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martes, 25 de julio de 2017

Comentarios del padre Alegre sobre la fundación de San Luis de la Paz.

  Abordamos una vez más el tema del pueblo Chichimeca, en este caso el que fue asentado para formar la villa de San Luis, que se volvería "de la Paz" como celebración a la ansiada pacificación de ellos luego de varias décadas de feroces enfrentamientos. Tomamos uno de los mejores textos descriptivos del los acontecimientos, el del jesuita Francisco Javier Alegre que, junto a otro jesuita, Francisco Javier Clavijero, ambos veracruzanos, nos dejan memoria de muchos pasajes de la historia de México.

   La pacificación de estas regiones estaba reservada al piadoso virrey D. Luis de Velasco el segundo, ó por mejor decir, á la humildad y simplicidad de la Cruz. El virrey, viendo frustradas las esperanzas todas é inútiles los esfuerzos de sus predecesores y consumida en vano una gran parte de la real hacienda, en presidios, en casas fuertes, en carros cubiertos, y otras providencias que se habían tomado para la seguridad de las caravanas que pasaban á las minas; determinó que los pobres y humildes religiosos probasen en esta expedición las armas de su milicia, ya que habían tenido tan poco efecto las de los soldados.

 Una parte de aquella región encomendó á los religiosos de S. Francisco, siempre venerados justamente como los padres y fundadores de la religión en la América. En la frontera principal de la nación, mandó fundar un nuevo pueblo, á quien por devoción al santo de su nombre llamó S. Luis, y en atención al piadoso designio de la pacificación y reducción de los chichimecas, añadió el sobre nombre de la Paz, con que es hasta ahora conocido. 

  Está situado á las orillas de un pequeño rio en la altura de 22 grados y cuarenta minutos al Noroeste de México, setenta leguas. Este nuevo pueblo quiso el excelentísimo se encargase a la Compañía, obligándose en nombre de S.M. á mantenerlos de la real hacienda, y señalando considerable renta que se repartiese entre los mismos indios, los más interesados del mundo, en carne, en maíz.

  Se mandó asimismo reducir una colonia de indios otomís, antiguos cristianos, asignándoseles tierras y agua para sus sementeras, Y habiéndolos por exentos del tributo que pagan á S.M. los demás. U más órdenes tan prudentes y cristianas, no podían dejar de tener todo el éxito feliz que el virrey se prometía. Partieron prontamente por setiembre de este año los padres Francisco Zárate y Diego Monsalve, con otro compañero, cuyo nombre callan nuestros manuscritos, llevando consigo cuatro indezuelos del Seminario de S. Martin de Tepotzotlán, que les sirviesen de catequistas. Su entrada en el país y principios de su predicación, expone el mismo padre Zárate en carta al padre provincial, fecha en 20 de noviembre del mismo año, en los siguientes términos:

  “A este pueblo de S. Luis de la Paz venimos el setiembre pasado á petición é instancia del Sr. virrey. Vase por la gracia y favor de Dios haciendo algún fruto, y cada día se espera más: solo tememos la inconstancia natural de estos indios. Por lo que hemos experimentado, podemos decir que no es poco lo que se hace en esta frontera, que aunque en otra parte hicieran más los chichimecas, pero aquí cualquiera cosa es mucho por ser estos los peores de todos y los mayores homicidas y salteadores de toda la tierra. Precian tanto de esta inhumanidad, que como por blasón traen consigo en un hueso contadas las personas que han muerto, y hay quien numere veintiocho y treinta, y algunos más. Es gente muy holgazana, especialmente los hombres; las mujeres son las que cargan y traen leña y lo demás de su servicio. Ahora han sembrado algún maíz con la esperanza del provecho, porque cuasi todo lo venden al rey para que vuelva á dárselo. Las mujeres hacen el vino, y ellos lo beben largamente hasta perder el sentido cada tercer día. El material de que sacan este licor es de la tuna: el modo de fabricarlo es quitar la cáscara á esta fruta, colar el zumo en unos tamices de paja, y ponerlo al fuego ó al sol, donde dentro de una hora fermenta y hierve grandemente. Como esta especie de vino no es muy fuerte les dura poco la embriaguez y vuelven á beber. Este es uno de los mayores obstáculos para la propagación del Evangelio. 

  La tuna dura siete y ocho meses: los que la tienen en casa, están perdidos con la ocasión; los que la tienen fuera, están remontados, y desamparan sus chozas sin dejar en ellas más que un viejo ó una vieja. El amancebamiento no es deshonra entre ellos; antes las mujeres lo publican luego, y si algunos las celan ó las riñen, con gran facilidad se van á otra casa y no vuelven sino después de muchos alhajas. No hay cabeza entre ellos, ni género de gobierno, si no es en la guerra, y esta es la mayor dificultad, porque es menester ganar á cada uno de por sí; tanto, que el hijo no reconoce al padre ó madre, ni le obedece. En sus operaciones no tienen más motivo ni más fin que su antojo, y preguntados no dan otra causa sino que así lo dice y lo quiere su corazón. 

  Son muy codiciosos de lo ajeno, muy avarientos de lo suyo, y extremamente delicados. Una palabra, un mal gesto basta para ahuyentarlos. Los indios de la tierradentro, como criados en más simplicidad, tienen mejores respetos: aquí tenemos de ellos algunos Pames, que son como los otomíes de por allá, y en estos se puede hacer mucho más fruto. Ellos se han venido á convidar que quieren poblar aquí y ser cristianos. Dios lo quiera, porque con estos de aquí lo más que se podrá hacer será domesticarlos, é ir muy despacio imponiendo bien á sus hijos. También es mucha la dificultad del idioma, porque en treinta vecinos suele haber cuatro y cinco lenguas distintas, y tanto, que aun después de mucho trato no se entienden sino las cosas muy ordinarias. 

