaceda, y Dn. Amo. de Monroy Figueroa, como comisarios.— Y asi mismo vayan a el convto. de Sn. Franco, y traten con el pe. Guardian, y religiosos transfieran la fiesta de esta Ciudad pa. el dia qe. les pareciere pr. qe. no se falte a la Catedral. Asi mismo se acuerda haya la víspera del Sto. luminarias generales y qe. el. Sor Corregidor las mande pregonar. Que se pongan luminarias en las Casas de Cabildos, y cohetes, y ruedas este dia, sin qe. se hayan de escusar las de la fiesta, y los Srs. Comisarios de fiestas libren la costa en el Mayordomo qe. cumpla los libramientos. Los Srs. Comisarios lo aceptaron y se les dio un papel con la respuesta pa, qe. le den al Cabildo"

  El día 5 de Febrero de 1629, á los 54 años del nacimiento de San Felipe de Jesús y á los 32 de su martirio, fue celebrada por primera vez en la Capital la función religiosa, establecida en su honor, con motivo de la beatificación hecha en Roma, por el Papa Urbano XIII en virtud de la bula expedida en 14 de Septiembre de 1627.

   Acerca de la festividad del Santo, he aquí el acta del Cabildo celebrado el 12 de Enero de 1629, foja 39:

   "Que el principal dia qe. es a cinco de Febrero de este año la Ciudad tome en sí el celebrar la fiesta de estos Stos. martyres especial al Sto. Fr. Felipe, pa. lo qe. los Comisarios de esta Ciudad con los qe. nombrare el Cabildo de la Sta. Iglesia, se junten con el pe. Guardian, y dispongan las Calles por donde hade venir la Procesión, las Casas se hande aderezar, y limpiar colgándolas con todo lucimiento, y qe. se pongan Altares en todas las bocas de las quadras, y artificios de fuego pr. cuenta de esta Ciudad; y en todas las azoteas muchas trompetas, y clarines, y en la Iglesia se ponga la cera necesaria, olores, y junsía pr. dicha cuenta con todo lucimiento—Que el dia en la tarde haya una mascara general qe. se publique. Y en la calle de Sn. Franco, haya carrera publica; y á la noche luminarias generales, y una mascara que salga de las Casas de este Cabildo, é con quince personas, qe. han de ser, el Sr. Corregidor, Alcaldes ordinarios, Alguacil mayor, Regidores, y Escribano mayor, sin exseptuar persona alguna los quales cada uno ha de elegir un compañero de fuera, y todos hande yr vestidos de baqueros de tafetán de España, y mantos de velillo, cubiertos de Caballo de lo mismo, guarneados de oropel, sombreros de lo mismo, hachas en las manos de cera de China, y dos de Campeche pa. los Lacayos, y aquella noche en estas Casas de Cabildo haya muchos fuegos y luminarias, y repique de las campanas, y el dia por la mañana los Caballeros Regidores salgan en forma de estas Casas con todo lucimiento y acompañamiento pr. S. E. si fuere, y no yendo ha de llevar la Ciudad Masas, delante de la mascara han de ir diez y ocho caballos encabrestados de atabales, y trompetas, y todo este gasto se ha de hacer pr. cuenta de Propios, pr. lo qual se señala los mil pesos qe. están en poder del Mayordomo de resto de los tres mil pesos qe. dió, qe. aunque se acordó se le bolviesen, y los vajase de la escriptura atento á que es precisa esta ocasion, se revoca el acuerdo en qe. Se mandó, y lo demás necesario se dé de cuenta de dichos Propios, del tercio qe. deben las Tiendas adelantado de este año, qe. esta retenido, y haviendo traidose la resolución de la consulta, se de Villete pa. qe. la Ciudad le vea, y euibie los Comisarios que han de executar estas ordenes de lo qual se dará noticia al convento, cuando venga la dcha. resolución, y en quanto á qe. se tenga por Patrón y Abogado de la Ciudad lo recibe pr. tal, y asentará con el convento las Capitulaciones qe. convengan pa. la celebración de su fiesta cada año.'"

  Ya puede imaginarse el curioso lector los grandes regocijos á que debieron entregarse los vecinos de la buena ciudad de México, al celebrar por primera vez la festividad establecida por las autoridades civil y religiosa, de común acuerdo, y cuán grande sería el de la madre del Santo, á la que se honró llevándola en la procesión á la derecha del Excelentísimo señor Virrey, el Marqués de Cerralvo, quien había señaládole, así como á sus dos hijos, una renta para su subsistencia. Poco duraron los goces de aquella bienaventurada madre, pues á los quince días de esta solemnidad, su alma voló á la mansión celeste para unirse á la de su ya glorificado hijo.

