lunes, 13 de octubre de 2014

El V Centenario (más 22 años) del Descubrimiento de América

    Todo ocurrió hace 522 años, era el 12 de octubre de 1492 cuando se vio tierra, luego de largos 45 días (más o menos) de navegar por lugares insospechados y con la duda de si se llegaría o no a un lugar, todo era temor, todo era intriga, de pronto apareció el que llamaron "mar de los sargazos" y los ánimos se caldearon. Pero ¿cómo fue ese viaje? me lo he preguntado varias veces, y ahora, finalmente, encuentro la respuesta con Eduardo Montoya de la Rica:

   "Tras admitir las condiciones de Colón, el 30 de abril de 1492 las oficinas reales expiden diversos documentos; entre los que interesan a la narración destaca una orden dirigida a los vecinos de Palos de la Frontera, para que ayudaran a Colón, en base a una obligación, por fechorías realizadas anteriormente, de servir doce meses con dos carabelas al Estado. El día 22 de mayo llega Colón a Palos, coincidiendo con el embarque forzoso en los puertos andaluces e los judíos que no admiten su conversión al cristianismo. ¿Por qué Palos? Varios pueden ser los motivos: la obligación mencionada que pesaba sobre los vecinos, los hábiles marinero que eran muchos de sus vecinos, el haber sido Colón bien acogido en esa localidad, la propiedad privada de gran cantidad de otros puertos andaluces (Palos fue vendida, parcialmente, a la corona cuarenta días antes el viaje) y que Cádiz estaba ocupado en el embarque de los judíos. En fin, el 23 de mayo de 1492, en la iglesia de San Jorge, de Palos, fue leída la Real Provisión del 30 de abril, ya citada, que obligaba a a portar dos carabelas, equipadas para dos meses".

   "No se menciona el objetivo del viaje, aunque sí se prohibe llegar a San Jorge de la Mina (lugar adonde los paleños habían acudido, en alguna ocasión, a pesar del impedimento que suponía el Tratado de Alcaçovas, firmado con Portugal), en Moguer también fue leída la Real Provisión, donde se impelía a los habitantes a colaborar con Colón en su viaje. Todos acataron las órdenes, pero no fueron cumplidas, debido especialmente a ser la aventura marina, en general, muy peligrosa y Colón un hombre entonces sin prestigio; es obvio que los paleños no veían claramente los fines de la misión ni fiaban de Colón como marino. En ese momento la intervención de Martín Alonso Pinzón, marinero muy prestigiado en Palos, ayudó a salvar la situación, consiguiendo éste hombres y barcos.

"Éstos eran dos carabelas; la Niña, propiedad de Juan Niño y que fue pagada por los vecinos de Palos; la Pinta, que era de Cristóbal Quintero y él mismo embarcó, aun siendo dueño, como simple marinero, y la nao Santa María, que era de Juan de la Cosa, nacido en Santola, vecino de El Puerto de Santa María. El total de la expedición la formaban algo menos de cien hombres: conocidos nos son ochenta y siete y de ellos cinco no eran súbitos españoles de la monarquía. Entre los reclutados, y atendiendo a las órdenes reales de la monarquía. Entre los reclutados, y atendiendo a las órdenes reales, había algunos delincuentes: un tal Bartolomé Torres, que había matado a un pregonero en Palos, y tres compadrones suyos que le habían libertado de la cárcel. Había también unos doce vizcaínos, residentes en Palos y en Moguer. En general a todos se les prometió riqueza y honores, y a los delincuentes, además el perdón, si su comportamiento era el adecuado

   "Entre los principales viajeros, en cuanto a su aportación y nombradía en la zona, estaban los Pinzón y los Niño; de esta última familia embarcaron tres y mostraron una gran lealtad por Colón. La expedición no era de conquista, sino comercial, por eso no fueron soldados, tan sólo marineros, aunque se suponía que si se encontraban islas sin dueño o con éste muy débil, serían ocupadas. Se cargaron vituallas para un año. Peralonso Niño fue nombrado piloto de la Santa María  y Juan de la Cosa, su dueño, ejercía de contramaestre; Cristóbal García pilotaría la Pinta y Sancho Ruiz de Gama, la Niña. Como capitán, Colón se hallaba en la Santa María; Martín Alonso Pinzón, en la Pinta y Vicente Yáñez. en la Niña. Entre el personal no marinero había cirujanos, toneleros, calafates, cocineros, etc., y un intérprete, Luis Torres, para entenderse con las gentes de la India, ya que para entonces se sabía de la presencia de musulmanes en esas tierras; aunque a las que llegaron poco favor podía hacerles el intérprete.