  La paz se va fomentando con el buen trato, aunque de una y otra parte no faltan temores. Nosotros llegamos aquí el día 10 de octubre con salud, aunque no sobrada, por los serenos y soles. Fuimos bien recibidos de los indios, que aun, lo que es muy admirable entre ellos, nos ofrecieron de lo poco que tenían. Lo mismo hicieron en S. Marcos, donde el sitio no es tan bueno, aunque hay más gente. Vuelto aquí, les envié un indio bien instruido que los enseñase y dispusiese al bautismo; pero el padre Monsalve, que fue allá á los dos ó tres días, lo ganó de tal modo, que tenían preparadas las ollas del vino, y no bebieron en diez ó doce días, y el padre comenzó á catequizar algunos en la lengua guaxabana, y bautizó diez y seis adultos, y casó seis pares. Indias gentiles no hay ya más que dos, y esas han pedido el bautismo. De estas, la una se catequiza, porque tenemos ya el catecismo traducido en su idioma. La otra es una vieja que vino á mí cuasi desnuda con un presente de tunas, y puesta de rodillas me pidió que la bautizase. La consolé y di de comer, y procuraré que se bautice cuanto antes

  Dos pases han pedido aquí casarse, y mandándolos apartar mientras se doctrinaban obedecieron con prontitud, que en gente tan acostumbrada á una entera libertad no es poco. Todos nos van teniendo respeto y se dejan reprender, aunque sean capitanes, y se va consiguiendo alguna enmienda de la embriaguez. La escuela de los niños va bien, aunque con harto trabajo, porque no se les puede castigar. Con su mucha habilidad aprenden y empiezan ya á cantar. Sus padres que gustan mucho los dan de buena gana y vinieron á verlos á la escuela. Un capitán que no halló á su hijo, lo mandó buscar y lo castigó. Esta semana nos han traído sus padres dos de cuatro leguas de aquí. Cada día acuden mejor, y hoy se me vino á quejar uno muy escandalizado de que otro le había llamado diablo

  El padre Monsalve les ayuda y enseña canto, y otro muchacho de los que vinieron de Tepotzotlán. Estos son de mucho provecho: nos hacen compañía aquí y donde quiera que vamos, y atraen á otros niños y aun á sus padres: proceden con mucha edificación confesando y comulgando á menudo para la enseñanza de los demás: no entran á ninguna casa de los indios del país, ni salen de la nuestra sin licencia: á uno de estos dijo no sé qué chanza poco honesta la hija de un capitán; el joven se horrorizó, y con admirable simplicidad dio cuenta al padre de la moza, que vino á contármelo muy edificado porque es de mucha razón, y castigó á su hija. Los chichimecas, según lo que entiendo, son de mas brío y capacidad que los demás indios: no se sientan en el suelo: son amigos de honra y de interés, y si ellos diesen en buenos, me parece lo serian ventajosamente."

Fuente

Alegre, Francisco Xavier. Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España. Tomo I. Imprenta de José M. Lara. México, 1842. pp. 280-283

martes, 27 de junio de 2017

Algunas notas sobre la nación Chichimeca

Del pueblo chichimeca hemos hablado ya varias veces, el tema es abundante y las aristas que va dando son muchas. Esta vez encuentro en la Monografía del municipio de San Luis de la Paz una interesante recopilación que de seguro te será interesante:

Chichimeca

…es un nombre genérico, “puesto por los mexicanos (en ignominia) a todos los indios que andaban vagos, sin tener casi ni sementera”. El nombre se compone de “de chichi, que quiere decir perro y mecatl, cuerda o soga, como si dijesen, perro que trae la cuerda o la soga arrastrando”. (Antonio de Ciudad Real.: Tratado curioso y docto de las Grandezas de la Nueva España y Gonzalo de las Casas: Guerra de los Chichimecas. Anales del Museo Nacional de Historia, Etnografía y Antropología).

“…es nombre común entre los españoles, y entre los indios cristianos, de unos indios infieles y bárbaros, quien no teniendo asiento cierto (especialmente en verano) andan discurriendo de una parte en otra, no sabiendo que son riquezas, ni deleites, ni contrato de policía humana”. (Fray Juan de Torquemada, Monarquía Indiana. Porrúa. México 1975, Tomo III, pág. 602.)

…epíteto genérico aplicado durante largo tiempo a los indios nómadas y paganos del norte…” (Philip W. Powel. La Guerra Chichimeca (1550-1600) F.C.E. México 1978, pág. 20.)

Algunos autores dividen el pueblo chichimeca en dos grandes grupos; los habitantes de la mesa del norte y los de la mesa central, estableciendo diferencias culturales que en realidad solo corresponden a la influencia de los grupos mesoamericanos, sus vecinos del sur, tarascos, nahoas y otomíes…”. (Powel, pág., 20.)

Algunos historiadores y cronistas de épocas pasadas aplicaron el nombre de chichimecas a cualquier grupo de indígenas belicoso o salvaje. Actualmente se llama chimecas a los habitantes de la zona árida del norte en caracteres antropológicos semejantes.

Sus aguajes

“Hacia las partes del norte (en contra de la ciudad de México, y en grandísima distancia, apartadas de ella) hubo unas provincias… cuyos moradores, en común y genérico vocablo fueron llamadas chichimecas…” (Francisco Javier Clavijero. Historia Antigua de México.)

“Los chichimecas… se movían en el centro de México dentro de la circunferencia de unos ciento setenta kilómetros de radio, con centro en el norte del Estado de Guanajuato…” (Mariano Cuevas. Historia de la Iglesia en México.)

“La Gran Chichimeca”, ese inmenso territorio que se extendía desde el río Lerma hasta Texas…”. (Miguel Othón de Mendizábal, Historia Económica y Social de México.)

