jueves, 17 de abril de 2014

144 000: La coincidencia bíblica y maya.

 Apocalipsis 5


1. Vi entonces en la mano derecha del que está sentado en el trono un libro en forma de rollo escrito por los dos lados y sellado con siete sellos.



    Lo hemos comentado muchas veces, la cosa religiosa está llena de números, números que debemos saber interpretar. No sólo en el Catolicismo, también, quizá más aun, los vamos a encontrar en las concepciones de cosmos que los antiguos mexicanos tuvieron y hay una coincidencia enorme que me llama la atención y me hace pensar en esas fórmulas matemáticas que antes eran bien conocidas y manejadas y que ahora, con la sencillez de vida electrónica de que disponemos, sencillamente nuestra mente se ha atrofiado y no sabe interpretar, solo teclear y nada más. Me explico.

  El símbolo que ahora vemos, hermoso por cierto, lo descubrí hace no mucho tiempo, cuando andaba por el rumbo de los Altos de Jalisco, no quiero decir que sea allá en donde solamente se usa, ya que esto es universal, sino que fue allá en donde ocurrió aquello que tanto pregono: "vemos lo que conocemos", y lo vi por primera vez en Encarnación de Díaz, para luego seguirlo encontrando en muchos templos. Lo primero que se me vino a la mente es la interrogante de su significado. Un cordero, claro es, el Cordero de Dios, pero está echado, no en cualquier lugar, sino en un libro del que penden siete listones, en cada uno de ellos hay una letra, letras que el tiempo se ha encargado de borrar, o, en todo caso, que mi visión a distancia no funciona y no las supe interpretar.

    Luego aprendí que ese es un símbolo apocalíptico que nos habla del libro de los siete sellos, del cual surgen los cuatro ángeles, asociados a los Jinetes del Apocalipsis. Esa parte de la Biblia hay que leerla con mucha atención, habla continuamente de números, del 4, sobre todo del 7, luego dice del 24 y, finalmente del 144 000. Una especie de juego matemático que, al final nos dice una sola cosa: somos, los humanos, un producto aritmético.

   Seguramente tú lo haces. En México los que venimos de familia de sólida educación, una de las primeras cosas que aprendemos es a dar las gracias. "Siempre que entres a un lugar, das los buenos días, y cuando te retires, das las gracias". Esa frase la oí docenas de veces, y la sigo aplicando, son fórmulas mágicas, muy sencillas, pero fórmulas al fin que nos ayudar a abrir puertas. Pero dime, cuando la atención que has recibido ha sido mayor a la habitual, ¿no potencializas tu agradecimiento y agregas el "muchas". Y más aun, cuando lo que has recibido es mayor a todas tus expectativas das "Mil Gracias"? Yo lo he hecho docenas de veces.

   Los antiguos mexicanos visualizaban el cosmos en cuatro partes: los cuatro rumbos del universo, los cuatro vientos, y lo potencializaban multiplicándolo por cien, número rotundo: 400. Casi igual al "mil" que en la actualidad utilizamos, eso te lo he dicho mil veces. 400 eran los conejos en una borrachera, 400 los pétalos de la más hermosa de las flores, 400 las voces del más hermoso de los cantos, 400 los pezones que alimentaban a los niños muertos allá en el espacio reservado para ellos, antesala del Mictlán.

    Los mayas y su precisión calendárica establecieron primero el 0, su conteo era vigesimal, de 20 en 20 (en la actualidad el nuestro es decimal, de 10 en 10, porque así nos lo trajeron de Europa), en los calendarios usaban los Tunes, que eran los años solares de 360 días, y contaban los Katunes, que eran los 7 200 días de una veintena de años. Seguían luego los Baktunes, que eran 144 000 días; es decir, 20 Katunes. He ahí por que ellos lo interpretaban todo de forma vigesimal.

    En el Medio Oriente, donde fue concebida la religión católica original, mejor dicho, con las antiguas tradiciones judaicas, vemos la presencia de otro número: el 12. Número que en las matemáticas tiene gran importancia y que en nuestra vida cotidiana llegó a permear tanto que aun hoy día seguimos comprando cosas por docena, o más aun, contando el tiempo y entendiéndolo en función al 12. Doce horas diurnas, doce nocturnas. Doce meses forman un año. Los grados en que se divide un círculo va asociado también al 12. Hay doce signos zodiacales y, claro es, doce apóstoles. Y el origen de Israel está en las 12 tribus, que son los 12 hijos de Abraham.

    Y es allí en donde aparece el 144 000 que los mayas visualizaron en un calendario y que los hebreos lo ven como la potencialización del 12, pues, dice el Apocalipsis 7.4: "Entonces oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de los hijos de Israel". El numero aparece como idea de eso que yo nombro como "potencialización", así como el 400 entre los aztecas, acá, en esta parte del mundo donde se concibió ese libro que, se dice, escribió San Juan el Evangelista, 12 no por cien, sino por mil (potencia de la potencia) son los elegidos de cada tribu, que son doce tribus, igual a ciento cuarenta y cuatro mil. 12 x 1000 x 12 = 144 000

Curiosa, curiosa coincidencia en el tiempo, espacio y cosmovisión la del número 144 000, ¿no lo crees?
 




1 comentario:

  1. Yo me percate asta Hoy de esa considencia .disen que no ecsisten Las considencias gracias x tan Buena informasion

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