   Por interesante se da cabida en este artículo al presente grabado del siglo XVIII, que ofrece curiosos detalles de la festividad con que antiguamente se honraba á San Felipe de Jesús. La procesión sale de la Catedral por la puerta del poniente y recorriendo las calles del Empedradillo y Plateros se dirige al templo de San Francisco. Y ese la Catedral con cercado d. mampostería coronado de almenas, sin la torre occidental y sólo con el primer cuerpo de la Oriental, terminado desde 1655 y con la cúpula que diez años más tarde fue sustituida por la muy bella que hoy existe, debida al genio del insigne Tolsa. Adviértese en segundo término la capilla de los Talabarteros, construida en 1687 en el ángulo de las Escalerillas y el Empedradillo, y destruida en 1823 de orden del ayuntamiento.

   (Véase el plano aquí abajo). En el último término se descubre el templo de Santo Domingo. La estampa no puede referirse á la primera festividad celebrada en 1629,  porque la Capilla de los Talabarteros aun no existía, ni tampoco puede referirse á los años que siguieron al de 1791 porque en ese año ya se habían terminado las dos torres.

  La imagen de San Felipe, que era la misma que mandó hacer la madre para tributar al hijo los honores de la Santidad, se llevaba dé la casa de un bienhechor que la tenía en depósito durante el año, á la iglesia grande de San Francisco el día 4 de Febrero. 

  A las dos de la tarde rezaban vísperas los religiosos, y tan luego como se oía un repique en el templo de San Diego anunciando la salida de su comunidad, la de San Francisco ordenaba la procesión á toque de campana, de manera que cuando aquélla llegaba á la puerta del templo, se interpolaba con la primera y ambas se ponían en camino, sin cruz ni ministros, conduciendo la imagen a la Catedral en hombros de religiosos, quienes se remudaban de cuatro en cuatro, en cada bocacalle, Hasta el portal donde eran sustituidos por clérigos, y, ya en la Catedral, por los señores prebendados. Tan luego como la imagen se hallaba ya colocada en el Altar Mayor dábase principio á las vísperas.

  Al día siguiente ó sea de la festividad, los franciscanos y los dieguinos, después de la misa conventual, si dirigían á la Catedral á las ocho de la mañana, dándose principio luego á la procesión que en el interior del templo precedía á la solemne misa cuya oración sagrada estaba encomendada por turno anual, á un religioso franciscano y á otro dieguino. Terminada la función ambas comunidades, acompañadas del gremio de plateros, regresaban á San Francisco en solemne procesión conduciendo al Santo. El lujo que desplegaban los plateros en las calles de su nombre era extraordinario. En los altares que levantaban al frente de sus casas, lucían los grandes cortinajes de seda roja, recamados de oro, y se veían brillar al lado de los hermosos blandones, innumerables y variados objetos de plata, debido á su industria. Todas las casas, como era costumbre general en tales actos, se hallaban engalanadas con los más preciosos adornos.

   Sacábanse en la procesión diversos grupos de esculturas, alusivos á los diferentes sucesos de la vida del Santo: su nacimiento, su primera educación, sin faltar la tradicional higuera y la negrita, la toma de hábito, la profesión, el embarque en Acapulco, el naufragio y aparición en el cielo de una cruz como vaticinio del martirio, prisión de Felipe y de sus compañeros en Naghasaki puerto del Japón, su afrentoso castigo y por último, su muerte en la cruz en Naghasaki.

   Llegada la procesión á San Francisco, colocábase la imagen principal en su altar, en el presbiterio, donde permanecía hasta el domingo llamado de Cuerda en el que la Tercera Orden celebraba la función, después de la cual, la imagen era conducida á la casa del bienhechor, en la que se depositaba.

   Tal era antiguamente la festividad de San Felipe de Jesús que, en lo que concierne á la solemnidad y lujo de la procesión, mucho había decaído en los años anteriores á la Reforma". (1)


Fuente:

1.- García Cubas, Antonio. El libro de mis recuerdos. Imprenta de Arturo García Cubas. México, 1904. pp. 305-307

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