Los parientes

 “La nación de estos chichimecas más cercana nosotros, digo a la ciudad de México son los que se llaman pames, y es un buen pedazo de tierra y gente, están mezclados entre otomíes y tarascos, los españoles le pusieron ese nombre, que en su lengua quiere decir no, porque es tan negativa la usan mucho… y van por el Río de San Juan abajo,… y tocan a Itzmiquilpan, y pasado de Metztitlán, y por aquellas cerranías hasta los confines de Pánuco, y vuelven por los pueblos de … Xichú… el término chichimeca no es una raza determinada, se emplea para designar al conjunto de pobladores del desierto y de la zona árida, sin distinción de raza o de lengua, pero con una unidad homogénea en cuanto modo de vida, costumbres, organización y caracteres antropo-lógicos en general”. (Jesús Dávila Aguirre, Chichimecatl.)

 Los guamares… la nación más valiente y belicosa, traidora y dañosa de todos los chichimecas la más dispuesta; con cuatro o cinco parcialidades, todos de una lengua, aunque difieren en algo; su habitación o clima es de 21 grados en latitud hasta 22,… Pertenecen a su confederación los capuces, los guajabanes y sanzas. (Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí.)

El límite de los guamares, el cual empezaba en la Villa de San Miguel y alcanzaba a la de San Felipe y Minas de Guanajuato. San Luis de la Paz, fue el asiento de los guajabanes. (Philip Powel, La guerra chichimeca.)

Los guachichiles… tienen sus limites “hasta los confines de Pánuco, ocupan mucha tierra, y así es la más gente de todos los chichimecas… su nombre es compuesto de cabeza y colorado, unos se tiñen el cabello, otros usan bonetillos puntiagudos de cuero colorado; entre ellos hay muchas parcialidades. (Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí.)

“Quachichil, vocablo mexicano, significa gorrión: de quaitli, cabeza y chichiltia, cosa colorada o bermeja…tomaban las sierras de Xale y Bernal y Tunal Grande por el límite de los guamares. (Jesús Dávila Aguirre, Chichimecatl.)

“… los guachichiles (ocupaban) el extenso territorio desde el Río Balsas por el sur, hasta Saltillo por el norte a través de Guanajuato, Jalisco, Aguascalientes, parte de Zacatecas, Nuevo León y Coahuila. (Wigberto Jiménez Moreno, Estudios de Historia Colonial.)

“Quachichiles: Nación de indios de los chichimecas, en Nueva España, en tiempos de su gentilidad eran de los mas brutales, vivían vagantes por los bosques y montes, manteniéndose de la caza que ejercían contra los cristianos, lo mismo que con la fieras; no daban indicio de racionalidad…”. (José Guadalupe Romero. Noticias para formar la historia y la estadística del obispado de Michoacán.)

“…los indios chichimecas no tienen sitio cierto, ni en los que habitan tienen sementeras… ni usan de casas para sus viviendas…”. (Carta del Virrey Don Luis de Velasco al Rey. 8 de octubre de 1590.)

Alimentación

“…Gustan mucho de comer carne…”. (Antonio de Ciudad Real. Tratado Curioso y docto de las grandezas de la Nueva España.)

Se alimentan de venados…”… que, en todos aquellos llanos hay mucho número de ellos y de liebres, conejos, culebras, víboras, y de esto comen asado, que cocido ninguna cosa comen”. (José de Acosta. Historia natural y moral de la Nueva.)

“...sólo se mantenían de la caza y a ella iban acompañados de sus mujeres… Cazaban venados, liebres, conejos, comadrejas, topos, gatos monteses, pájaros, y aún inmundicias como culebras, lagartos, ratones, langostas y gusanos, y de esto hierbas y raíces, se sustentaban…” (Fray Jerónimo de Mendieta. Historia Eclesiástica Indiana.)

“Comen carnes de venados, vacas, mulas caballos, víboras y de otros animales ponzoñosos, y esas (cuando más bien aderezadas) por lavar y medio crudas, despedazándolas con las manos, dientes y uñas, a manera de labreles”. (Fray Juan de Torquemada, Monarquía India.)

“Sustentándose de caza de venado, conejos y liebres y de sabandijas y frutas silvestres, como son tunas, mezquites y panales…”. (Fray Isidro Félix de Espinosa. Crónica de la Provincia de los Apóstoles San Pedro y San Pablo de Michoacán.)

“…Algunos alcanzan pescado y los pescan con la flecha y otros los toman en canales y nazas y algunos a zambullidas nadando…”. (Jesús Dávila Aguirre, Chichimecatl.)

Fuente:

Alberto Antonio Loyola Pérez. Los historiadores escriben sobre los chichimecas en San Luis de la Paz: Nación chichimeca.  Comisión Municipal del Municipio de San Luis de La Paz, Gto., para la Organización de la Conmemoración del Bicentenario del inicio del Movimiento de Independencia Nacional y del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana. Guanajuato, 2010. pp.32-34

viernes, 24 de marzo de 2017

El centro-norte de México y la presencia del pueblo Chichimeca

  Hace poco alguien dijo que yo no escribo, sino que escribo para leer. El comentario me pareció poco claro y entendí que quien lo dijo no me entiende o sólo vio una o dos de mis publicaciones. Por si acaso lee esto que hoy comparto agregaré a su comentario que yo sí escribo y que también transcribo pues bien puedo dar mi punto de vista sobre tal o cual tema, pero, en este mundo que se me (nos) abrió con la implementación de las bibliotecas digitalizadas bien podría dar el enlace a la obra, pero, en aras de eficientar el tiempo al lector solo transcribo y, más importante aún, comparto lo que creo es interesante y se relaciona con los temas que trato en El Bable. Dicho lo anterior, pasemos a la lectura de hoy, asociada a Chichimecas.

  “El área Norte-Centro comprende básicamente el altiplano con exclusión del Valle de México. Asimismo, se excluye el actual estado de Michoacán, tierra de los tarascos, que se resistieron con éxito a la expansión azteca. Excepción en el paisaje árido y desolador del altiplano es la región del Bajío, a caballo entre el norte de Michoacán y el sureste de Guanajuato, una cuenca fértil cruzada por el Lerma y sus afluentes. El Bajío, sin embargo, esa tierra chichimeca para los tarascos. Igualmente, fue en los primeros años frontera de guerra para los españoles, que fundaron presidios y ciudades, para proteger el camino a las minas del norte. Más allá del Bajío se extiende la tierra seca e interminable de la Mesa del Norte.

