martes, 15 de abril de 2014

El cadáver de Maximiliano: 214 días de peregrinaje.

   Hace tiempo, tres décadas, comentaba con un amigo la razón por la cual me había aficionado tanto a la Historia de México; le decía que, de pronto la veía como el mejor cuento creado por una pluma exquisita que nos iba llevando de tumbo en tumbo por situaciones que parecían increíbles. Concluíamos con la consabida frase de que "la realidad siempre supera a la ficción". El pasaje del naufragio de Guerrero y Aguilar, su llegada a la costa, ahora quintanarooense y su reencuentro ocho años después con sus paisanos; la entrega de La Malinche para deleite no de Cortés, sino de uno de sus acompañantes. Las entradas de los virreyes, la llegada de míticos personajes como Humboldt, el ascenso al poder de Antonio López de Santa Anna; en fin, son tantos los pasajes que tenemos una década por delante para seguir leyendo y entendiendo lo sucedido. Y fue precisamente allí, leyendo sobre Santa Anna que me enteré de la existencia de un templo, uno más en el Centro Histórico de México llamado de San Andrés el cual fue demolido por haberse convertido en el último reducto de admiración y nostalgia para el Segundo Imperio. ¿Que qué? 

   Maximiliano llegó engañado a México, como engañados estamos nosotros al ver esta litografía, hermosa en verdad, pero fuera, lejos, de la realidad, pues lo que menos recibieron estos nobles europeos fue un recibimiento ni real, ni mucho menos imperial. Fue el 12 de junio de 1864 cuando ocurrió la llegada a Veracruz, justo tres años y seis días después, para el 18 de junio de 1867, un telegrama era enviado desde San Luis Potosí, eran las 10 de la noche con 5 minutos, quién lo recibía era el barón Anton von Magnus que se encontraba en Querétaro y decía:

   "Tengo el sentimiento de decir a V., en respuesta al Telegrama que se ha servido dirigirme esta noche, que según manifesté a V. anteayer en esta ciudad, el Sr. Presidente de la República no cree posible conceder el indulto del Archiduque Maximiliano, por las más graves consideraciones de justicia y de necesidad de asegurar la paz de la República. Soy de V., Sr. Barón, muy respetuoso y obediente servidor. -S. Lerdo de Tejada". (1)

   Era tal la tensión que había, que la ejecución del Emperador Maximiliano I de México, que los telegramas se sucedían unos a otros, los diplomáticos europeos en Veracruz, en México, en Querétaro pedían el indulto, el cual era negado por el Supremo Gobierno establecido en ese momento en San Luis Potosí. Llegó el momento en que hubo la necesidad de darle instrucciones precisas a quien estaba a cargo de la ejecución, el general Mariano Escobedo, atrasada un día y programada ya para las 7 de la mañana en el Cerro de las Campanas en Querétaro el 18 de junio; es así como, a las 9 de la mañana del mismo día Escobedo recibe el siguiente telegrama: (En la foto, una toma previo al fusilamiento del Emperador de su pelotón encargado de su ejecución, 7 elementos.)

La camisa de Maximiliano con 6 impactos de bala, lo cual quiere decir que solamente falló uno de los siete apostados.

   "Se ha pedido al Gobierno que una vez que se verifique la ejecución de Maximiliano, permitiera disponer del cadáver para ser llevado a Europa. No se ha concedido esto, pero con motivo de tal petición, el ciudadano Presidente de la República, ha acordado que se sirva Vd. proceder conforme a las instrucciones siguientes:


Primera: Una ve que se verifique la ejecución de los sentenciados, si los deudos d D. Miguel Miramón y de D. Tomás Mejía, piden disponer de los cadáveres, permitirá Vd. que desde luego puedan disponer libremente de ellos.


Segunda: Solo Vd. dispondrá lo conveniente respecto del cadáver de Maximiliano, rehusando que pueda disponer algo otra cualquier persona.


Tercera: Oportunamente mandará Vd. hacer cajas de zinc y madera, para guardar de un modo conveniente el cadáver de Maximiliano y también para los de D. Miguel Miramón y D. Tomás Mejía, si no lo piden sus deudos.


Cuarta: Si alguno pidiese que se le permita embalsamar o inyectar el cadáver de Maximiliano, o hacer alguna otra cosa que no tenga inconveniente, rehusará Vd. lo dispondrá previniendo que, sin rehusarse la presencia de estrangeros, se haga por mexicanos de la confianza de Vd., y que todo se haga de un modo conveniente por cuenta del Gobierno.


Quinta: Una vez que se verifique la ejecución, prevendrá Vd. que desde luego se cuide el cadáver de Maximiliano, y también de los otros, si no los piden sus deudos, con el decoro que corresponde después que se ha cumplido la justicia.


