Leía apenas ayer sobre las minucias del idioma que hablamos, idioma que es el español y que algunos siguen diciéndole castellano. El español se alimentó, o en todo caso, se enriqueció con aportaciones del náhuatl y del purépecha y de tantas otras lenguas nativas. Achichincle o chunde, por ejemplo. Pero, siendo que eso que conocemos hoy como España estuvo invadido durante seis siglos por árabes, éstos influyeron mucho en el lenguaje, cuando el español aun no existía como idioma, había en las diferentes lenguas de la península la presencia de las voces árabes, de allí que nosotros, acá en la Nueva España del Nuevo Mundo, recibiéramos un muy nutrido léxico con abundancia árabe. De ello hemos dado cuenta ya en las muchas palabras que la Arquitectura tiene: albañil, añil, azulejo, aljibe, etc., etc., etc. O de palabras que usamos en cosas domésticas: almohada, alacena, azúcar, almidón, alambique, almíbar... incluso hay apellidos que tienen su origen en voces árabes: Alcántara, Medina, Almansa, Alcazar. Lo que hoy nos ocupa es otra cosa, cosa que no pensé tuviera su origen en la Arabia Feliz.
¿Cuántas veces no hemos dicho aquel fulano? sí, fulano de tal, fulano que es pariente de mengano, amigo de sutano y tiene alguna relación con perengano. Pues allí tenemos también la presencia del árabe en nuestro idioma, ya que fulano se deriva de la voz fulán que quiere decir "persona cualquiera" y mengano viene de man-kan "quien sea", en cambio sutano viene del latín citano, que significa "sabido". Se dice que perengano es la unión de Pérez y fulán. Pero no sólo en México y en toda latinoamérica tenemos esa costumbre, cada idioma, cada país ha creado su propio Pico Palino (en Italia) su John Smith (en Estados Unidos) o su Jean Dupont (Francia).
Hans Meier en Austria; Marko Markovic en Eslavia. En Filipinas hay uno muy interesante que los estudiosos de la historia mexicana del siglo XVI me entenderán muy bien: Juan de la Cruz. Matti Meikäläinen en Finlandia; Nanashi-no-Gombei en Japón; Jan-Piet-Klaas en Holanda; Iván Ivanovich en Rusia.
Así de abundante es el idioma... y los idiomas.
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