El cuartel del general Antonio López de Santa Anna en La Antigua, Veracruz.

   De la memoria colectiva que todos los mexicanos guardamos, tenemos bien registrados a los héroes que adquirieron ese rango por sus actos valerosos y determinantes que provocaron un rumbo en la vida de México, sin lugar a dudas ese panteón lo encabeza Hidalgo, Morelos, Juárez, Allende, y siguen luego más y más personajes, los cuales incluyen, también los ancestrales Netzahualcóyotl, Moctezuma, Cuahutémoc y con los controvertidos del movimiento Revolucionario de 1910 mejor ni me meto.

    Son varios personajes que, no adquirieron el título de héroe, pero sí el de villano, ellos son, entre otros, Porfirio Díaz, Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna, debemos incluir allí al conquistador Hernán Cortez. A todos estos personajes no se les han levantado monumentos, pocas calles llevan sus nombres y más bien han sido borrados de las páginas de la historia nacional por ostentar, precisamente, esa categoría: la de villanos.

    De Antonio López de Santa Anna poco queda, por no decir que nada queda que nos lo recuerde, pues el panteón de Santa Paula, donde fuera sepultada en solemnes exequias su pierna, nada hay que fue eliminado cuando se hizo la ampliación del Paseo de la Reforma en su rumbo norte. De su lápida en donde descansan sus restos pocos privilegiados tienen acceso pues se localiza en el cementerio de la Basílica de Guadalupe en donde -tengo entendido- se requiere un permiso especial para visitarlo. Del Himno Nacional, que, originalmente incluía una estrofa dedicada a él, nada hay pues fue anulada, como anulada quedó la que nos recuerda a Iturbide.

    Así que, caminando ese kilómetro que separa a La Antigua, Veracruz, de la carretera Veracruz-Cardiel, de pronto, veo los vestigios de una construcción larga, sin mucho ornamento, quizá de 50 metros, ya sin techo y en deplorables condiciones, veo una placa alusiva que menciona ¡precisamente a Santa Anna! se trata del cuartel que mandó construir, ¿cuando? aun no lo logro identificar pues la placa usa el genérico "siglo XIX". Me atrevería a pensar que allí estuvo antes de aquel episodio conocido como Guerra de los Pasteles en donde, efrentándose a los franceses en Veracruz, pierde la pierna y comienza la historial alterna del general del cual se desprenden los encantadores apodos que, amén de las condecoraciones militares que colocaba en su pecho, cargaba al mismo tiempo, como ese del "quince uñas" o "el mocho".

    Pero, si no fue cuando la Guerra de los Pasteles que se construyó este cuartel ¿en cual de los muchos planes o enfrentamientos fue levantando? Eso no lo sé, lo interesante que ahora veo es que, al menos queda algo, un vestigio de lo que Santa Anna mandó construir. Ya llegará el día que pueda visitar alguna de las haciendas que fueron de su propiedad, o caminar por el Puente Nacional por donde, seguramente, cruzó en varias ocasiones...