  El Norte-Centro de México coincide bastante con los reinos o provincias de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya. Fue “la tierra de guerra” por antonomasia, el escenario de los primeros descubrimientos de mineral de plata y de las rebeliones más numerosas y violentas.

  "Los cuatro grupos indígenas principales de la Gran Chichimeca, según la delimitación de Powell, eran los pames, guamares, zacatecos y guachichiles. Los pames eran los menos belicosos y los más próximos a la ciudad de México aunque esencialmente nómadas habían adquirido de los otomíes algunos rasgos culturales que los diferenciaban de sus vecinos. En los primeros años, tras los descubrimientos de plata en Zacatecas, se limitaron al robo de ganado respetando generalmente la vida de los españoles. En la década de 1570 se hicieron más belicosos causando muertes e incendios en gran escala. Los guamares se centraban en la sierra de Guanajuato, pero llegaban por el norte hasta San Felipe (Guanajuato), por el este casi hasta Querétaro, a veces tan al sur como el río Lerma, y por el noroeste hasta Aguascalientes. Según las fuentes españolas, formaban una especie de confederación intertribal y estaban considerados como los más valientes, belicosos y traidores de todos los chichimecas, aunque estos calificativos los aplicaban los españoles a todas las tribus chichimecas. Los zacatecos eran más próximos a las nuevas minas de plata, su territorio se solapaba con el de guachichiles y tepehuanes, vagaban en contacto con los irritas. Los zacatecos eran nómadas en su mayoría, valientes y temidos por otras tribus. Los guachichiles ocupaban más territorio que cualquiera de sus vecinos, eran especialmente belicosos y valientes, y se movían desde Saltillo, en el norte, hasta San Felipe al sur, y desde la división de la Sierra Madre Oriental hasta la ciudad de Zacatecas. Su principal centro era el Tunal Grande, la comarca donde se fundaría San Luis Potosí. La situación al norte de guachichiles y zacatecos era especialmente confusa en el siglo XVI. Las lenguas recogidas por las fuentes son tantas que la gran mayoría debieron ser dialectos cuyos nombres servían para denominar “naciones”, según la terminología de los españoles, aunque apenas se diferenciaban entre sí por su cultura. Algunos de estos grupos eran los laguneros, tobosos, cacaxtes, conchos, chisos. Muy al norte sobrepasando los límites de Chihuahua, estaban jumantos, sumas, mansos, janos y jacomes.

  Las semejanzas en la economía y organización social de los chichimecas permiten una descripción general a pesar de su amplia distribución geográfica. Vivían desnudos o apenas se cubrían con algunas pequeñas prendas hechas de piel. Hombres y mujeres llevaban el cabello largo, hasta la cintura. La pintura y el tatuaje servían para distinguir una tribu de otras, y a veces los hombres de las mujeres. Se cobijaban en cuevas o en simples chozas de materia vegetal. Se alimentaban de tunas, mezquite, bellotas, raíces y semillas de caza y algo de pesca. Todo lo aprovechaban, desde gusanos, serpientes y ratas hasta ranas, conejos, venados y aves. A su tiempo, incluyeron en su dieta la mula, el caballo y el ganado que habían introducido los españoles. El jugo del agave sustituía al agua en caso de necesidad. Prestaban alguna forma de culto a los astros, a deidades animales y a ciertos árboles y hierbas. El ritual  religioso se aplicaba a los muertos, a los cautivos y a un cierto canibalismo. La organización social no iba más allá de la tribu, generalmente más pequeña en el norte del área que en el sur. La familia y la ranchería eran unidades básicas, predominando la poligamia en el norte, y la monogamia en el sur. La presencia de los españoles y de los indios sedentarios fortaleció la cohesión social y favoreció al acercamiento entre algunas tribus contra un enemigo común” (1).


Fuente:

Jiménez, Alfredo. El gran norte de México: Una frontera imperial en la Nueva España 1540-1820. Editorial Tebar. Madrid, 2006. pp. 83-86


miércoles, 22 de marzo de 2017

Los Chichimecas, el pueblo menos conocido del antiguo México

   Es un pueblo desconocido porque siempre hemos especulado en torno a él y poco nos hemos atrevido a estudiarlo. Si entender la civilización Azteca, Maya, Tolteca u Olmeca, es complicado, más aun a los Chichimecas que, siendo un pueblo derrotada y en el entendido de que son los triunfadores quienes escriben la historia; creemos es poco lo que hay de ellos… más bien, poco interés le hemos puesto en entender lo que fue el confuso periodo mexicano en el “principio de los tiempos” por pretender colocarlos en algún momento del ahora llamado time-line.

 En este Bable ya dimos cuenta de algunos datos, como que al decir “Chichimeca” estamos englobando a una cantidad grande de pueblos, sesenta en número, si mal no recuerdo, pero, al haber pocas fuentes que nos den datos precisos de la grandeza Chichimeca, caemos en el coloquial “chichi” y su significado y de que eran nómadas, punto. Pero más bien deberíamos poner un punto y coma y tratar de entender lo que fueron. Para ello colaboro transcribiendo esto que Clavijero nos dejó como herencia de veracruzano que fue a morir por caprichos o intereses del “Rey de las Españas” y sus días terminaron en Bolonia, Italia.

  “Con la destrucción de los Toltecas quedó solitaria y casi enteramente despoblada la tierra de Anáhuac, por espacio de más de un siglo, hasta la llegada de los Chichimecas (1). Eran estos, como los Toltecas que les precedieron, y las otras naciones que les vinieron en pos, originarios de los países septentrionales; pudiéndose con razón llamar el Norte de América, como el de Europa, la almáciga del género humano. De uno y otro salieron, a guisa de enjambres, naciones numerosísimas a poblar las regiones del Mediodía. El país nativo de los Chichimecas, cuya situación ignoramos, se llamaba Amaquemecan, donde, según decían, los monarcas de su nación habían dominado mucho tiempo (2).