Sesta: Dispondrá Vd. que el cadáver de Maximiliano se deposite en un lugar conveniente y seguro bajo la vigilancia de la autoridad.


Sétima: Para el depósito del cadáver de Maximiliano y de los otros, sino los piden los deudos, encargará Vd. que se hagan los actos religiosos acostumbrados.

Lerdo de Tejada". (2)

Telegrama de Querétaro a San Luis Potosí.
Junio 19 de 1867
C. Ministro de Guerra.


   "El día 14 del presente, a las once de la noche, han sido condenados por el Consejo de Guerra formado a Maximiliano de Hapsburgo, Miguel Miramón y Tomás Mejía, a sufrir la última pena. Confirmada la sentencia por este cuartel general el día 15, a sufrir la última pena. Confirmada la sentencia por este cuartel general el día 15, se señaló el 16 para su ejecución la que se suspendió hasta hoy por disposición del Supremo Gobierno. Son las siete de la mañana, hora en que acaban de ser pasados por las armas los citados Maximiliano, Miramón y Mejía.

   Sírvase V. comunicarlo al C. Presiente de la República.
   M. Escobedo. (3)

Telegrama de Tacubaya para San Luis Potosí.
Depositado en Tacubaya el 19 de Junio de 1867
Recibido en Potosí a las 9 horas 25 minutos de la noche del 20 de Junio.

C. Presidente:

Ruego a V. concederme el cadáver de Maximiliano, para conducirlo a Europa.

Barón de Lago.

10:15pm. "Por motivos graves no se puede conceder a V. que disponga del cadáver de Maximiliano.

Lerdo de Tejada. (4)

  El gobierno de Juárez tenía cierta reserva con el cadáver, se pensaba que podría ser objeto de un nuevo enfrentamiento, se ordena, entonces, ser embalsamado, para ello se designa al Dr. Vicente Licea, al parecer se había hecho un acuerdo entre el presidente Juárez y el gobierno austriaco en el cual el cuerpo del efímero Emperador debería llegar, incorrupto a Viena. Se dice que el Dr. Licea aprovechó la oportunidad para lucrar con la máscara mortuoria, con las ropas, las pertenencias, incluso con la sangre y las vísceras del fallecido Príncipe, como en ocasiones se le nombraba. Incluso "era común observar a los sirvientes de las señoras entrar al convento de Capuchinas a entregarle al doctor Licea “lienzos y pañuelos para humedecerlos en la sangre del Habsburgo...”. Después de todo sangre azul". (5)

  Se presentó entonces el primer inconveniente, o, en todo caso, otro inconveniente, la caja hecha no era adecuada para la estatura del Emperador, dos días después el cuerpo estaba embalsamado, se quedaría en resguardo en el Convento de Capuchinas de Queréaro por casi....¡cuatro meses! En noviembre es trasladado a la ciudad de México, depositado en el templo de San Andrés para ser nuevamente embalsamado pues el trabajo realizado por Licea no había sido el adecuado, es allí en donde hubo un misterioso encuentro entre los dos personajes, pues, bajo el más estricto de los rigores, la noche del 11 de Noviembre Juárez llegó a ver a Maximiliano. "Era alto este hombre; pero no tenía buen cuerpo: tenía las piernas muy largas y desproporcionadas". Y después de otros momentos de silencio, dijo: "No tenía talento, porque aunque la frente parece espaciosa, es por la calvicie". (6) 

   "A las cinco de la mañana del 12 de Noviembre de 1867, una fuerza de trescientos caballos se detuvo a las puertas del hospital de San Andrés. Servía de escolta a dos carruajes: el uno era una diligencia; el otro un carro que tenía cierta apariencia fúnebre, que inspiraba a la vez respeto y miedo (...). El convoy se puso en marcha. Lo abre una descubierta de caballería a la que sigue inmediatamente el carruaje mortuorio; después una diligencia con cuatro personas: los encargados de entregar y recibir el cadáver en Veracruz y la cierra la escolta (...). Este aparato fúnebre recorrió las calles de Vergara, Coliseo, Coliseo Viejo, Monterillas, Jesús y del Rastro hasta salir por la garita de San Antonio Abad (...). Está el cuerpo vestido de negro y acostado sobre cojines de terciopelo en un ataúd de palo de rosa, elegante y primorosamente trabajado. Sobre la tapa está labrada una cruz, en relieve, en la cual se entrelazan hojas de viña (...). Este ataúd está depositado en una caja de zinc que no permite la entrada del aire, y ambas en una de cedro, que a pesar de estar destinada para una simple cubierta provisional, no por eso está construida con menos esmero (...). La fragata Novara que se empavesó ricamente en 1864 para traer a Veracruz al infortunado Príncipe Maximiliano como Emperador de México, es la misma encargada de llevar ahora sus restos (...). Son tres cajas en una: la interior de plomo, la intermedia de madera, y la exterior de metal blanco, primorosamente trabajada. En todo pesa ochocientas libras". (7)

