viernes, 10 de febrero de 2017

Arte funerario en el panteón de Guanajuato

   A un panteón, o cementerio si lo quieres nombrar así... más aún (peor aún) a un camposanto, puedes entrar por motivos varios. Regularmente, siendo niños vamos obligados y con cierto temor... temor a lo desconocido. Siendo "mayorcitos" vamos con dejo de "me vale madre" pues, [juventud divino tesoro] pensamos que siempre seremos jóvenes y lo demás... no cuenta. Así de simple. Pero cuando la muerte nos es próxima, al panteón vamos con tristeza... Y cuando andamos en busca de paz, serenidad y arte {mucho arte} entonces (mi caso) llegamos a panteones verdaderamente espectaculares en los que encontramos eso: arte. Arte del bueno.

  El arte funerario ha estado siempre, desde las pirámides de Egipto... o la de Pakal en Palenque, hasta nuestros días... pero... ¿hay arte funerario en nuestros días? ¿Qué tan artístico es tirar las cenizas en el mar o en la montaña? ¿Cuánto arte hay en los nichos de las Parroquias?... Juan Domínguez...

  Meternos a la cosa funeraria de la antigüedad, sea en el mundo que específicamente en México, es cosa complicada. Adentrarnos en la cosa fúnebre novohispana nos llevaría mucho tiempo y ya hemos hecho mención de ello en este espacio. De la enfermiza idea de morir y más enferma aun de las penas en el Purgatorio y, peor aun, en el Infierno, igual hemos hecho mención. Así que, para no meternos en honduras (como lo hizo Cortés en las Hibueras), mejor veamos lo mejor que la producción mexicana ha tenido en términos de arte funerario a finales del siglo XIX, es decir, en el Porfiriato.

  El afrancesamiento mexicano, luego de cuatro décadas de Invasión Francesa, fue tal, que estuvo presente en los estilos decorativos, en los arquitectónicos... y en los funerarios. En las costumbres, en el joie du vie... quienes lo pudieron sostener y en tantas cosas que, cuando vamos a ciertos sitios, con ojo bien agudo, vamos descubriendo los muchos detalles que nos hablan de ese tiempo. 

  Ojo avispado que, en este caso se manifiesta como el Ojo de Dios... el Ángel de la Muerte... el Manto Sagrado de la Muerte.... el Paso del Tiempo... el Alfa y Omega, principio y fin. El triunfo de la muerte en la vida eterna y tantas otras cosas más es lo que vamos descubriendo al caminar por el Panteón de Guanajuato que, al igual que San Fernando en México, el de Durango, el de Belén en Guadalajara y algunos otros más, son una verdadera lección de arte, arquitectura y sentido de vida, asociado a la muerte.


























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