  Era singular, como parece por su historia, el carácter de los Chichimecas; porque á cierta especie de civilización, unían muchos rasgos de barbarie. Vivían bajo la autoridad de un soberano, y de los jefes y gobernadores que lo representaban: su sumisión no cedía a la de las naciones más cultas. Había distinción de plebeyos y nobles: los primeros estaban acostumbrados a reverenciar a los que eran superiores a su condición por el nacimiento, por el mérito o por la voluntad del príncipe. Vivían congregados en lugares compuestos, como debe creerse, de míseras cabañas (3); pero no se empleaban en la agricultura, ni en las artes compañeras de la vida civil. Se alimentaban de la caza, de las frutas y de las raíces que les daba la tierra inculta. Su ropa se componía de las toscas pieles de las fieras que cazaban, y no conocían otras armas que el arco y la flecha.

  Su religión se reducía al simple culto del sol, al que ofrecían la yerba y las flores del campo. En cuanto a sus costumbres, eran ciertamente menos ásperos y rudos, que lo que permite la índole de un pueblo cazador.

 Xolotl, primer rey de los chichimecas en el Anáhuac.

  El motivo que tuvieron para dejar su patria, es incierto, como también lo es la etimología del nombre Chichimecatl (4). El último rey que tuvieron en Amaquemecan, dejó dividido el gobierno entre sus dos hijos Achcauhtli y Xolotl. Este, o disgustado, como suele suceder al ver dividida su autoridad, quiso probar si la fortuna le deparaba otros países en que pudiera reinar sin rivalidad, o viendo que los montes de su reino no bastaban al alimento de los habitantes, cuyo número aumentaba, intentó remediar la necesidad mudando de residencia. Tomada aquella resolución por uno o por otro motivo, y hecho por los exploradores el reconocimiento de una gran parte de las tierras meridionales, salió de su patria con un gran ejército de sus súbditos, que o por afecto o por interés quisieron seguirlo. En su viaje iban encontrando las ruinas de las poblaciones Toltecas, y especialmente las de la gran ciudad de Tula, a la que llegaron después de diez y ocho meses de marcha. Dirigiéronse en seguida hacia Zempoala y Tepepolco, a distancia de cuarenta millas del sitio de México. De allí mandó Xolotl a su hijo el príncipe Nopaltzin á observar el país. El príncipe recorrió las orillas de los dos lagos y las montañas que circundan el delicioso valle de México, y habiendo observado el resto del país desde una elevación, tiró cuatro flechas a los cuatro puntos cardinales, en señal de la posesión que en nombre del rey su padre tomaba de toda aquella tierra. Informado Xolotl de las circunstancias del territorio, tomó la resolución de establecerse en Tenayuca, a seis millas de México, hacia el Norte, y distribuyó toda su gente en las tierras comarcanas; pero por haberse agolpado la mayor parte de la población hacia el Norte y hacia el Nordeste, aquellas tierras tomaron el nombre de Chichimecatlctli, es decir, tierra de los Chichimecas. Los historiadores dicen que en Tenayuca se hizo la revista de la gente, y que por eso se le dio el nombre de Nepohualco, que significa numeración; pero es increíble lo que dice Torquemada, a saber: que de la revista resultó mas de un millón de Chichimecas, y que hasta su tiempo se conservaron doce montones de piedras de las que ellos iban echando al pasar la reseña. No es verosímil que tan numeroso ejército se pusiese en camino para una jornada tan larga, ni parece posible que un distrito tan pequeño bastase a un millón de cazadores (5).

  Establecido el rey en Tenayuca, que desde entonces destinó para corte de sus estados, y dadas las órdenes oportunas para la fundación de las otras ciudades y villas, mandó a uno de sus capitanes, llamado Achitomatl, que fuese a reconocer el origen de ciertos ríos, que él había observado durante la expedición. Achitomatl encontró en Chapultepec, en Coyoacán y en otros puntos, algunas familias Toltecas, de las cuales supo la causa y la época de la destrucción de aquel pueblo. No solo se abstuvieron los Chichimecas de inquietar aquellos míseros restos de tan célebre nación, sino que contrajeron alianza con ellos, casándose muchos nobles con mujeres Toltecas, y entre ellos el mismo príncipe Nopaltzin se casó con Azcaxochitl, doncella descendiente de Pochotl, uno de los dos príncipes de la casa real de los Toltecas, que sobrevivieron a la ruina de su nación. Esta conducta humana y benévola produjo grandes bienes a los Chichimecas; pues con el trato de la laboriosa nación que los había precedido, empezaron a aficionarse al maíz y a otros frutos de su industria: aprendieron la agricultura, el modo de extraer los metales, el arte de fundirlos, el de trabajar las piedras, el de hilar y tejer algodón, y otras muchas, con cuyo auxilio mejoraron su alimento, su traje, sus habitaciones y sus costumbres.

Llegada de los Acolhitis y otros pueblos.

  No contribuyó menos eficazmente a mejorar la condición de los Chichimecas, la llegada de otras naciones civilizadas. Apenas habían pasado ocho años después del establecimiento de Xolotl en Tenayuca, cuando llegaron a aquel país seis personajes, que parecían de alta condición, con un séquito considerable de gente (6). Eran estos de un país septentrional, próximo al reino de Amaquemecan, o a lo menos no muy distante de él, cuyo nombre no dicen los historiadores; pero tenemos motivos para creer que era Aztlán, patria de los Mexicanos, y que estas nuevas colonias eran aquellas seis tribus célebres de los Nahuatlacas, de que hablan todos los historiadores de México, y de que luego haré mención. Es probable que Xolotl enviase a su patria el aviso de las ventajas de aquel país, donde se había establecido; y que esparcidas estas noticias entre las naciones circunvecinas, mucha s familias se decidiesen a seguir sus pasos, para ser partícipes de su felicidad. También puede pensarse que sobrevino una escasez en aquellas tierras del Norte, y que esta circunstancia obligó a muchos pueblos a buscar su sustento en las del Mediodía. Como quiera que sea, los seis personajes que vinieron a Tenayuca, fueron benignamente recibidos por el rey Chichimeca, el cual, informado del motivo de su viaje, y de su deseo de establecerse en aquellas regiones, les señaló tierras en que pudieran vivir y propagarse.

