Trigo (Triticum spp) es el término que designa al conjunto de cereales, tanto cultivados como silvestres, que pertenecen al género Triticum.
El trigo fue uno de los primeros cultivos alimenticios domesticados durante 8,000 años ha sido el alimento básico de las civilizaciones más importantes de Europa, oeste de Asia y norte de África. Fue uno de los primeros cereales introducidos por los españoles ya que su dieta se basaba en buena medida en su harina.
Se dice que es Sinaloa el granero de México, lo mismo se ha dicho de Sonora, cosas que son muy ciertas, sabemos la enorme producción agrícola de esos estados, pero, hubo una vez, en la que se dijo que el Bajío era el granero de México, más claro todavía, fue el Granero de la Nueva España. Al respecto, Martín Sánchez del Colegio de Michoacán nos comenta que: “Durante más de doscientos años, la región conocida como el Bajío mexicano, que comprende los valles drenados por el río Lerma y que hoy forman parte de los estados de México, Querétaro, Michoacán, Guanajuato y Jalisco, fue conocida como el granero de México por la alta producción de cereales y su distribución en buena parte del territorio novohispano y mexicano. Algunos autores explican el fenómeno a partir de la inversión de capital de la minería en la agricultura, la existencia de fuerza de trabajo, etc.”
El trigo se dio en algunas regiones mexicanas, principalmente en Puebla, y sostuvo una larga lucha con el maíz. Los españoles destinaron las mejores tierras al trigo, en detrimento del maíz, sobre todo hasta 1630-1675, cuando la decadencia minera produjo la disminución de precios. Posteriormente, y hasta fines de siglo, se produjo una apreciable recuperación de la producción triguera, consecuencia de la reactivación minera.
Fray Diego Basalenque (1572-1651), de la orden Agustina, que fuera Padre Provincial en San Nicolás Tolentino, nombre que se le dio al Obispado de Michoacán, al cual pertenecía Salamanca; siendo niño, a los 9 años, llega procedente de España, era el año de 1586, a los 16 años de edad viste al hábito agustino, convirtiéndose con el tiempo, además de Provincial, en coronista de la Orden Agustina en la Nueva España, anota en sus memorias lo que vio a mediados del siglo XVII en la zona aledaña al río Lerma. En el libro de Don José Rojas, Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense (Ed. Porrúa, 1982), leemos al respecto:
“Pero más interesa subrayar que se recogía mas trigo del que era necesario y que aumentar las tierras de cultivo arruinaría a los labradores; es decir, hacia 1640 en la región de Salamanca había una crisis de sobreproducción de trigo que la posibilidad de consumo en el mercado, que era reducido, sin duda por la falta de comunicaciones y la escasa población circunvecina, por eso el remedio lo ve el Padre Basalenque, en que se multipliquen “muchos comedores”, hoy diríamos que aumenten los consumidores. Y afortunadamente eso ocurrió: al correr el siglo XVII y luego mas en el XVIII, las minas de Guanajuato prosperaron, ocupando número creciente de mineros y operarios de todas clases, además aumentó también en toda la región la cría de caballos, burros y mulas para el trabajo de las minas, acarreo de minerales, etc., todo lo cual aumentó el consumo de cereales, para alimento humano y forraje de animales; de modo que aunque en el Bajío se fueron abriendo al cultivo nuevas tierras, sus productos encontraban mercado seguro y, a su vez, la mayor concentración de población en los reales de minas se veía fácilmente aprovisionada de los productos de la tierra. Ese equilibrio económico, que aquí no hago más que apuntar, fue la base de la prosperidad de toda una vasta porción del centro del país, como en efecto la tenía a fines del siglo XVIII y al estallar el movimiento de independencia”.
Este es una parte de la enorme troje de la que fuera la Hacienda de Cerrogordo, en la foto se ve apenas la mitad de su altura original. La ex hacienda se ubica a 7 kilómetros de Salamanca. Una troje es un almacén de granos con techos muy altos que permiten la ventilación de los granos, de ese modo se evita la proliferación de plagas y hongos.
La producción siguió, y sigue siendo enorme, hacia mediados del Siglo XIX el Bajío contaba con una numerosa población, la cual, se distribuía a lo largo y ancho de la zona, no en conglomerados urbanos, sino en haciendas dedicadas al cultivo de granos y hortalizas, las cuales variaban según la temporada, destacando el trigo en primavera y el maíz en el otoño. Los vestigios que hay en la actualidad son muchos, aunque un buen número de haciendas se han perdido, hay excelentes ejemplos aun en pie, como es el caso de Cerrogordo, donde el que fuera el casco de la hacienda sigue en pie y funcionando, su troje, imponente por su tamaño, cumple con la función para que fue originalmente creada, el almacenamiento de granos.
