La Virgen del Rayo: una Advocación Mariana

Una vez, uno de mis lectores o ex-lectores me dijo que por qué tanto artículo relacionado a la Iglesia, que a él le alteraba, en cierto modo, el tema. En otra ocasión una joven historiadora me dice que no entendía el por qué le daba tanta relevancia al asunto religioso... a los dos les respondí lo mismo: si realmente queremos entender la Historia de México debemos comprender el desarrollo de la religión Católica, su implementación (o imposición) y los miles de intrincados modos de desarrollarla, uno de ellas las advocaciones, específicamente las Advocaciones Marianas.

Para que no nos confundamos, si es que no acabas de entender el por qué de tanta virgen y tanta imagen, sucede que, simplemente hay una sola representación Mariana: ella es la Virgen María. A lo largo de 20 siglos los distintos pasajes de la vida de María han tomado una advocación. Por ejemplo hay quien se llama Vistiación, esto debido a que, uno de esos pasajes es la visitación que hace María a Isabel... están los Desponsorios, la Dormición, la Anunciación, la Concepción, el Tránsito, en fin, todos ellos forman parte de los pasajes de su vida y se van incluyendo en una larga lista de Advocaciones, tan larga que llega a sumar 60, según recuerdo una vez contabilicé en el Calendario del más antiguo Galván.

Muchas, por no decir que todas, las Advocaciones Marianas que hay en México están asociadas a la Inmaculada, pero otras, como es el caso de lo que hoy nos ocupa es a Nuestra Señora del Rosario, la que a su vez está asociada a los Dominicos pues, cuenta la historia (leyenda o tradición) que en Guadalajara sucedió que una imagen Mariana de la Inmaculada recibió un rayo, esto dentro del convento dominico, la imagen quedó ennegrecida por la fuerza del mismo, pero luego, cual milagro (como sucede en estos relatos) tornó blanca y de allí se inicia su devoción.

Para no confundirnos en las ideas, esto lo comento con el mínimo afán de molestar a nadie, al contrario, respeto en mucho las ideas que cada quién pueda tener, sobre todo, la fe que cada quien tiene y profesa. Esta imagen que ahora vemos la encontré en el templo franciscano de Querétaro dedicado, precisamente, a San Francisco; me llamó la atención debido a que, de un tiempo a la fecha, hay una asidua lectora que cada que tiene la oportunidad me deja un comentario y, cuando vi esta imagen, de inmediato la recordé, dado que, este nombre no es del todo común: María del Rayo.