   Pocos años después llegaron otros tres príncipes con un grueso ejército, de la nación Acolhua, originaria de Teoacolhuaean, país vecino, ó no muy remoto del reino de Amaquemecan. Llamábanse estos magnates Acolhuatzin, Chiconcuauhtli, Tzmtecomatl, y eran de la nobilísima casa de Citint su nación era la más culta y civilizada de cuantas habían venido a aquellas tierras después de los Toltecas. Fácil es de imaginarse el rumor que produciría tan extraña novedad en aquel reino, y la inquietud que inspiraría á los Chichimecas tanta multitud de gente desconocida. No parece verosímil que el rey les permitiese entrar en su territorio, sin informarse antes de su condición y del motivo de su venida. Hallábase a la sazón el rey en Tezcoco, adonde había trasladado su corte, o cansado de vivir en Tenayuca, o atraído por la ventajosa situación de aquella nueva residencia. A ella se dirigieron los tres príncipes; y presentados al rey, después de una profunda inclinación, y de aquella ceremonia de veneración, tan común entre ellos, que consiste en besarse la mano, después de haber tocado con ella el suelo, le dijeron en sustancia: “Hemos venido, o gran rey, del reino de Teoacolhuacan, poco distante de vuestra patria. Los tres somos hermanos e hijos de un gran señor; pero instruidos de la felicidad de que gozan los Chichimecas bajo el dominio de un rey tan humano, hemos preferido a las ventajas que nos ofrecía nuestra patria, la gloria de ser vuestros súbditos. Os rogamos, pues, que nos deis un sitio en vuestra venturosa tierra, en que podamos vivir dependientes de vuestra autoridad, y sometidos a vuestros mandatos". Quedó muy satisfecho el rey, menos de la gallardía y de los modales cortesanos de aquellos nobilísimos jóvenes, que de la lisonjera vanidad de ver humillados a su presencia tres príncipes atraídos de tan remotos países por la fama de su poder y de su clemencia. Respondió con agrado a sus expresiones, y les prometió condescender con sus deseos; pero en tanto que deliberaba sobre el modo de hacerlo, mandó a su hijo Nopaltzin que alojase aquellos extranjeros, los cuidase y atendiese.

  Tenía el rey dos hijas en edad de casarse, y pensó darlas por esposas a los dos príncipes mayores; mas no quiso descubrir su proyecto, hasta haberse informado de su índole, y estar cierto de la aprobación de sus súbditos. Cuando quedó satisfecho sobre ambos puntos, llamó a los príncipes, que no dejaban de estar inquietos acerca de su suerte, y les manifestó su resolución, no solo de darles estados en su reino, sino también de unirlos en casamiento con sus dos hijas; quejándose de no tener otra a fin de que ninguno de los ilustres extranjeros quedase excluido de la nueva alianza. Los príncipes le manifestaron su gratitud en los términos más expresivos, y se ofrecieron a servirlo con la mayor fidelidad.

  "Llegado el día de las bodas, concurrió tanta muchedumbre de gente á Tenayuca, lugar destinado para la celebridad de aquella gran función, que no siendo la ciudad bastante a contenerla, quedó una gran parte de ella en el campo. Casóse Acolhuatzin con la mayor de las dos princesas, llamada Cuetlaxochitl, y Chiconcuauhtli con la menor. El otro príncipe se casó con Coatetl, doncella nacida en Chalco de padres nobilísimos, en los cuales se había mezclado la sangre tolteca con la chichimeca. Las fiestas públicas duraron sesenta días, en los cuales hubo lucha, carrera, combates de fieras, ejercicios análogos al genio de los Chichimecas, y en los cuales sobresalió el príncipe Nopaltzin. A ejemplo de la familia real, se fueron uniendo poco a poco en casamiento otras muchas de las dos naciones, hasta formar una sola, que tomando el nombre de la más noble, se llamó Acolhua, y el reino Acolhuacan. Conservaron, sin embargo, el nombre de Chichimecas, aquellos que, apreciando mas bien las fatigas de la caza que los trabajos de la agricultura, ó incapaces de someterse al yugo de la subordinación, se fueron a los montes que están al Norte del valle de México, donde abandonándose al ímpetu de su bárbara libertad, y viviendo sin jefes, sin leyes, sin domicilio fijo y sin las otras ventajas de la vida social, corrían todo el día en pos de las bestias salvajes, y se echaban a dormir donde les cogía la noche. Estos bárbaros, mezclados con los Otomites, que seguían el mismo sistema de vida, ocuparon un terreno de más de trescientas millas de extensión, y sus descendientes estuvieron muchos años molestando a los españoles después de la conquista de México" (1).

Notas dadas por Clavijero:

[1] En mi Disertación II contradigo á Torquemada, el cual no cuenta más que once años entre la ruina de los Toltecas y la llegada de los Chichimecas.

[2] Nombra Torquemada tres reyes Chichimecas de Amaquemecan, y da al primero 180 años de reinado, al segundo 156, y al tercero 133. Véase lo que digo en mi segunda Disertación sobre la desatinada cronología de aquel autor. El mismo afirma positivamente que Amaquemecan distaba seiscientas millas del sitio en que hoy se halla Guadalajara; pero en más de mil y doscientas millas de país poblado que hay más allá de aquella ciudad, no se encuentra vestigio ni memoria del reino de Amaquemecan; por lo que creemos que este país, aun no conocido, es mucho mas setentrional que lo que se imagina Torquemada.

