Vamos por partes. La palabra está bien escrita, y la palabra tiene una gran historia. El que ahora tengamos en la mesa de discusión del más alto nivel político el uso de la mariguana es otra cosa, que, en buena mediada va ligada una cosa con la otra, en el asunto semántico específicamente. Dicen los líderes de opinión (al menos los que escucho por la radio y leo en el periódico) que los debates en torno a la cannabis han sido los más numerosos, más que los temas de presupuesto (raquítico) para el próximo año. Quizá sea un distractor, en México vivimos en base a distractores, recuerdo cuando aquella devaluación de 12.50 a 25.00 pesos por dólar (como suele ocurrir en México) hubo un evento que acaparó la atención de medios y todos enfocaron sus reflectores y micrófonos a la erupción del Chichonal, ocurrida el 28 de marzo de 1982, mientras la economía nacional se desbarataba. Más o menos (33 años después), erupción volcánica no hay, pero sí encontrar la salomónica decisión de permitir o no el uso de la mariguana con fines "lúdicos", dicen por ahí y de la economía mejor ni hablamos.
A propósito del tema, (la mariguana), encontré un muy interesante artículo en Milenio, en el que hacen una curiosa recopilación de los muchos nombres que se le dan a la hierba y buscan el origen de la palabra. Te recomiendo leerlo. Por otro lado, recordarás que hace algunas semanas publiqué una relación de nombres de los pueblos que conformaban el genérico de Chichimecas, y vimos allí que son muchos, muchos más que los jonaces, guachichiles, pames y cazcanes. Llegamos a una buena treintena de nombres; hubo uno que llamó mi atención: margiuanes pues, (seguramente te está ocurriendo a ti) lo asocié de inmediato a "mariguano". Encuentro ahora una interesante descripción que en 1748 se hace de un territorio prácticamente desconocido para los españoles, al que pusieron por nombre el de Nueva Santander que formaba parte de las Provincias Internas de Oriente y que estaba ligado a la Intendencia de San Luis Potosí.
“José Escandón Helguera preparó en la ciudad de Querétaro sus tropas invitando a los que quisieran ir a colonizar a la nueva provincia; reuniéronse de estos gran número, y la expedición salió de Querétaro en diciembre de 1748, compuesta de setecientos cincuenta soldados y dos mil quinientas personas, entre indios, mestizos y españoles de ambos sexos y de todas las edades, que iban con objeto de poblar el Nuevo Santander.
El derrotero que siguió Escandón fue por los Pozos, Sn Luis de la Paz, Santa María del Río, San Luis Potosí y Tula de Tamaulipas. Allí se incorporaron nuevas familias y desde allí puede decirse que comenzó la pacificación, expedicionando Escandón y fundando misiones y pueblos.
Ocupaban el territorio que conquistó Escandón multitud de tribus, de las cuales puede con seguridad decirse que unas eran de antiguos pobladores de la tierra y otras se componían de familias que no habiendo querido someterse al yugo de los españoles en la parte ocupada por ellos desde Veracruz hasta la Tarahumara, habían buscado en aquellas montañas un asilo. El padre Santamaría, que caminó por Tamaulipas poco tiempo después de la pacificación de la pacificación de la provincia de Nuevo Santander, escribió una curiosa relación histórica y descriptiva de cuanto vio, observó y supo acerca de las razas que habitaban las Tamaulipas a la entrada de Escandón.
El padre Santamaría pinta aquellas gentes como bárbaros, viviendo en chozas miserables, casi desnudos y sin cultura de ninguna clase, en constantes guerras las tribus unas con otras y alimentándose con la caza y con la pesca.
"En la relación que Orozco y Berra sacó de documentos originales consta el nombre de gran número de etas tribus, alas que de ben agregarse los comanches y apaches que algunas veces, según dice el padre Santamaría, invadían aquel territorio.
Naciones de algunas rancherías de indios: “en Tamaulipas del reino y sus contornos Borrados, Cadimas, Zacatiles. En la barranca y cerca del lado del reino, Bocas Prietas, Pintos. Por la costa desde la Barranca por Río Grande, Comecrudos, Panguayes de Morales. Por el lado que corre para Tampico, en la costa, Panguayes de Juan Antonio, Yecanes, Aretines, Pelones del Epillo, Mariguaes. Por la Tamaulipa de Guaxteca, Pasitas, esta nación es grande; Xanambres de Tamatán, los de los Potreros de Castrejón; y Pisones son poquísimos y mansos. Xanambres de Guardad, los del Mezquite; Xanambres los de Sanitago y los de Palmitos, los de Mesas Prietas, los de Tetillas, los de Toro en las Ajuntan, los de Tenguachi, los de San Juan de Mata, los de Palanguegues, los de Bernal de Horcasitas, los del Cerrito del Aire. A esto debemos agregar las otras tribus que se encentran en las lectura de estos documentos y son Pachimas, Mezquites, Pamosanes, Paneguiapenez, Tereguanes, Cebizos, Charaquais, Cantaicanaes, Maporcanes, Sarnosos, Inocoples y Serranos. Todavía en la relación del conde de Revillagigedo se mencionan los Politos y en el diario de viajes de la Comisión de Límites en 1850, los Mulatos, los Tizones y los Mascores.
Hablábanse entre estas tribus diversas idiomas y el padre Santamaría pone en boca de un indio mariguano estas palabras: “nuestra desgracia consiste en que no todos hablamos un mismo idioma, y por eso solo sin otra razón nos peleamos tantas veces. Los que hablamos una sola lengua rara vez nos peleamos, y si todos los que hay en la sierra fueran así, seguro está que estuviéramos en misiones ni nos trataran como nos tratan”.
Fuente:
Riva Palacio, Vicente. México a través de los siglos. Tomo VII. Editorial Cumbre. México, 1986. pp 120-121
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