Dice el México creo en ti, en una de sus estrofas, aquello de que en un volado se juega a veces con la vida y a veces con la muerte, refiriéndose a la tirada de una moneda al aire. Al salir a la calle de cualquier pueblo o ciudad en México la presencia de la muerte allí esta. No lo digo por la situación que en la actualidad se vive, esa pérdida de valores en que estamos inmersos, esa ingobernabilidad; lo digo porque en casos más específicos, como entrar al Museo Nacional de Antropología, el cual este año de 2014 cumplió sus 50 años, y al ir recorriendo sus salas vamos encontrando la perenne representación de la muerte a través de la calavera, la cual, nosotros mexicanos, la asociamos de inmediato con la Calavera Garbancera, la creada por José Guadalupe Posada.
Tenemos ya en el catálogo de los símbolos que identifican a México a uno muy claro y muy bien definido: la calavera. Así pues, en en ese orden de ideas, entramos al mencionado museo para ir retratando si no todas, la gran mayoría de calaveras que allí se exhiben. Claro es que el hacerlo por parte de INAH lleva intrínseco un estudio antropológico, pero no es lo que hoy capturo en este ejercicio sino, sencillamente, una muestra de que si de la cosa prehispánica se trata, está la calavera, si la virreinal, está la calavera, ni que decir con las honras que se han hecho montones de veces a los restos óseos y calaveras de los héroes nacionales. Recorro las vitrinas de ese, el mejor museo que tenemos en México y esto es lo que encuentro:
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