   Hagamos un alto a estos sorprendentes reportes. Pongamos atención a las tres fotos anteriores a estas líneas, las tomé del portal del Museo del Ejército en Madrid, España, me parece desquiciantes a la vez que extraordinarias, fueron tomadas, aparentemente, en el templo de San Andrés esa noche en que Juárez "visitó" a Maximiliano pues la una está el cuerpo desnudo y la otra vestido, dice en la parte baja y en la posterior que fueron tomadas por  A. Duncan Cooke, fotógrafo londinense que, hasta donde sé, nunca estuvo en México, pues el que era el fotógrafo "oficial" de Maximiliano fue Françoise Aubert. Me atrevería a pensar que los negativos tomados esa noche fueron llevados a Europa y allá matizados con ese rostro casi vivo del fallecido Emperador. Me intriga ver un rostro con los ojos cerrados estando desnudo y otro, con los ojos abiertos, con apariencia de maniquí estando vestido. Me queda la duda de Duncan Cooke y su trabajo, no encuentro más información de él.

  "Los restos de Maximiliano llegaron aquí anoche en un tren especial de Trieste, custodiados por una escolta. Esperaban el tren varios oficiales austriacos, un cuerpo considerable de tropas, y una gran multitud de gente que se había reunido para manifestar su respeto al difunto, y su simpatía por los deudos que le sobreviven. La familia imperial ha recibido formalmente los restos esta tarde, en palacio. Las exequias se celebrarán con una solemne procesión y una misa de réquiem. Las manifestaciones del sentimiento popular son generales e intensas.


   Un telegrama de la misma ciudad dice así: "Las exequias de Maximiliano fueron celebradas esta tarde con gran pompa, y sus honrados restos fueron depositados en la última morada. La procesión fúnebre se formó de esta manera: a la cabeza iban las sociedades de huérfanos, llevando signos de duelo nacional; seguían el clero en cuerpo, las autoridades municipales, el mayor de la ciudad, un cuerpo de marina como guardia de honor el catafalco con los restos, profusamente decorado con siemprevivas, el almirante Tegethoff y los oficiales del ejército y la marina de uniformes y con los acostumbrados lazos de luto. En la iglesia de las capuchinas se hallaba el emperador de Austria, los archiduques, el gabinete de la corte, los generales del ejército, el cuerpo diplomático y los enviados especiales de las potencias extranjeras. Después de la misa de réquiem, el cadáver fue colocado en la bóveda preparada al efecto. Había estado todo el día el cuerpo presente, y había sido visitado por multitud de personas.


   El emperador Francisco José ha escrito una carta autógrafa al almirante Tagethoff dándole las gracias a nombre de la familia imperial, por los servicios que prestó recobrando los restos mortales del difunto emperador de México, y trayéndolos al país para darles sepultura entre sus parientes". (8)

   Juárez había decretado, años antes, las Leyes de Reforma en donde se incluían las de Desamortización, los bienes de la iglesia habían sido confiscados, el templo de San Andrés se volvió una especie de monumento para aquellos adictos al Imperio, fue entonces que se dio la orden de su demolición, en donde estaba el templo es hoy la calle Xicoténcatl, justo donde está la Cámara de Senadores y, esto que vemos en la foto, era el Hospital de San Andrés, el cual fue derruido también y en su lugar se construyó el Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas durante el porfiriato, en la actualidad es la sede el Museo Nacional de Arte.

Maximiliano fue fusilado el 19 de Junio de 1867 en el Cerro de las Campanas, Querétaro; fue enterrado en Viena el 19 de Enero de 1868, 7 meses habían transcurrido...


   Impresionante en verdad es esta relación del Dr. Andrade, del trabajo realizado en el cadáver del Emperador de México, Maximiliano I. Los datos fueron publicados en la descripción que José María Marroquí hace del templo de San Andrés, sitio en donde fuera depositado por algunas horas en la ciudad de México en su tránsito rumbo al puerto de Veracruz para ser embarcado con destino a Europa. (9)

Fuentes:

1.- Documentos para la historia contemporánea de México. Tomo I. Tipografía Mexicana. México, 1867. pp.51-52

2.- Frías, Juan de Dios. Reseña histórica de la formación y operaciones del cuerpo de ejército del norte durante la intervención francesa: Sitio de Querétaro. Imprenta de Nabor Chávez. México, 1867. pp.712-713

3.- Documentos... p.56

4.- Ibid. p.57

5.- Rosa, Alejandro. Maximiliano en el templo de San Andrés. 2012. Wikiméxico.

