martes, 1 de septiembre de 2015

Charitas Bónitas: Reflexiones sobre una pintura de ánimas.

   Seguimos en Real de Catorce, esta vez entramos a conocer dos cosas que tengo catalogadas como fascinantes: un templo y un panteón. Sólo que la sorpresa mayúscula que me llevo es al entrar y descubrir un templo fascinante que podemos catalogar, independientemente de su antigüedad que podemos datar de la segunda mitad del siglo XVIII y su dedicación: primero a San Francisco de Asís y luego a la Virgen de Guadalupe. Y lo fascinante estriba en el modo en que el templo fue decorado, con una pintura que trata de emular un elaborado retablo, multicolor, algo que yo considero como una máxima expresión del naif en tiempos en que ese término aun no se había concebido. 

   En el tiempo del primer auge de Real de Catorce una de las tradiciones reinantes era el tener una capilla o, mejor aun, un templo al que se le denominaba como Calvario, allí se realizaban las ceremonias de la Semana Santa que en la época eran las más solemnes del año. El Calvario debería estar en una colina próxima a la población, incluso, como fue el caso de la ciudad de México, al no haber colina próxima, se hizo una para levantar en la cima la capilla y cumplir con la regla. Recordemos que Calvario significa en hebreo "cerro de la calavera" y se cree que allí, en donde fue la Crucifixión había sido enterrado Adán, "nuestro padre Adán". Ese Calvario se llamaba Capilla del Real de los Álamos".

  Ocurrió que, ante el auge que tuvo el Real, el cementerio original, bajo la protección de San Francisco, seguramente se llenó, estaba a un costado del templo que vemos en la imagen,  y fue entonces que se levantó un nuevo templo de mejor manufactura y grandes dimensiones, esta sección quedó dedicada a Nuestra Señora de Guadalupe, se dice que fue el padre Flores, acaudalado minero (y sacerdote) quien financió la construcción.

    El templo es de una impresionante belleza, el paso del tiempo y los estragos de humedad y filtraciones de agua están presentes. Su colorido es entre fantástico y extraordinario, el ambiente de recogimiento propio de un templo anexo a un panteón se hace presente desde que entramos en el recinto, se nota un dejo de pobreza en el lugar, son pocas las bancas que hay. Y algo que nunca había visto está allí: placas de entierros dentro del templo que igual tienen marcos de madera que lozas de mármol y letras doradas, además de alto y bajos relieves.

   El altar mayor está dedicado a la Virgen de Guadalupe, el templo esta en forma de cruz latina, así que hay dos altares de Crucero, en el de la derecha está una cuadro de ánimas que va mezclado con la representación de los Cinco Señores pero tienen agregado a dos santos, es decir, es una profunda e intensa mezcla de ideas.

   El altar del lado izquierdo es justo la escena del Calvario, no dudo que allí se llevaran a cabo las ceremonias de la Semana Santa, es un poco lúgubre, para darle más énfasis al tema de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor. Todo es bello, con matices tanto de misticismo como de misterioso.

   Mi atención se enfoca al retablo simulado, es decir, pintado en la pared, del cual destaca una pintura al óleo que ha podido sobrevivir a los estragos de clima y tiempo. Se trata de esta extraña (o curiosa) mezcla de los Cinco Señores y las Ánimas del Purgatorio. La escena me emboba.

   Y una vez recuperado del embobamiento comienzo el análisis, hay un punto central, que al observarlo con atención no lo es: San Miguel, pues el punto central del discurso pictórico se desplaza hacia arriba, en donde están las Tres Personas, pero a la vez, se desplaza hacia abajo en donde vemos las Ánimas Benditas del Purgatorio. Es un juego impresionante, y al ver los detalles vamos de sorpresa en sorpresa:

   Las Tres Personas, o Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo. El misterio en que se basa la fe Católica. Ellos llevan varios elementos que los identifican, no son precisamente atributos, pues esos son para los santos, son simbolismos que se asocian a cada una de las Tres Personas, los tres están tomando el báculo, símbolo del poder.

   A la derecha de Dios Padre, como marca la ley, está Dios Hijo, notamos la herida en sus manos y pies, heridas dejadas por los clavos, nos está dirigiendo a Jesús. Va vestido de azul, que representa el agua.

   Dios Hijo lleva en su mano derecha el símbolo del Apocalipsis, de la resurrección: el Libro de los Siete Sellos.

   Al centro está Dios Padre, Él y los otros Tres tienen en lugar de la habitual aureola (no son santos) un triángulo, símbolo de lo espiritual. Va vestido de blanco, que simboliza la pureza.

    En su pecho aparece un hermosísimo sol, el generador de vida, de alimento... hay que recordar que tuvo que pasar mucho tiempo para que fuera aceptada la idea de que el Sol es el centro del Universo, la llamada teoría heliocéntrica.

   A la izquierda de Dios Padre está Dios Espíritu Santo, vestido en rojo, símbolo de la pasión del martirio, de la sangre.

   Su símbolo es la paloma blanca.

  En un segundo nivel, a la derecha, aparece la Virgen María, ella lleva una especie de aureola, en azul, representando la bóveda celeste y la luna a la vez, está rodeada de estrellas y va coronada, símbolo de su realeza.

    A la izquierda está Señor San José con su vara de virtud. A San José fue declarado en 1555 el Santo Patrono de la Nueva España. La vara, más que de virtud es una vara florida que se cree es de almendro, en ocasiones es suplantada por la azucena o lirio que son símbolos de pureza y castidad.

   Sigue luego, un poco más abajo, del lado derecho Señora Santa Ana, que porta también la azucena, ella es la madre de María, abuela de Jesús, razón por la cual forma parte de los Cinco Señores.

   Del lado izquierdo está Señor San Joaquín, esposo de Ana.

   Más abajo, como intercesores entre lo divino y lo humano, del lado derecho está San Francisco de Asís, él, siendo un Santo, lleva una aureola. Con su cordón rescata almas de las penas del Purgatorio.

   A su izquierda aparece otro Santo, se trata de San Francisco de Paula, fundador de la Orden de los Mínimos, una rama de los Franciscanos y es precisamente él quien porta una especie de medallón con la leyenda de Charitas Bónitas. Cosa curiosa, pues la iconografía marca que a este Santo se le ponga solamente el Charitas, palabra latina que significa Caridad, el Bónitas (con acento) quiere decir bondad pero en México y en todos los lugares que se habla español, se entendió como eso que tu seguramente estás entendiendo, una carita bonita.

   Y vaya que le pusieron caras bonitas a todos los que en esta pintura de Ánimas incluyeron. Como es el caso de San Miguel Arcángel, el Capitán del Ejército Celeste.

   Y San Miguel lleva, en su calidad de Capitán, el estandarte en la mano izquierda, pero, ojo, en la derecha porta la Balanza, con la cual -dicen- seremos medidos y, en su caso, condenados...

  Fascinante, sin lugar a dudas... y para terminar, como colofón, vemos a los penitentes que no son precisamente por casualidad 12, y de todas raleas. Fascinante, no tengo otra cosa más que decir.

1 comentario:

  1. EXCELENTE ARTÍCULO
    Me considero conocedor del arte colonial pero, como no he visitado Real de Catorce, ignoraba estas bellísimas obras. Los retablos pintados al fresco son mas comunes en España, pero como aquí en México lo que sobraba era oro y plata, todos se hacian en madera cubierta de pan de oro. Solo esata capilla merece atravesar el pais para visitar el lugar.

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