[3] Torquemada dice que los Chichimecas no tenían casas, sino que habitaban en las cavernas de los montes; pero en el mismo capítulo afirma que la ciudad, capital de su reino, se llamaba Amaquemecan: grosera y manifiesta contradicción, á menos que Amaquemecan fuese una ciudad sin casas, o que haya ciudades compuestas de cavernas. Este defecto es mu y común en aquel autor, apreciable bajo otros aspectos.

[4] Torquemada dice que este nombre se deriva de Techickimani, que quiere decir chupador, porque chupaban la sangre de los animales que cogían. Pero esta etimología es violenta, mayormente entre aquellos pueblos que no alteraban tanto los nombres. Betancourt creé que se deriva de Chichime, que significa perro, nombre que les daban por burla otros pueblos; pero si así fuera, ellos no se gloriarían, como se gloriaban en efecto con el nombre de Chichimecatl. 

[5] Torquemada dice que el país ocupado entonces por los Chichimecas tenía veinte leguas, o sesenta millas de largo.

[6] Los nombres de estos caudillos eran: Tecuatzin, Tzontehuayotl, Zacatitechc.

Fuente de la obra:

Clavijero, Francisco Javier. Historia antigua de México. Tomo I. Imprenta de Lara. México, 1844. pp. 54-57


lunes, 28 de noviembre de 2016

Llegamos a Tenayuca, Zacatecas

  Sí, el nombre de Tenayuca me causaba una cierta intriga. Por su fonética lo asociaba a pueblos del centro de México, de la periferia de lo que fue el gran lago de Texcoco, verlo aparecer en un letrero de carretera por los rumbos de Los Altos, en Jalisco, me causó sorpresa, no ligaba una cosa con la otra, es decir, el nombre del lugar con el lugar en sí. El entorno era muy distinto a la idea que el nombre Tenayuca me genera. Muy distinta la calidad de tierra, el color de la tierra, la vegetación de eso que ahora veía con la idea de vegetación que pudiera haber en la otra Tenayuca, digo que "pudiera" pues actualmente solo hay casas y casas y más casas en lo que fue una ciudad... Chichimeca.

  Pero... ¿qué no los Chichimecas eran nómadas y por lo tanto nunca construyeron ciudades? todo indica que no, que eso no es cierto, el pueblo chichimeca se convirtió en nómada, sí; pero, también, el pueblo chichimeca, antes, mucho antes de lo que imaginamos fue un pueblo sedentario que construyó ciudades. Dice Clavijero que "con la ruina de los toltecas quedó casi solitaria aquella tierra hasta el arribo de los chichimecas por un intervalo de más de un siglo...". Los toltecas, bien lo sabemos, estaban en Tula... ¿entonces?

  "Los chichimecas eran, como los toltecas que les antecedieron y las demás naciones que después les siguieron, originarios de un país septentrional; porque el norte de América puede llamarse, como el de Europa, el seminario del género humano; de uno y otro se vieron salir como enjambres, diferentes pueblos a ocupar las tierras meridionales..."

  Con esas ideas, con esas dudas o inquietudes, que pasaron por mi, digo "pasaron" porque amablemente me ofrecieron llevarme a Tenayuca, en Zacatecas, pero no en viaje a conocer, sino aprovechando un "raite" que me daría la oportunidad de ir al lugar, que si bien está próximo a la carretera, como suele suceder, el entrar en un camino vecinal, implican varias horas, poco tránsito y largas esperas. No lo dudé y me fui en el vehículo que llevaba garrafones de agua potable a entregar a Tenayuca, esa era mi oportunidad de conocer el sitio... el camino fue de lo más ameno, especialmente por la abundante plática del conductor que se conocía cada piedra de los lugares por donde íbamos pasando... ni que decir de su amabilidad, de esa que todavía existe, por fortuna, en apartados lugares de la geografía nacional.

  Salirse de una carretera con un tránsito mediano de vehículos, mediano tirando a escaso, es algo que debemos experimentar, caminos bien trazados, pavimentados, enteros, pero con poca, muy poca presencia humana que, cuando aparece, da el tiempo para detenerse en mitad de la carretera y conversar... pláticas del día a día, platicas que solamente sirven para reafirmar nuestra condición humana y nuestra necesidad de socializar.

  Un entorno más bien agreste, un clima extremo, un sol de plomo... claro es, andábamos ahí en pleno mes de mayo, mayo de 2016 cuando el cambio climático asentó sus reales, todo seco, pero por seco que estuviera encontramos belleza, todo es retratable, cada ángulo, cada rincón, siempre hay un ángulo que habla de un encanto escondido... casi escondido y lo vamos encontrando.

  Llegamos a una casa y luego de varios kilómetros a otra... llevo la ventaja, enorme, de ir con alguien que es conocido y todas las puertas se abren, puedo entrar a las casas y atisbar su intimidad... las escenas de la vida cotidiana en lugares que nunca imaginé conocer.

  Pude entrar, literalmente, hasta la cocina, sorprenderme, oler, disfrutar las pequeñas escenas de la cotidianidad que son aquellas que grabamos en lo más profundo de la memoria y que se van agrupando en lo que es el bagaje de la identidad, lo que nos hace decir "yo soy". La cocina, la estufa ya sin fogón pero fuego al fin, aglutinante de la familia, punto de encuentro de todos los aconteceres, la cocina, bendita cocina.

  Y seguir por ese camino un poco "hosco" si a lo rígido del panorama se refiere, si a sus tonos de color que nos asocian a la sequía, pero no queriendo decir por hosco que sea feo, todo lo contrario, hermoso y abundantemente bello.

  Piedras alineadas, mezquites secos que esperan las lluvias para retomar su delicioso verde y proveer de generosa sombra a los andantes del camino... y también a los semovientes.

  Puertas azules, marcos de ventanas azules, de un azul por demás particular, característico de la zona de los Altos y característico de una etapa de la historia doméstica del México y de Europa también, con fuerte acento arábigo...