6.- La visita secreta de Juárez al Hospital de San Andrés. Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán. No. 236, Primer Trimestre del 2006. Mérida. pp.16-21

7.- Documentos... pp. 135-140

8.- Ibid. pp.149-151

9.- Marroquí, José María. La ciudad de México, Tomo III. Imp. y Lit. La Europea. México, 1900

Al paso del tiempo se levantaría una capilla en el sito en donde fueron fusilados Maximiliano, Mejía y Miramón, en el Cerro de las Campanas, en Querétaro.

16 comentarios:

  1. Que interesante, cuanta historia tiene México!!!!, uno no sabe, hasta que investiga por su propia cuenta, ya que desafortunadamente en la escuela se nos enseña con un detalle muy escueto sobre los acontecimientos históricos. Saludos y un abrazo.

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  2. Increible !!! Que buen relato, y observando detenidamente las proporciones del cuerpo no coinciden, tal parece que son fraudulentas...pero y que paso con su esposa???

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    1. Carlota de México sucumbió a la locura y no se recuperó de nuevo. Mentalmente obnubilada le sobreviviría 60 años más a Maximiliano, para después ser enterrada en la Cripta de Laeken (Bélgica) muy lejos de la Cripta de los Capuchinos (Viena), donde descansan los restos de su amado, sin duda una trágica historia de amor, quizá no correspondido en su totalidad.

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    2. Enloqueció al abandonar a Maximiliano para tratar de obtener ayuda en europa y fracasar.
      Pero hay una teoría en la que se dice que al no poder concebir hijos, va a buscar una curandera que le receta hongos, los cuales no recuerdo el nombre, pero que produce locura a largo plazo.

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  3. Del fusilamiento:
    Que existan siete verdugos y solo seis impactos se debe a que siempre hay un arma cargada con una bala de salva. El que toma el rifle no sabe que bala le ha tocado. Esa pequeña duda permitirá que viva el resto de su vida sin volverse loco moralmente, al permitirse el "consuelo" interno de que él no participó en el asesinato a sangre fría de un hombre.

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    1. Tengo entendido que a Maximiliano se le dio el tiro de gracia en el pecho porque batallaba para morir

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  4. Un tío abuelo mío, participó cuando era muy jovencito, en uno de los regimientos de voluntarios austrohúngaros que fueron a pelear en México por la casa de Habsburgo. No oficialmente, claro está. Según el decir de los viejos de la familia, jamás volvió de México. Cuando se invaden a otros países, sin tener razón alguna para ello, es normal que al final la razón de ellos sea la que prevalezca. ¡Viva México!

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  5. EL TIRANO DIGNO DE ADMIRACION? QUE CRUELDAD TANTOS MESES Y ULTRAJADO SIN DERECHOS PAGARIA JUAREZ POR ESTO

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  6. Un arquitecto de El Salvador escribio un libro en el que narra que Maximiliano no fue fusilado y terminó sus dias en aquel pais bajo el nombre de Justo Armas. Fue una desaparicion forzada, de haber sido cierto el fusilamiento, México hubiera sido invadido por varias potencias mundiales a quienes les debía el gobierno mexicano y con las que negoció sus deudas, Francia, Prusia, Austria

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    1. parece ser que así fue; la masonería se impuso y lo protegio en San Salvador se a demostrado con una prueba de ADN que Justo Armas era Maximiliano solo falta saber a quien pertenece el cadáver de la cripta oficial.

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    2. Eso que dice esa persona es una estupidez.
      Como buen salvadoreño, ignora por completo la historia de México.
      Hubo cientos de personas que atestiguaron personalmente el fusilamiento.

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  7. Claro que Maximiliano fue fusilado.
    Juárez le envío un mensaje muy claro a todas esas potencias que mencionas, principalmente a la corona austro-hungaro:
    Al que se le ocurra de ustedes querer jugar a invadir y controlar a México, saldrá patas por delante como este.

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  8. Tienes razón anónimo tengo en mis manos la fotografía original de Maximiliano,el se encuentra con ropa de manta envuelto en un petate en el suelo,atrás se encuentra el batallón que lo fusiló

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  9. Parabéns pelo maravilhoso trabalho que fez

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  10. Excelente recopilación de información, la SEP cuenta puras tonterias.

    Saludos.

    Felicidades.

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  11. Justo Armas no era Maximiliano. Justo Armas era Juan Salvador de Austria, príncipe de Toscana, archiduque de Austria, de la casa Habsburgo Lorena. Que cambió su nombre por el de Juan Orth, bohemio, aventurero, que desapareció con su yate en la zona de Subamérica. En El Salvador se hizo cargo de algunos enseres de su tío Maximiliano, tras su muerte, ya que uno de los dos barcos que los llevaba a Austria fue hundido por una tormenta en la zona de El Salvador (la vajilla imperial, fotos, y otros enseres). La historia de México fue muy turbulenta, como lo fue la de España. Saludos desde Leon/España.

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