jueves, 22 de agosto de 2013

La Troje de Hernández, en el Camino de Arrieros. Encarnación de Díaz, Jalisco.

   Andando por el rumbo de Los Altos me prestaron un libro cuyo tema era la arriería y los arrieros. Más específicamente, era sobre los caminos de arrieros que se formaron años antes de que comenzaran a trazarse los Caminos Reales. Tiempo me faltó, pues era una hilera de libros la que tenía para aprovechar al máximo mi estancia alteña... quedaron pendientes las historias del arresto, prisión y muerte de Tenamaztle, la prisión de fray Antonio de Bolonia y muchas cosas más, a cual más interesante la una de la otra.

   El libro de arrieros quedó pendiente, pero en el primer momento que me dijeron que había un puesto en donde seguramente se formó una especie de presidio y que era la confluencia de los caminos de arrieros que iban de Valladolid a Aguascalientes y de Guadalajara también para Zacatecas, fui el primero que levantó la mano para decir: yo voy. Y para allá arrancamos...

   Si eres de los que dicen "se me hace chico el mar..." será bueno que vengas por estos rumbos de los Altos de Jalisco para que veas que, estando en tierra, esa idea de que "el mundo es un pañuelo" es una verdadera falacia. Pues por acá, a pesar de que se ven caseríos y esporádicos ranchos, de pronto la soledad es lo que reina, y eso que andamos, más o menos, entre Lagos de Moreno y Encarnación de Díaz.

  El concepto de Camino Real lo tenemos mejor entendido porque más lo hemos estudiado, pero el de Caminos de Arrieros no tanto, aunque hay una cierta lógica en él. Esto parte de que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, eso creo lo dijo un filósofo griego. Y eso lo sabían muy bien los arrieros que buscaban llegar lo más rápido posible para dejar la mercadería y seguir al siguiente punto. Es así como, entre estos tres centros de población del siglo XVI y XVII había la necesidad de llevar mercancías entre Guadalajara, Valladolid y Zacatecas; teniendo en cuenta que la feria anual más grande que se realizaba entonces era la de San Juan de los Lagos.

 "La palabra arriería se deriva del vocablo arria, que significa recua o conjunto de animales destinados al transporte de mercaderías; esta voz proviene, a su vez, de la interjección ¡arre!, que se empleaba para avivar el paso de las bestias. En el México antiguo los indígenas solían transportarlo todo a cuestas. Con la introducción de las bestias por los españoles se organizó la arriería en la segunda mitad del siglo XVI.

   "El gobierno virreinal autorizó a los indios a valerse de animales para sus largas caminatas y el acarreo de bultos. Las primeras mulas arrieras provinieron de las islas antillanas, a donde habían sido llevadas desde la península. Antes habían llegado los caballos y los burros; de estos los manaderos de yeguas tenían un alto precio porque eran los sementales para la cría de acémilas criollas. En ocasiones y debido a la escasez de numerario, los precios de las bestias se pagaban con esclavos, en vez de dinero. Las ventajas de las acémilas hicieron que se postergara a los caballos, y ésto obligó al Cabildo de la Ciudad de México a ordenar que nadie tuviera mulas sin tener caballos. En realidad se trataba de una medida militar, ya que el caballo era más apto para la guerra. Pero esa disposición fue superada por una realidad de orden económico, como lo fue la expansión del creciente comercio. El auge que cobró la arriería se aprecia por el hecho de que sólo el comercio del Puerto de Veracruz requería 70 mil mulas al año, y de que la Ciudad de México empleaba más de 5 mil en usos urbanos.

   "Fue Sebastián de Aparicio el que construyó en 1536 la primera carreta que transitó por las calzadas indígenas de la antigua Tenochtitlán. Unció troncos de mulas a ese vehículo y comenzó a salir e la ciudad, convirtiéndose en el primer construtor de caminos foráneos. Unió a México con Puebla, Jalapa y Veracruz; y posteriormente abrió la ruta a Zacatecas, que hubiera querido prolongar hacia el norte. Por sus caminos comenzaron a trajinar las recuas de los arrieros. Otro camino muy importante para la arriería fue el de Acapulco, debido al cuantioso comercio que suscitaban las naos de Manila.

  Este punto es conocido como Troje de Hernández, quizá esté relacionado a don Timoteo Hernández quien tiene un hijo que nace allí (Jerónimo) y que lleva a bautizar a la parroquia de la Encarnación el 12 de octubre de 1823. Pero de ser así, este sitio existía ya, al menos, dos siglos antes pues se dice que por ahí pasaba ese camino de arrieros que originaba en Valladolid en Michoacán, continuaba a San Juan de los Lagos, pasaba por la Troje y continuaba a Encarnación y Aguascalientes, para luego llegar a Zacatecas.

   Como todo sitio construido en la primera mitad del siglo XVI, su ubicación es estratégica pues domina una especie de valle teniendo como límite el cerro del Tecuán o Tecuanes (ya me corregirán el nombre) hacia el noreste.

   Lo que encontramos allí es una construcción que se ve primitiva por su forma. La troje, que es una estructura de piedra de la región con bóveda de medio cañón ya colapsada sirvió en algún momento, además de troje, como capilla, encontramos por allí (lo verás en una de las fotos) que en el claro de donde estaba la puerta de acceso hay en la parte alta una cruz labrada en la propia viga.

   Vemos que esto es una especie de fortaleza, entendiendo de que no es una enorme estructura, sino que en todo el conjunto no existen las ventanas exteriores. Hay un torreón y todo el conjunto gira, en rededor de un patio central. El arranque, hasta casi un metro de altura es de piedra, luego vienen los adobes. La zona poniente quizá fueron habitaciones para quienes vivían permanentemente allí o para quienes hacían escala en el camino, aunque no se nota esto fuera una Venta o una Posada, mucho menos un Mesón. Las fotos son bastante expresivas, cada una te irá diciendo cual era su función dentro de esta primitiva construcción.










 



 

















   

Fuente:

1.- Enciclopedia de México, Tomo I. México, 1977. pp. 858-859


7 comentarios:

  1. Bastante interesante, gracias por compartirlo.

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  2. Me encanta tu blog. Muchas gracias por compartir estos detalles tan maravillosos.

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  3. Muchas gracias por compartir estas notas maravillosas. Muchas muchas gracias!

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  4. Gracias por esta historia de los caminos reales, saludos desde Tijuana.

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  5. me gustan tus fotos benjamín

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  6. Me puedes decir si existio una cárcel Nacional de Guanato por el año de 1820

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  7. Muy interesante, y me pregunto si las rutas de los arrieros dejaron "huella" en forma de caminos que existan hoy en día y/o si contribuyeron a la formación de asentamientos. Me pregunto también cual era la diferencia entre una venta, posada y mesón.

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