   "Los buques zarparon el 3 de agosto, a las cinco de la mañana, navegando en fila, atentos a los faroles del buque de delante: por el día se guiaban por el humo, por la noche encendían un fuego y así eran vistos. Recorrían de media unas 50 leguas (unos 350 km). A pesar de la religiosidad de entonces, no fue con ellos ningún sacerdote. Ya que no se trataba de ocupar territorio y no esperaban convertir a nadie. La primera escala sería en las islas Canarias, adonde llegaron el 9 de agosto, permaneciendo un mes y realizando la revisión oportuna; también repararon averías en la Pinta y cambiaron el velamen latino de la Niña por el redondo. Calculaban que el paralelo de Cipango era el de Gran Canaria, por eso enfiló Colón hacia el oeste, siguiendo la que creía ruta más corta y directa. Había cierto temor en la marinería: una cosa era perfilar África, sin perder muchos días de vista la costa, pero otra era el arriesgarse en el Mar Tenebroso; así Colón decidió contar menos e lo que se navegase.

   "Pronto los vientos alisios les ayudaron y la distancia cubierta llegó a ser algún día de 174 leguas; todo se ponía a favor de su llegada a América. El 20 de septiembre pierden contacto con los alisios, por lo que la marcha se hace más tranquila. El 3 de octubre llevan ya tres semanas sin ver tierra. el 6 de octubre, a instancias de Martín Alonso, cambian el rumbo, dirigiéndose al sudoeste. la preocupación cunde entre la marinería, el viento es siempre del oeste, ¿cómo retornar? Pero los cálculos habían fallado: ya debían de haber llegado; las alarmas de "¡Tierra a la vista!", reflejan el deseo de verla, pero no la realidad; se está cerca del motín, que es evitado por Martín Alonso; pero Colón se ve precisado el día 10 de octubre a darse un plazo de tres días: si no llegan a tierra, darían media vuelta. El 11 se recogió el mar una caña y un palo y otras señales de la cercanía de la tierra. Ese día, a las diez de la noche, el propio Colón atisbó una lucecita, pero no fue confirmado.

   "Por fin, un marinero, Juan Rodríguez Bermejo (no Rodrigo de Triana cono se había establecido en la leyenda), fue el primero en divisar tierra desde la Pinta y, pronto, con disparos de lombarda se avisó al resto de la expedición. Durante mucho tiempo se ha discutido en qué isla desembarcaron, lo cierto es que era conocida como Guanahamí (iguana en su idioma). Colón en su diario la describe como "una isla bien grane y muy llana y de árboles muy verdes, y muchas aguas, y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña, y toda ella verde, que es placer mirarla". (1)

   Y el resto de la historia lo conocemos... o intentamos conocerlo. Para ver cómo era una Carabela, entra aquí.



Fuente:

1.- Montoya de la Rica, Eduardo. Hernán Cortés. Grandes Biografías Ilustradas. Dastin Export Ediciones. Madrid, 2004. pp.22-26

1 comentario:

  1. No estoy de acuerdo en el uso de la palabra descubrimiento pues resulta imposible “descubrir” una nueva tierra que ya estaba habitada desde hacía miles de años. En realidad, el descubrimiento de América fue una novedad para los europeos que llegaron por primera vez a dichas tierras, pero ese mismo suelo no presenta nada nuevo para los nativos americanos. Por lo tanto el concepto de descubrimiento también puede ser subjetivo. Yo al menos, prefiero decir la llegada de los europeos al Continente Americano.

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