domingo, 13 de septiembre de 2020

Los encomenderos y sus encomiendas en Yucatán, 1581

   La encomienda fue una institución que permitió consolidar la dominación del espacio que se conquistaba, puesto que organizaba a la población indígena como mano de obra forzada de manera tal que beneficiaran a la corona española. Se encontró una manera de recompensar a aquellos españoles que se habían distinguido por sus servicios y de asegurar el establecimiento de una población española en las tierras recién descubiertas y conquistadas. También sirvió como centro de culturización y de evangelización obligatoria. Los indígenas eran reagrupados por los encomenderos en pueblos llamados "Doctrinas", donde debían trabajar y recibir la enseñanza de la doctrina cristiana a cargo generalmente de religiosos pertenecientes a las Órdenes regulares. Los indígenas debían encargarse también de la manutención de los religiosos. (Wikipedia.)

  Y implementada en toda la Nueva España. Sabemos de los grandes encomenderos que hubo luego de la Conquista, ellos fueron, en su mayoría, todos aquellos que vinieron con Hernán Cortez y hubo una, digamos "segunda oleada" de ellos. Es el caso de Yucatán en donde tenemos, por suerte, la relación de ellos, la cual es mandada hacer, por orden el rey de España, y ejecutada por el Gobernador en turno de aquellos rumbos:

   A pesar de los defectos y graves faltas que cometió D. Guillen [de las Casas], no dejó de ejecutar actos administrativos muy plausibles, como son algunos de los que hemos mencionado. Además, reconociendo los servicios prestados por Juan del Rey, primer médico que hubo en la tierra, concedió á su hija María del Rey una pensión anual de cien pesos, con cargo á los tributos decomisados al Adelantado Montejo.

   Don Guillen fué también quien con eficacia puso en ejecución la cédula del Rey D. Felipe II sobre la descripción de Yucatán. En efecto, el 13 de Febrero de 1579, se reunió el Ayuntamiento, compuesto á la sazón de los tres Melchor Pacheco y D. Juan de Montejo, alcaldes ordinarios, y Francisco Pacheco, Francisco Tamayo Pacheco, Juan de Aguilar, Alonso Rosado, Martín Sánchez, Hernando Muñoz Zapata, Martín de Palomar, regidores, y en sesión plena se le comunicó que por orden del Gobernador y Capitán General debía procederse á hacer una descripción de la provincia por medio de cuestionarios impresos que se habrían de repartir por los pueblos de los españoles y de indios, enviándolos también á los consejos, á los curas, religiosos y encomenderos, á fin de que en un breve plazo respondiesen á las preguntas del cuestionario, y en seguida las devolviesen para remitirá España. 

   El Ayuntamiento acordó cumplir por su parte, nombrando en comisión para redactar la relación del Ayuntamiento de Mérida, á Martín de Palomar. Acordó también que el escribano de Cabildo entregase una instrucción y cuestionario impreso á los encomenderos domiciliados en Mérida, y así se verificó, pregonándose públicamente por el pregonero público que dentro de diez días debían estar concluidas las relaciones ó respuestas al cuestionario. Concluyó el término marcado y las relaciones no se presentaron, por lo que hubo necesidad de hacer nuevo pregón el 20 de Enero de 1581, con apercibimiento de mandar prender y poner en la cárcel pública á los omisos, y de mantenerlos en ella hasta que cumpliesen.

Las relaciones presentadas fueron las siguientes: 

