Hay veces que, al cambiar de género no entendemos bien las cosas. Me explico. El género masculino que usamos para nombrar a un río es eso. Un río en masculino. No debemos hacer más explicación pues sabemos perfectamente lo que es un río aunque, al paso que van las cosas, dudo que la próxima generación sepa lo que es un río. Lo digo en base a la desaparición que de ríos y arroyos tenemos en el Bajío. Esto seguramente no aplica para quienes viven por Tabasco pues, según lo acabo de ver, los ríos por allí son caudalosos.
El término ría, así, en femenino, se refiere a un cuerpo de agua que corre en forma paralela a la orilla del mar, siendo ambas aguas separadas por una franja de tierra o, más precisamente, de arena. Hace algunos meses, cuando estaba en San José del Cabo, en varias ocasiones te comentaba sobre el estero que allí hay y fue allí que concluimos que un estero no es otra cosa que una ría. Así pues, esta vez nos encontramos al norte de la península de Yucatán, en el punto oriental de la Ría de Lagartos; en un pueblo de pescadores llamado El Cuyo.
Para llegar aquí fue menester tomar la carretera libre que va de Cancún a Valladolid; hay también autopista pero, preferimos ir por la libre con la finalidad de irnos adentrando más al modo y costumbres de esta parte de México. Más aun, para ir asimilando el excepcional paisaje que guarda la selva baja de Yucatán o, siendo precisos, lo que queda de la selva por estos lares.
Al llegar al poblado de Leona Vicario, doblamos al norte, pasamos por Kantunilkín y luego seguimos para la Colonia Yucatán, apenas 36 kilómetros más y ya estábamos cruzando la ría, es decir, el estero, para entrar al pueblo del Cuyo y dirigirnos directamente a al playa, algo en realidad bello, un tono de mar y arena muy distinto de lo que es el Golfo de México y, a la vez, diferente del mar Caribe, esta parte norte de Yucatán, sin lugar a dudas tiene su sello propio.
El mar es azul, la arena blanca, la abundancia de aves marinas nos dice de la razón por la cual la UNESCO decidió declarar a esta parte de México como Reserva de la Biósfera. Sus características la vuelven algo único. La alta concentración salina hace el hábitat ideal para el Flamingo o Flamenco rosa, vamos en busca de él.
Estamos en el último día de una fuerte ventisca, de un norte que se sintió por la zona con fuertes vientos; aun así el mar sigue con su color intenso pero en la playa vemos una gran cantidad de sargazo y de residuos que fueron sacados del fondo de coral y arrojados a la costa por la misma fuerza del oleaje. Comenzamos a ver una enorme cantidad de crustáceos que fueron el festín de las aves marinas.
El color del mar es hipnótico...
La tranquilidad y la nula presencia humana nos dice de un lugar ideal para reposar...
Esto es lo que el mar está arrojando. Ramas submarinas en donde han crecido infinidad de crustáceos.
Esto que parece un cerebro no es otra cosa más que la vegetación que crece en el fondo marino.
Conchas por todos lados, cientos de ellas.
Más bien miles de ellas...
Este mar que es una mezcla de Golfo de México con Atlántico y Caribe tiene su propio sello. Sigamos viendo más tomas que hice en El Cuyo, Yucatán.
Terminamos de la caminata por la playa y ahora vamos a descubrir el pueblo.
Estando en Yucatán lo que menos podemos esperar en la plaza principal es el templo con una espadaña encima y una banca doble... para platicar.
El dicho reza que "en el mar la vida es más sabrosa", creo que con esta toma lo estamos comprobando.
Característico de Yucatán, y de todo el Sureste de México, es el uso del color, en abundancia....
La Plaza Central.
Y más color....
Color por todas partes...
En cada rincón.
El Cuyo se localiza en el Municipio de Tizimín, lugar en donde el culto a los Santos Reyes existe desde hace varios siglos, y perdura, según lo pudimos comprobar.
Indudablemente que estamos en Yucatán.
Este es el acceso a El Cuyo, cuando cruzas por la Ría Lagartos. Esas bolas rojas sirven para evitar que los cables de la energía eléctrica choquen unos con otros.
Esta es la parte oriental de la Ría Lagartos.
Y el premio lo tuvimos aquí, a pocos kilómetros del Cuyo.
Los flamencos en su estado natural.
¡Que belleza!
ResponderEliminarMis felicitaciones por esas extraordinarias fotografías que reflejan un poco la belleza de la tierra yucatanense
ResponderEliminarQue bonito, información como esta hace valorar el lugar donde vivimos!
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