Estamos en el día 33 de mi recorrido, 33 es el número que por -creo- catequización, asociamos con Jesús pues 33 eran los años que tenía -se dice- cuando murió. Ese número lo veo como un tres, número de la divinidad, potencializado, exponenciado, dualificado. En fin, mero comentario al calce que hago en este andar por los caminos y, justo ahora, nos vamos a andar el camino que más nos gusta: el de Tierra Adentro, por el rumbo de donde -dicen- se gestó el término con el que lo conocemos, el estar adentro, rumbo norte, por tierras desconocidas. Llegamos a Encinillas en el municipio de Polotitlán, Estado de México y esto es lo que encontramos allí.
Por gran suerte conocí a unas personas en Jilotepec que gustan de pasear por la región y la conocen a la perfección; cuando les comenté de mi interés por conocer los vestigios del Camino Real me dijeron que hay partes por donde se ven construcciones, postas, garitas e incluso sobreviven partes del empedrado que tuvo en sus mejores momentos. Me preguntan que si realmente me interesa verlo. Por supuesto que sí, respondí, pues vamos para que lo veas, me dijeron.
Enfilamos a Arroyozarco, rumbo que me es ligeramente familiar y del que te he ya comentado, bajamos para caminar por uno de los portales que sobreviven, a sorprendernos con la magnificencia de sus construcciones que, a pesar del olvido, siguen manteniéndose en pie, pasamos frente al que fuera Hotel de las Diligencias que tienen tal grado de deterioro que el acceso principal está ya cerrado. Cruzamos el puente del arroyo Zarco que está depauperado a tal grado que emana olores desagradables. Seguimos por un camino estrecho, apenas pavimentado unos 3 kilómetros y luego por una terracería, nos aproximamos a la comunidad que lleva por nombre Encinillas.
Al pasar por la primera construcción, que estaba justo sobre el Camino Real de Tierra Adentro, alcanzo a notar esta forma poco usual, una pirámide trunca, supongo era un silo, me recuerda a esos que hemos visto por el rumbo de la hacienda del marqués de Jaral de Berrio, solo que, este de planta cuadrada. Me comentan que por ahí era en donde había una desviación del Camino Real que partía de Encinillas a Arroyozarco pues el camino seguí su rumbo norte a Polotitlán.
Estas construcciones eran casas que igual pudieron proporcionar algún servicio a los viajantes de Tierra Adentro. Los sitios, uno frente al otro, están abandonados, desmoronándose. Creo que esta zona, si se recuperara, bien podría funcionar como una especie de parque temático para que veamos las dimensiones que el camino tenía y los servicios que a lo largo de él se iban proporcionando. Soñaré un poco y pensaré que si en lugar de haber construido la absurda Estela de Luz se hubieran empleado esos recursos en rescatar esta zona, tendría un gran atractivo, con la enorme ventaja que por allí, a escasos metros, pasa la autopista México-Querétaro.
Me comentan que el primer destructor del Camino Real de Tierra Adentro que hubo fue la entonces Secretaría de Obras Públicas, cuando en la década de los cincuenta, comenzó a construir la autopista entre México y Querétaro. Y es muy cierto pues, ahora que hice este recorrido, en cosa de 30 kilómetros, cruzamos en tres ocasiones de un lado al otro de la autopista, siguiendo el trazo original de Tierra Adentro.
Sabemos bien que el Camino Real se comenzó a trazar en la segunda mitad del siglo XVI, ya para el XVII estaba bien marcado y con un tránsito considerable entre Zacatecas y Guanajuato, con sus ricos cargamentos de plata que venían del norte al sur y con todos los insumos necesarios que partían de la ciudad de México con rumbo norte. Esta construcción que estamos viendo, con ese silo piramidal, es quizá de finales del siglo XVIII.
Y del otro lado del camino, por cierto, algo que ahora aprendí y que visualicé 'in situ' fue la anchura que mantenía, pensaba erróneamente que el Camino Real era un hilito, del mismo ancho que la mayoría de los puentes que se levantaron a su paso, pero no es así, su anchura era generosa, con facilidad pasaban tres carretas a la vez, en esta toma te darás una idea de ello. Estoy para do en límite de la construcción viendo hacia la que está del otro lado. Soy malo en calcular metros, pero era bastante ancho.
Esta era una casa, levantada ya entrado el siglo XIX, mantenía todas las características de la casa mexicana con su patio central, sus paredes coloridas, sus pisos de baldosa, sus techos de tejamanil, construida toda en piedra y repellada..... imagina, -insisto- si una partida de el multimillonario botín que resultó ser la Estela de Luz se hubiera destinado al rescate de estos vestigios que tienen tanta historia que contar.
¡Qué maravilla!
ResponderEliminarfantastico!!!
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