viernes, 26 de abril de 2019

El desaparecido templo y convento de San Felipe de Jesús de las Capuchinas, CDMX

  Esta obsesión (una más) que se me ha creado (o me he creado) con la calle de Capuchinas en la CDMX me lleva a transcribir la descripción que hizo en 1728 fray Ignacio de la Peña del templo del convento de San Felipe de Jesús. Esta fue la razón por la cual la antigua calle de la Celada cambió de nombre en uno de sus tramos al de Capuchinas. En la actualidad es Venustiano Carranza. Debemos tener diccionario arquitectónico a la mano pues la descripción incluye términos precisos.

   Antes de que el sabio Salomón hiciese la sin igual obra del Trono, edificó Casa y Templo para Dios nuestro Señor, cuya hermosa fábrica, concentrados tamaños, grandeza forma, y adorno grande, describen las sagradas letras y ha sido empeño de sublimadas plumas el historiar su arquitectura con matemáticas razones, y compuestos; y así no es fuerza de propósito, si antes necesario, para la cumplida narrativa de ella historia, y que no desee noticia alguna la devoción más distante, el referir puntualmente la descripción del Templo de San Felipe de Jesús, como lo dispuso el cuidado, y elocuencia del Bachiller D. Diego de Ribera, que es como se sigue.

   Tiene de aérea toda la fábrica por la parte del Oriente a Poniente noventa y nueve pies geométricos de latitud, y de longitud de Norte á Sur ciento y ochenta, en cuyo sitio la planta de la Iglesia divide su longitud en tres porciones iguales, las dos que forman su cuerpo, y la una el Presbiterio: divídenlas cuatro antas, ó pilastras con sus medias muestras, y traspilares resacados dos pies del vivo de sus muros; y dichos traspilares llevan sus embasamientos hocicos de piedra de cantería, con capiteles del mismo orden, recibiendo sobre sí los arcos que dividen los dos espacios; y por la parte exterior, que corresponde á las antas, se forman los estribos, ó piladrones para la seguridad del rempujo de los arcos, cuyas frentes tienen cuatro pies, y de vuelo fuera de sus muros seis, siguiendo en disminución toda la altura de la Iglesia.

   En el costado que mira al Medio día, y hace fachada á la calle Real se forman dos portadas; la principal con cerramiento circular de dos cuerpos obrados de cantería, con pilastras recaladas, extrudas, jambas, traspilares, y embasamientos, todo de orden Dórico, que componen el primer cuerpo. El segundo es Jónico, que ligue con sus ornamentos sobre los vivos, y plomos del primero, recibiendo en su centro un tablero guarnecido de molduras, y recuadros, con el glorioso Proto Mártir San Felipe de Jesús, Patrón, y natural de esta nobilísima Ciudad de México, coronándose esta portada con frontis cerrado, y sus remates. La segunda portada es de cuadro, de obra architravada de molduras, con recuadros en su cerramiento, sobre que asienta una sotabanca, que reciben un tablero guarnecido de molduras, con la efigie de la Inmaculada Concepción de nuestra Señora; que dibujó el buril de relieve con sus atributos, y gloria de Serafines, en que grabó el arte glorioso desempeño en su cuidado. Las puertas son de incorruptible Cedro, formada de crucería y media moldura, con tableros de nogal, a quienes guarnecen escuadras de hierro pavonado.

   En la distancia que cogen las dos portadas se forma una lonja, ó mesa de tres varas de ancho, de que salen tres gradas hacia el medio de la calle, que facilitan el ingreso á dicha Iglesia. Las paredes maestras, y arcos suben en proporción quince varas y media, en proporción sex qui altera según su ancho asienta techo de artesón hundido sobrado de moldura, y talla; su forma es ochavada, y por la parte cóncava bajan las molduras guardando sus ochavos a recibir en el centro unas bandejas ondeadas, siguiendo por la parte convexa las dichas molduras con la mesma igualdad en sus cortes, y ochavos; formanse entre los artesones unos signos cuadrángulos, en cuyos espacios asientan floroncillos colgantes a todo relieve, todo orlado con la cuerda de nuestro Seráfico Padre S. Francisco, doradas las bandejas de los centros, los altos, y hojas de las molduras, con los fondos de azul, y matices fines; en los cuadros que dividen las partes de que se compone el Templo se forma el arocave, que sobre si recibe el techo de vara, y cuarta, de tablas, con sus molduras, alto y bajo dorados, y en su medio un romano follado de troncos, y cortezas, que atan a distritos unas tarjetas, en que se copian atributos, é insignias, cuyos coloridos acreditan los primores del pincel, manifestando á la vida hermosamente atractivos a los reflejos de la luz, que al Templo le comunica por cinco bien rasgadas ventanas, que se adornan de una bien forjada rejería, a que se arriman tersos cristalinos vidrios.

