Una visita a Atlixco, en Puebla.

Zannoconyapitza ya yn oceloa caquiquiz, za onqua uhtzittcac in notemalacac ipan tecpilli. Yahaqui ya yn huehuehtzin yn chimalli xochitla yca yhuintihua ye oncan cuexteca netotila ya yn Atlixco! (Haz ya resonar la trompeta de los tigres, el águila está dando gritos sobre mi piedra donde se hace el combate, por encima de los señores. Ya se van los ancianos, los cuextecas están embriagados con el licor florido de los escudos, se hace el baile en Atlixco!) Canto de Netzahualpilli (1462-1515).

Los teochichimecas andaban en busca de un lugar apropiado para establecerse y señalado por sus dioses (guiados por Xelhua), rodearon los volcanes y llegaron a un lugar donde brotaba un manantial al pie de un ahuehuete; vieron un águila vieja que se posó en el árbol, ellos consideraron que era la señal dada por sus dioses y allí se establecieron... (Mural en la Presidencia Municipal de Atlixco, Puebla. Pintado por Juan Manuel Martínez Caltenco en Noviembre, 1999, titulado "Atlixco hacia el tercer milenio").

Macuilxochitl: Tla tic ixpehpe nin tehpac Atlixco Ixtlahuacatlinic ma coas, xic tlatlahtiin Tlaloc ma techhual Tlahcoli in tl in totech monehqui __ica tiyoltosquen. (Macuilxóchitl: Si escogiste este hermoso valle de Atlixco para florecer, ruega a Tláloc que nos envíe el agua que necesitamos para vivir). Hacía tiempo no veía letreros escritos en náhuatl, éste me llamó enormemente la atención, mencionaba a esa flor de cinco pétalos que representa la mano que al abrir cobija, pero esta vez es mas bien la mano que nos indica nuestro pasado, el punto de partida de lo que somos, nuestra esencia y nuestra raíz.

Fray Toribio de Benavente, uno de los primeros doce Franciscanos que llegan a la Nueva España y que pasa a la historia por su humildad, misma que se manifestó al tomar por nombre Motolinía, palabra náhuatl que significa pobre ó desdichado, fue quién entre 1538-1540 mandó construir el Convento de San Francisco, obra que se levanta en el cerro de San Miguel que tiene por imponente vista los volcanes Popocatépetl e Ixtacchíhuatl. Este convento, al igual que todos los construidos al inicio de la evangelización conserva el estilo medieval, de enormes proporciones y poco ornamento en su fachada.

En el interior del templo se ven las nervaduras, tan características en los conventos franciscanos y que nos remiten a una fuerte influencia de arquitectura gótica ya en desuso en ese momento en Europa.

La que fuera la huerta del Convento de San Francisco se localizaba en las faldas del cerro de San Miguel, allí se ubica la capilla, es pequeña pero de una fachada de argamasa impactante, construida años mas tarde en el siglo XVIII.

Atlixco goza de un clima ideal, se dice que es el mejor de todo el mundo. Con abundante agua y tierra fértil, fue, y lo sigue siendo, un emporio agrícola, seguramente hubo mucha riqueza en la zona, lo podemos comprobar con sus casas de finales del siglo XIX, aquí se ve la Casa Rascón que tiene un marcado acento mudéjar.

Una muestra mas de la magnífica arquitectura que subsiste en Atlixco, esta casa seguramente es de 1930, su estilo nouveau es de lo más atractivo.

Visitando Atlixco en un viernes de cuaresma, tuve la gran fortuna de encontrar esta reminiscencia de las viejas tradiciones mexicanas, de ese llamado "arte efímero" tan difundido en la zona de Puebla y Tlaxcala, de crear alfombras con flores y aserrín, siendo un viernes, la costumbre -ya casi desaparecida- es poner al frente de la casa una pequeña muestra de lo que será la alfombra del Viernes Santo.

La fortuna me llevó a ver al descendiente del Zorro paseando por la tranquila plaza de Atlixco, escena ideal para acabar mi recorrido por este que sin lugar a dudas es una población que merita una visita a fondo, Atlixco tiene mucho que ofrecer, no cabe la menor duda!

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