martes, 29 de septiembre de 2020

Una Adansonia digitata (baobab o árbol del pan del mono) en CDMX

   No recuerdo cuándo fue exactamente que vi por primera vez un árbol saliendo por la ventana de un edificio, eran los tiempos en que esos que se cubrían de cristales espejeados se comenzaron a poner de moda, quizá fue en 1987, año en el que pasé una temporada por ese rumbo de la CDMX, uno de los referentes que tengo era que por ahí abrió uno de los primeros McDonalds, o tal vez el primero que hubo en México y en ocasiones, para llegar a ese departamento en el que me quedaba, pasaba por el Pefiférico y veía ese árbol saliendo por allá en las alturas.

 Ahora que lo recordaba me llevó más tiempo del que imaginé, localizar el edificio en Google Maps pues ya está ahí (apenas me entero) el segundo piso, la llamada "autopista urbana" y aquello que siempre vi con un tránsito abrumador (recuerdo que salía del edificio donde me quedaba y solo levantaba la mano pues eran tantos los peseros, -ya les decían combis- que aquel que parara me llevaba a donde iba: el paradero de Chapultepec) y ahora el panorama que vi (virtualmente) fue más abrumador aún. Pero lo interesante es esto que ahora comparto contigo, pues el árbol ha seguido creciendo y, seguramente, lo seguirá haciendo.

 

   "El Baobab del periférico: nombre científico, Adansonia digitata L., localizado en Bulevar Manuel Ávila Camacho, Ciudad de México. Este árbol fue colocado por el Arquitecto Víctor Lama, quien decidió establecerlo en los ventanales de un noveno piso, en el marco de una avenida urbana muy transitada. Se encuentra trasplantado en una maceta de dos metros de diámetro, para su sobrevivencia, cuyo interior contiene más de una tonelada de tierra. Cuando El Baobab necesita hidratarse, el macetón cuenta con un mecanismo traído de Europa, que por medio de una fotocelda acciona un sistema de riego". (Ciencias Forestales.)

  En efecto, un baobab, como en El Principito... entre otros.
El sol lanza sus rayos perpendiculares sobre la tierra. Los viajeros, fatigados de su trabajosa jornada, reposan a la orilla del río, a cuya fuente se aproximan. Un baobab corpulento y magnífico les presta su sombra, capaz de cubrir a una tribu de guerreros. Becquer.
 A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe. St.Exupery.

No hay comentarios:

Publicar un comentario