lunes, 20 de octubre de 2014

La Parroquia de la Asunción en Tecamachalco, Puebla.

       Lo hemos visto en Tepeaca, en Acatzingo, Tecali, en Cuauhtinchan, y en varios puntos más de la geografía poblana: extraordinarios conventos que fueron abandonados y espléndidas parroquias que fueron levantadas mediando el siglo XVII. Ambos eventos, por un lado el abandonar un convento y su respectivo templo, por el otro levantar una suntuosa Parroquia nos conduce a un solo motivo: la secularización de las parroquias del Valle de Puebla ejecutada por el obispo de Puebla, Juan de Palafox y Mendoza. El motivo fue uno, claro y sencillo: los bienes y dinero que se obtenía a través del diezmo.

    Franciscanos, Agustinos y Dominicos tuvieron presencia en el Estado de Puebla desde que comenzó la Evangelización, quienes llegaron a la Nueva España fueron, primero, los Franciscanos, luego los Dominicos, después los Agustinos, vendrían luego los Jesuitas, Mercedarios, Carmelitas y varias órdenes más, se irían desplazando del la ciudad de México hacia los cuatro rumbos, en el Valle Central de Puebla fueron, especialmente los franciscanos quienes realizaron el mayor número de conventos y, según las reglas marcadas por la Iglesia, comenzaron a invadir áreas para las que el clero secular estaba destinado.

    Franciscanos, Dominicos, Agustinos y demás órdenes son las del Clero Regular, quienes construyen conventos y viven en ellos, todos con las tres reglas que cada orden tiene establecidas, esto implica la reclusión en sus propiedades. Y son los del Clero Secular, los que no pertenecen a orden alguna, los encargados de predicar, confesar, y colectar el Diezmo. Y esto era lo que venía haciendo, precisamente, el clero regular en los muchos establecimientos que tenían, especialmente en Puebla. El obispo Palafox venía con la consigna de enmendar lo establecido, eso creó un problema de tal dimensión que los franciscanos decidieron cerrar sus establecimientos y, comenzó el pleito de los Jesuitas con el Obispo Palafox que orilló a este último a irse a refugiar al pequeño poblado de San José Chiapa pues temía por su vida.

    "A mediados del siglo XVI surge una nueva clase, siempre más numerosa, del clero secular constituido en su mayoría por hijos de españoles (criollos y mestizos) nacidos en Nueva España. Se encuentran sin puestos por ocupar y económicamente en la miseria, porque la gran mayoría de las parroquias y la adoctrinación de almas están en manos e frailes que hacían oficio e curas, y los cuales, en gran parte, eran españoles venidos de la Península. Los obispos como dirigentes del clero secular, consideraban como excesivos los derechos de los religiosos y sus formas de proceder demasiado independientes por no hacer caso a los reglamentos y disposiciones del Concilio de Trento". (1)

    En pocas palabras, según lo acabamos de leer, el clero regular, los frailes, venían realizando las funciones del Cura; los Curas eran quienes estaban autorizados para bautizar, casar, confesar, entre otras cosas, no los frailes y, esta región eran ellos los los frailes franciscanos, los que venían haciendo estas funciones. Lo comentan Tomas Gage en su libro sobre el viaje que realizó a la Nueva España  y otros puntos de América, y anota que los frailes vivían vidas muy cómodas y no mantenían las reglas como estaban establecidas, especialmente los franciscanos que por regla tenían la humildad y era precisamente eso lo que no realizaban. Así pues, el conflicto comienza, los franciscanos abandonan sus conventos y las Parroquias con sus curas comienzan a realizar la obra para la que estaban enfocados: "la cura de almas".






























Fuente:

1.- Piho, Virve. La secularización de las parroquias y la economía eclesiástica en la Nueva España. Journal de la Socièté des Américanistes. Tome 64, 1977. pp.81-88. Lo puedes leer en el sitio: Persee Revista Científica.

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