Puerta eres del cielo,
Llave misteriosa:
Sombra de San Pedro
Mírame piadosa.
Fui testigo de una especial ceremonia estando en la parroquia de San Miguel en Temascalcingo durante el pasado Corpus. Como ya te lo comenté, la víspera fue una celebración desquiciante, han pasado varios días y aun me sigue rebotando en la cabeza el sonsonete con que se acompañaba la danza extraña que, por horas se ejecutó. Al otro día, estando ya en la entrada de las distintas comunidades que llegaban a dejar sus ofrendas, cuando lo hizo la de San Pedro El Alto fue algo que pude seguir hasta que instalaron su altar.
Esperé un buen rato a que terminaran de arreglarlo y noté que había una pareja, muy joven que llevaba un niño de brazos que al igual que yo, esperaban a que estuviera listo el altar, lo que yo quería era tomar una fotografía y lo que ellos buscaban era otra cosa.
Finalmente con el niño en brazos de su padre, el mayordomo comenzó una oración difícil de entender, lo hizo con tal solemnidad que sentí curiosidad de saber de que se trataba. En la mano llevaba un par de llaves, atributo con que se reconoce al Apóstol, el rezo siguió y una de las llaves le fue introducida en la boca al niño.
En la perturbación de tal ceremonia, de la cantidad de gente, de los rezos, el copal, las velas y todo el ambiente tan particular del momento no pregunté al Mayordomo de lo que se trataba, solo alcancé a capturar esta escena:
Te invoca el atribulado, el preso y el caminante, te llama el instante, el triste desamparado, eres fiel abogado y fuerte defensor; muro firme del viador: yo voy en jornada larga, si me salta el malhechor, Pedro tu sombra valga.
Cargo tu estampa y medalla cual, tu devoto que he sido, para no ser perseguido de ningún vil canalla, líbrame en cruel batalla que me forman las criaturas, quítame las ligaduras de mi culpa feroz.
Desciende de las alturas, lleva mi alma allá, con Dios.
Amén.
(* Esto es lo que dice la estampita que me dieron.)
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