Melchor Pacheco, encomendero de Hocabá
Juan de Magaña, encomendero de Sotuta y Tibolón
Hernando de Bracamonte, encomendero de Tekit;
Cristóbal Sánchez, encomendero de Tekantó y Tepakán
Martín de Palomar, como apoderado de Francisco Bracamonte, encomendero de Motul;
Francisco Tamayo Pacheco, encomendero de Cacalchén y Xaya y Sihunchén
Juan de la Cámara, encomendero de Sinanché
Pedro García, encomendero de Sotuta;
Alonso Rosado, encomendero de Kan y Panabchén;
Juan de Aguilar, encomendero de Mama;
Diego Briceño encomendero de Tekal;
Juan de Magaña Arroyo, encomendero de Tahkin;
Cristóbal de San Martín, encomendero de Cansahcab;
Martín Sánchez, encomendero de Kikantún;
Juan de Paredes, encomendero de Cizil y Sitilpech;
Iñigo Nieto, encomendero de Citilcum y Tabiclió;
Alonso de Rojas,encomendero de los pueblos de Sakal y Chalanté;
Hernando Muñoz Zapata, encomendero de Oxkutzcab;
Pedro de Santillana, encomendero de Muxupip;
Juan Cuevas Santillán, encomendero de Izamal;
Rodrigo Alvarez, encomendero de Samahil y Calotmul; de la Villa de Valladolid;
Don Diego Sarmiento Figueroa, encomendero de Popolá y de Sinsinato y Samohol;
Diego de Cuatreras, encomendero de Naba am, Tahcab y Cuzmil;
Juan de Urrutia, encomendero de Chancenote, Chuacá y Checlmiilá;
Juan Vellido encomendero de Uayma;
Francisco de Cárdenas, encomendero de Kikil;
Diego Osorio, encomendero de Tesoc, Tecay y Sosil;
Antonio Méndez, encomendero de Cochuali, Tixhotzuc Chikmoonot;
Juan Rodríguez, el viejo, encomendero de Sucopo;
Blas González, encomendero de Ticuch é Ichmul;
Juan de Benavides, encomendero de Timul y de Sismop;
Juan de Cano, el viejo, encomendero de Boloncabil;
Salvador Corzo, encomendero de Ocen:
Esteban de Nájera, encomendero de Pixo
Pedro de Valencia, encomendero de Zacalac y Tahmuy;
Juan de Raigosa, tutor y curador de Juan Darse, encomendero de Sokil y Tecoy;
Juan Gutiérrez Picón encomendero de Valladolid;
Diego de Burgos, encomendero de Tizimín y Cakanclieu;
Juan Farfán, el mozo, encomendero de Yalcón;
Juan de Cárdenas, encomendero de Ekab y Tekom,
Juan Farfán, el viejo, encomendero de Chocholáy Kampopolclié;
Alonso de Villanueva, tutor de Baltazar de Montenegro, encomendero de Sisal;
Juan de Raigosa, tutor de Juan Martín, encomendero de Samal;
Juan Bote, encomendero de Teabo y Tek;
Diego de Santillán, encomendero de Chubulná y de Hunucmá, Tixkokob, Nolo y Mocochá;
Alonso Julián, encomendero de Tetzal é Ixtual.  (1)

    Los encomenderos también dedicaron parte de sus esfuerzos al fomento de la ganadería. Para ello desarrollaron las estancias, institución agraria que importaron de Extremadura. En un principio se dedicaron, por la escasez de capital, a la cría del ganado menor, pues la compra de ganado mayor se realizaba en la Habana o la Nueva España, y a precios altos. Conforme acumularon dinero por la venta del tributo y de las cabras y ovejas, comenzaron a importar ganado vacuno y a incorporarlo como parte de sus hatos. A partir de 1570, aproximadamente, en casi todas las estancias que para ese entonces existían contaban con este tipo de animales. Durante el transcurso de las últimas décadas del siglo XVI las estancias comenzaron de manera paulatina a dedicarse a la apicultura, y a principios del siglo XVII las colmenas eran parte de sus activos. Por ejemplo, en 1640 la estancia Chichí contaba con 600 colmenas cuya producción de miel y cera se destinaba al consumo local. También incursionaron en la agricultura, pero el producto de sus milpas era de autoconsumo y, desde luego, para el propietario.
    
    El auge y la expansión de la ganadería del norte novohispano y la lejanía de los mercados durante este siglo y medio frenaron la proliferación y desarrollo de las estancias yucatecas. Eran modestas, pues tenían unas cuantas cabezas de ganado vacuno y una docena de caballos y mulas. El casco lo constituían los corrales, aguadas y una noria para extraer agua. La casa principal era pequeña con algunos cuartos construidos de madera y paja, y pocos muebles para uso del mayordomo. Los propietarios eran prácticamente absentistas, pues las visitaban poco. Su producción no se comerciaba al exterior, se destinaba al consumo de los españoles radicados en Mérida, la capital provincial, o en las villas de Campeche o Valladolid, y el maíz de sus milpas al sustento de sus trabajadores y a la casa del propietario. (2)


Fuente:

1.- Molina Solis, Juan Francisco.  Historia de Yucatán durante la dominación española. Tomo I. Imp. de la Lotería del Estado. Mérida, 1904, pp. 196-198

2.- Yucatán Identidad y Cultura Maya. Para leerlo completo, aquí.

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