  En una especie de hondonada está Tenayuca, desde lo alto se ve un caserío disperso, un poco de verde pues canales hay por ahí.. me emociona estar próximo a descubrir la duda que cargo, a ver, en primer plano una Tenayuca que, por su ubicación podría decir que es la original, una Tenayuca que fue escala de largo camino de la peregrinación en pos de la señal... señal quasi divina que conduciría a los pueblos norteños al destino que se convirtió en la sede de un imperio y, siglos más tarde, en la capital de una nación, de un país que se llama México.

  Señores, llegamos a Tenayuca, Zacatecas...










Nota: lo que está entrecomillado lo tomé de la Historia antigua de México, Francisco Javier Clavijero. Editorial Porrúa. México, 1974, p. 52

domingo, 27 de noviembre de 2016

Tenayuca, en el cerro del Tenayo, Estado de México.

   Hace unos años, cuando andaba por vez primera por el rumbo de Teocaltiche una de las cosas que me llamó la atención fue ir por la carretera y ver los letreros con los nombres de los pueblos y ranchos, uno de ellos me causó extrañeza pues sabía de la existencia de Tenayuca en el limite de la ciudad de México con el municipio de Tlalnepantla, sitio por el que pasé docenas de veces pues era la salida a Querétaro, y ver un Tenayuca en Los Altos me pareció desfasado, desubicado, debería -pensé- estar en otro sitio y no por esos lugares de Jalisco, aunque perteneciendo al estado de Zacatecas.

  Recuerdo que, también por el suroeste de Zacatecas al llegar a la terminal de un pueblo estaba un autobús que decía Tabasco... sí, iba para Tabasco, luego supe que así se llama el lugar...pero ¿si Tabasco está en el Golfo? Y ni que decir con los terribles acontecimientos de Ayotzinapa, Guerrero, en los que, surgió a la luz el basurero de Cocula... ¿pero qué no está en Jalisco? Y cuando ocurrió, en 2010 el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad del Camino Real, se mencionó a San Juan del Río, Durango... ¿qué no es Querétaro? pues sí, pero también hay uno en Durango. La lista la podríamos continuar, eso será en otra ocasión pues lo de hoy es relacionado a Tenayuca.

   Es tanta la Historia que hay en México que tiempo nos falta para poderla conocer en su totalidad y ningún tiempo bastaría para entenderla. Uno de los pasajes que desconozco y creo que bien lo podría decir en plural, que desconocemos, es el episodio de los Chichimecas. Pueblo al que "nos vendieron" como nómada, sin lenguaje escrito, sin costumbres ni tradiciones, es decir, que nada más se desplazaban de un lugar a otro en busca de comida y, ocasionalmente, buscando un mejor clima por la cosa del invierno. 
   Con Tenayuca el concepto nos cambia totalmente pues sí que había una civilización, una cultura, un pueblo con sus gobernantes, una nación, la chichimeca. Nos apoyamos en Wikipedia: "Tenayuca puede significar Sitio de la cueva grande, tal vez en referencia a que en el lugar residía el rey Xólotl. Ubicación:al pie del cerro de Tenayo en la sierra de Guadalupe."

   "El nombre de este pequeño poblado, que en náhuatl significa “lugar amurallado”, se caracteriza por tener calles empedradas y está construido sobre una extensa zona arqueológica con vestigios de cultura teotihuacana, y chichimeca, así como acolhua y mexica, después de los siglos XII-XIII. En la antigüedad se asentó en la orilla norponiente del gran Lago de Texcoco. El estudio de la zona comenzó en 1914 y se le calificó como monumento arqueológico. La Dirección de Antropología, dependiente de la Secretaría de Agricultura y Fomento, ya había tomado nota desde 1898 del promontorio de tierra y lodo que existía en el centro del pueblo, donde luego se descubriría la actual pirámide.
  "Se estima que la ciudad de Tenayuca, situada al pie del cerro del Tenayo, en la Sierra de Guadalupe, fue fundada en el posclásico, a finales del siglo XII y principios del siglo XIII, por el líder chichimeca Xólotl, con lo cual esta tribu tuvo su primera capital en la cuenca o Valle de México. El grupo chichimeca expandió sus dominios a otros asentamientos, hasta formar su chichimecatlalli ("casa o asiento de los chichimecas"). Tenayuca fue el principal lugar de poder político, hasta que el tlatoani Quinatzin trasladó el reino a Texcoco.

   "Xólotl, ya asentado en Tenayuca, fue visitado por tres grandes señores que vestían túnicas de algodón y quiso emparentar con ellos, por lo que casó a sus dos hijas: Cuetlaxóchitl y Cihuaxóchitl, así como a Cihuatetzin, hija de Chalchiutlatonac, y les otorgó tierras en Azcapotzalco, en Xaltocan y en Cohuatlichan, donde ellos formarían sus propios reinos. Al cambiar el reino a Texcoco, Tenayuca quedó en manos de un señor principal: Tenancacaltzin, quien enfrentó la guerra contra los mexicas, mandados por los tecpanecas de Azcapotzalco en 1299, y se apoderó de la ciudad. Después de la Triple Alianza, en 1425, Tenayuca quedó bajo el dominio de Tenochtitlan, y después de la conquista de México en 1521, entró en un periodo de decadencia y fue destruida, ocultada como muchas otras zonas de origen mesoamericano para construir templos cristianos, utilizando las piedras como material".

   Es así que, en Tenayuca existió un puebo que, en buena medida fue fundamental para la creación de Tenochtitlán, será bueno conocer más de ella, pero, sobre todo, entender que lo de Chichimeca más que un término despectivo de "perro que mama", fue un pueblo base para el desarrollo de lo que fueron otros más grandes. Clavijero incluye en su Historia Antigua de México un capítulo dedicado a los reyes chichimecas, eso lo tendremos que leer... no será ahora, es algo que me dejo de tarea, mientras tanto veamos algunas imágenes de lo que fue Tenayuca.










   Para ver más de la zona arqueológica de Tenayuca, entra aquí.