Suena curioso que, luego de oír durante varias décadas (yo vengo de esa generación), aquello de que en el Bajío no hubo asentamiento humano alguno y que eran tierra vacías (de gente) hasta la llegada de europeos en la tercera y cuarta década del siglo XVI y que ahora sabemos de una Cultura Bajío, que se remonta al periodo Clásico (300-650 dC). Eso nos ha hecho más que a re-pensar la historia a reescribirla.
Y así se hizo con el rescate de El Cóporo, en el actual municipio de Ocampo; Peralta en el municipio de Abasolo; Plazuelas en el de Pénjamo; Cañada de la Virgen en el de San Miguel de Allende y, más recientemente con el rescate del sitio Arroyo Seco en el municipio de Victoria.
Pero, siendo la riqueza histórica en esta parte de México tan grande, hay muchas tareas pendientes, como el sitio Los Edificios en Salamanca, o Tzché en Apaseo el Alto o El Cerro de los Remedios en Comonfort... y seguramente habrá más lugares como este que ahora vemos en las imágenes que "bajé" de un video que Cultura Guanajuato tiene en su portal y que nos muestra la zona conocida como Casas Viejas en el municipio de Atarjea, en la Sierra Gorda guanajuatense. Y, sobre el sitio, esto es lo único que pude encontrar que nos da algunas luces del lugar:
En las tierras que hoy corresponden al municipio de Atarjea, se desarrolló el asentamiento prehispánico conocido hoy como Casas Viejas. Contamos con varias referencias sobre el sitio arqueológico, que preferí incluir en este apartado para conocer de sus particularidades.
El ingeniero Izaguirre, en 1978, menciona que en el municipio existen varios coecillos. De ellos, hay testimonio anterior con fecha de 1961, producto de la visita de Joaquín Guerra y Aguilar con miras a dar fe de su existencia al Departamento de Monumentos Nacionales y Arqueología para que se realizara el rescate correspondiente y se difundiera la evidencia arqueológica del noreste del Estado de Guanajuato, cuyo relieve domina la Sierra Gorda. El relato menciona la existencia de varios coecillos en el Valle de Palomas, cuyas piedras blanqueaban en los barbechos y habían sido aprovechadas para cercas... y para edificar una capilla católica. Don Joaquín recibió un idolillo labrado en hueso. En el Carricillo, en plática con el cacique del poblado se enteró de que los cuicillos eran objeto de excavaciones y saqueo, de las que se obtuvo una figurilla de oro que poseía una persona de Atarjea. Guerra y Aguilar atribuye a los cuicillos el carácter de tumbas las cuales observó, desde la distancia, limitadas por extensas cercas de piedra negruzca.
En una explanada cubierta de maleza vio a los extremos dos pirámides, cuya altura calculó en unos treinta metros, conservadas sus paredes originales en algunos sitios, pero destruidas en otros, desparramado por las laderas de las estructuras, el material con que fueron construidas. Atestiguo que en corrales y edificaciones de la población tenían piedras de estas antiguas construcciones, y cercas por kilómetros de extensión. Distinguió espacios abiertos a manera de plazas con pequeñas y grandes yácatas, el otro nombre de los cuicillos. En la cima de la estructura de mayor altura que había, observó una excavación como de quince metros de largo y unos veinte de profundidad, por lo que determino que se trataba de un saqueo, y distinguió la bóveda perfectamente trazada, con sus materiales en simétrica disposición. De allí, le informaron, obtuvieron los lugareños grandes cantidades de piedra labrada, y al ver que no llegaban al fondo, abandonaron la destrucción.
En la práctica de campo, nos pareció que se trataba del sitio Casas Viejas, aún pudimos observar la plaza de forma rectangular de aproximadamente 50 m de largo y en sus extremos dos montículos, cuyos muros se conservan en secciones, dejando ver que fueron elaborados con piedras talladas de forma simétrica, dando la apariencia de bloques rectangulares cuyo tamaño se acerca a los 15 cm de ancho por el doble de largo. El color de estas piedras es blancuzco. Además, sobresalen entre el relieve liso de los muros angulados de las estructuras piedras de amarre, aprovechadas para colocar aplanado. En el extremo este del sitio se levanta el montículo mejor conservado, con todo y que muestra un pozo de saqueo de aproximadamente 1m cuadrado. Las dimensiones en la base son alrededor de los 7 m por 6 m, en su parte alta llega a los 5 m por 4 m de ancho; por lo que adquiere la forma de rectángulo, misma que se distingue en la pirámide del lado oeste, siendo esta la más destruida.
En dicho extremo, unos 20 m más al oeste se observan 2 cuicillos muy destruidos. En los lados sur y norte de la plaza central hay plataformas que cuentan con espacios hundidos, las plataformas muestran un estado de destrucción y extracción de piedras reutilizadas de forma inmoderada. Acción que se pudo cotejar al arribar al sitio ya que vimos un corral circular construido con piedra de la parte media del sitio, en lugar de ascenso ubicado en la ladera sur que es la más accesible, ya que la ladera norte es un voladero.
El sitio responde a un lugar de privilegio geográfico, desde esta elevación se observan 4 cañadas que permite visualizar la caminería natural de este a oeste y hacia el norte. Hay entre las rocas trabajadas algunas de basalto que rompen con la generalidad de las observadas en el sitio, además de otras que aunque obscuras dan tonalidades rojizas y verdes en su cubierta superior; tal vez sea por la existencia de mercurio que lo hay en la Sierra Gorda, o por oxidación al tener entre sus componentes elemento férreos.
Fuente:
Recorrido histórico por la Sierra Gorda. Ernesto Camarillo Ramírez. Comisión del Bicentenario, Guanajuato, 2010, pp. 69-70
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