Los Conos, el lugar donde fueron creados los silos. Municipio de El Llano, Aguascalientes.

   Van algo así como cuatro o cinco años que vengo documentando datos aislados sobre estas espectaculares construcciones que vamos encontrando asociadas siempre a las haciendas de la región central de México, más específicamente en el noreste del estado de Guanajuato, la región oriente de Aguascalientes, el suroriente de Zacatecas y la parte este de San Luis Potosí. Datos precisos no hay, no sabemos, solo intuimos cuando fueron construidos, esto a partir de su tamaño y material de construcción. El día de hoy llegamos a un lugar en donde existen tres de estos silo cónicos que, se dice, fueron el modelo en el que se basó el diseño de los conos que Conasupo construyera como "los graneros del pueblo" en la década de los sesenta del siglo XX. Estamos en la comunidad nombrada, con justa razón, Los Conos, en el estado de Aguascalientes.

   Es la primera vez que veo unos silos de forma cónica en tan mal estado, su pared exterior fue hace años, tal vez un siglo y medio, de forma lisa, ahora siguen en pie pero desmoronándose por la acción de la lluvia, el sol y la erosión. Mi sorpresa fue grande al ver que, contrario a lo que pensaba, pues estos silos están hechos en adobe.

   Se dice que los silos de Conasupo, que se construyeron por miles, creo once mil de ellos, en más de veinte estados de la República Mexicana, fueron hechos tomando como modelo a los silos de la Hacienda de Palo Alto y nos encontramos justo en lo que podría ser el límite sur de la enorme extensión que abarcaba esta hacienda, una de las quince que formaban el Mayorazgo de Rincón Gallardo, uno de los latifundios más grandes que había en México luego de la Consumación de la Independencia y que fueran de las más prósperas durante el porfiriato.

    La Hacienda de Palo Alto estaba dedicada esencialmente a la cría de ganado, razón por la cual deduzco que sean solamente tres los silos que se ubicaban dentro de la propiedad. Si comparamos con lo sucedido en Zacatecas, en la Hacienda de Tlacoaleche, en donde son 21 los silos que se construyeron para almacenar la producción de granos de una hacienda que era casi tan grande como la de Palo Alto, nos da esa proporción de que, las tierras dedicadas al cultivo eran más bien pocas en Palo Alto.

   Estos dos silos, de los tres que hay, mantienen la altura y orientación adecuada para el correcto almacenamiento de granos, específicamente maíz y trigo. En la actualidad se encuentran abandonados y, como sucede a lo largo y ancho del país en donde siguen en pie estas antigüedades, el uso que ahora tienen es de lo más variado, en este caso nos encontramos con que uno de ellos es usado para la cría de gallos de pela.

   Al entrar en el silo una emoción por demás extraña me arropó, en primera fue el cambio de temperatura, de los agobiantes 36 grados del exterior, pasamos a unos agradables 26 o 27 grados en el interior, la oscuridad reinaba porque venía encandilado de afuera, a los pocos segundos, una vez adaptado a la luz que se filtraba por la puerta que se usaba en la parte alta para ir vertiendo por allí los granos iluminaba a la perfección este excepcional espacio.

    La perfección que mantienen los conos es más que evidente, según lo hemos visto en sitios como Santa Mónica en Zacatecas o Jaral de Berrios en Guanajuato, pero esta vez nos enfrentamos a unas construcciones que por fuera se ven muy deterioradas, que nos dicen del paso de los años, de más de un siglo de trabajo constante los ha ido arruinando, más aun, luego del "triunfo de la Revolución", el abandono del campo y la implementación del Reparto Agrario.

   El tercero de los silos tiene adosada una troje, construida también de adobe y que nos deja ver que en algún tiempo estuvo recubierta por una más bien delgada capa que enjarraba las paredes y las hacía lucir planas y brillantes.

    Esta vez tengo la fortuna de poder entrar en uno de estos silos, lo que estoy encontrando allí es algo que nos dice que hubo una mente portentosa que supo hacer un cálculo perfecto, que dimensionó el tamaño del círculo que sería la base de la cual partirían los adobes que se irían disponiendo con apenas tres centímetros hacia adentro en cada capa que se iba colocando, para así formar el cono que produciría la temperatura adecuada para mantener almacenados los granos sin que estos sufrieran daño alguno.

   Esto no lo puedo catalogar más que como un diseño en que la perfección de la línea nos eleva a una obra perfecta. Las imágenes son elocuentes.

Si el tema te interesa, puedes leer más sobre los Silos Cónicos en el siglo XVIII y XIX aquí.

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