  El Presbiterio tiene conmensurada la capacidad con la distancia del Templo, y se sube á el por cuatro gradas, y la mesa de Acólitos, y blandones, que tiene vara, y cuarta de ancho. En la teñera, que divide lo interior del Convento, hacia la parte del Norte, está el Coro bajo, y la graticula, por donde reciben las Religiosas la Sagrada Comunión, inmediata al Retablo del Altar Mayor; y á las espaldas de dicho Altar Mayor fe formo la Sacristía, con todo el largo que ocupa el tedero con la latitud de veinte y cuatro pies, con dos puertas para el uso de ella los dos lados del Altar Mayor, entre calles, siguiendo la obra del Retablo, que tiene en su elevación catorce varas, y de ancho nueve y media, distribuidas las doce, y tres cuartas en su Arquitectura, partiendo de vara y cuarta en que se une el Altar, con que queda orlado de los dos zócalos, que le cogen en medio; son en su ornato de orden corinto, tiene en el tercio nueve boceles relevados, en que se tallan hojas, y pimpollos; coronase con sota baza, y collacino, feneciendo con baza, y plintio; y en los espacios del último tercio, y relieve de cuarteles adiamantados sigue el sota calo un banco con ocho pedrestales, y entre canelones, tallados de la seria unos niños de escultura de todo relieve, que enlazan, y unen á cada pedestral, a cuyo recibimiento en cada una asienta una columna de orden corintio, con baza, y capitel proporcionados; recibe cada columna de estas sobre sus capiteles sus macizos unidos a la cornisa, en cuyo medio hace en el primero cuerpo un tablero de pintura, a la mano derecha el de la Anunciación de nuestra Señora, recibiéndole en medio una ninfa hermosa, que se forma en la puerta por donde se entra a la Sacristía, y desde ella sube jugando su guarnición de hojas, pimpollos, y cortezas; á el lado siniestro acompaña otro tablero del Nacimiento de Cristo Señor nuestro, con el mesmo orden.

   En el medio se forma el Sagrario, debajo de una concha, en punto redondo, toda estriada en relieve, con dos niños a los lados, en sus ejutas, que la reciben con dos muros de talla, y follaje en su primer cuerpo; tiene este Sagrario diez pelícanos, que reciben diez columnas corintias, saliendo de ellas cuatro transparentes en relieve, con una hermosa moldura, que las une, cinco en cada lado, y en medio la puerta con guarnición de ébano relevada, que une una lámina de media vara de una hermosísima pintura de nuestra Señora de la Piedad, con su vidriera de terso cristal, subiendo desde su medio un relieve de talla, que fenece la cornisa que corona las diez columnas, sobre ellas asienta un sota banco, en que se plantan otras ocho columnas del mesmo orden, las seis transparentes, y las dos, que se arriman a dos pilastras, que hacen lado a un riquísimo espejo, que tiene de alto, vara y sesma, y de ancho tres cuartas, a quien corona otro espejo menor, que afila a el canto del más grande, y levanta desde allí una cuarta, formando capialzado cielo, con tal arte, que puesta en él la Custodia, se dibujan en los espejos tres con diversidad de colores, y cierra su extremidad con obra crespa, y su cornisa, y una sota banca, que recibe una cúpula, y linternilla, rematando con una hechura de Cristo crucificado de marfil de dos tercias.

   El segundo cuerpo del Retablo forma encima de la cornisa su sota banco resaltado con sus plomos, y macizos, que recibe otras ocho columnas de orden composito, vara, y capitel de cogollos, y roleos, bajando desde el collarino, las más estrías en orden corintio, que reciben sobre sus capiteles la mesma ordenanza, y follaje, que la primera cornisa, y tiene en medio un tablero titular del Ínclito Mártir S. Felipe de Jesús, que en punto redondo rompe la cornisa hasta el plafón, guarnecido de hermosos cartones, hojas, y cortezas; a fu mano derecha tiene otro tablero de Santa Clara, fecundísima Madre de tantas Hijas, guarnecido con el mesmo follaje; a la siniestra otro tablero con el mesmo orden del gloriosísimo Padre San Francisco, rematando este segundo cuerpo. Se forma otro sota banco con los mesmos movimientos, recibiendo en el medio un tablero hermosísimo de la Inmaculada Concepción de nuestra Señora la Virgen María, a quien guarnecen un artificioso, y hermoso follaje, recibiendo la cornisa cuatro estípites de escultura de relieve, que vienen al plomo de las columnas relevadas, y del medio de la cornisa sale un follaje, que se parte en dos medios, de que nace una repisa, donde asienta una Imagen de Dios Padre de relieve, cogiéndole en medio dos frontispicios de vuelta jónica, con que hace remate, de donde baja jugando hasta el zócalo primero de toda ella fabrica un arco; tiene el tablero de la Concepción en correspondencia otros dos más pequeños redondos à el lado derecho Santa Coleta, y al siniestro San Félix Capuchino, enriquecidos del ceria con cornisas redondas, todo dorado con primor, y à mucha costa.

Una interesante reseña del templo y convento de San Felipe de Jesús la encuentras aquí.

Fuente:

De la Peña, Ignacio, fray. Trono mexicano en el convento de religiosas pobres capuchinas. Imp. Francisco del Hierro, Madrid, 1728. pp. 42-47

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