Se dice que es Sinaloa el granero de México, lo mismo se ha dicho de Sonora, cosas que son muy ciertas, sabemos la enorme producción agrícola de esos estados, pero, hubo una vez, en la que se dijo que el Bajío era el granero de México, más claro todavía, fue el Granero de la Nueva España. Al respecto, Martín Sánchez del Colegio de Michoacán nos comenta que: “Durante más de doscientos años, la región conocida como el Bajío mexicano, que comprende los valles drenados por el río Lerma y que hoy forman parte de los estados de México, Querétaro, Michoacán, Guanajuato y Jalisco, fue conocida como el granero de México por la alta producción de cereales y su distribución en buena parte del territorio novohispano y mexicano. Algunos autores explican el fenómeno a partir de la inversión de capital de la minería en la agricultura, la existencia de fuerza de trabajo, etc.”
El trigo se dio en algunas regiones mexicanas, principalmente en Puebla, y sostuvo una larga lucha con el maíz. Los españoles destinaron las mejores tierras al trigo, en detrimento del maíz, sobre todo hasta 1630-1675, cuando la decadencia minera produjo la disminución de precios. Posteriormente, y hasta fines de siglo, se produjo una apreciable recuperación de la producción triguera, consecuencia de la reactivación minera.
Fray Diego Basalenque (1572-1651), de la orden Agustina, que fuera Padre Provincial en San Nicolás Tolentino, nombre que se le dio al Obispado de Michoacán, al cual pertenecía Salamanca; siendo niño, a los 9 años, llega procedente de España, era el año de 1586, a los 16 años de edad viste al hábito agustino, convirtiéndose con el tiempo, además de Provincial, en coronista de la Orden Agustina en la Nueva España, anota en sus memorias lo que vio a mediados del siglo XVII en la zona aledaña al río Lerma. En el libro de Don José Rojas, Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense (Ed. Porrúa, 1982), leemos al respecto:
“Pero más interesa subrayar que se recogía mas trigo del que era necesario y que aumentar las tierras de cultivo arruinaría a los labradores; es decir, hacia 1640 en la región de Salamanca había una crisis de sobreproducción de trigo que la posibilidad de consumo en el mercado, que era reducido, sin duda por la falta de comunicaciones y la escasa población circunvecina, por eso el remedio lo ve el Padre Basalenque, en que se multipliquen “muchos comedores”, hoy diríamos que aumenten los consumidores. Y afortunadamente eso ocurrió: al correr el siglo XVII y luego mas en el XVIII, las minas de Guanajuato prosperaron, ocupando número creciente de mineros y operarios de todas clases, además aumentó también en toda la región la cría de caballos, burros y mulas para el trabajo de las minas, acarreo de minerales, etc., todo lo cual aumentó el consumo de cereales, para alimento humano y forraje de animales; de modo que aunque en el Bajío se fueron abriendo al cultivo nuevas tierras, sus productos encontraban mercado seguro y, a su vez, la mayor concentración de población en los reales de minas se veía fácilmente aprovisionada de los productos de la tierra. Ese equilibrio económico, que aquí no hago más que apuntar, fue la base de la prosperidad de toda una vasta porción del centro del país, como en efecto la tenía a fines del siglo XVIII y al estallar el movimiento de independencia”.
Este es una parte de la enorme troje de la que fuera la Hacienda de Cerrogordo, en la foto se ve apenas la mitad de su altura original. La ex hacienda se ubica a 7 kilómetros de Salamanca. Una troje es un almacén de granos con techos muy altos que permiten la ventilación de los granos, de ese modo se evita la proliferación de plagas y hongos.
La producción siguió, y sigue siendo enorme, hacia mediados del Siglo XIX el Bajío contaba con una numerosa población, la cual, se distribuía a lo largo y ancho de la zona, no en conglomerados urbanos, sino en haciendas dedicadas al cultivo de granos y hortalizas, las cuales variaban según la temporada, destacando el trigo en primavera y el maíz en el otoño. Los vestigios que hay en la actualidad son muchos, aunque un buen número de haciendas se han perdido, hay excelentes ejemplos aun en pie, como es el caso de Cerrogordo, donde el que fuera el casco de la hacienda sigue en pie y funcionando, su troje, imponente por su tamaño, cumple con la función para que fue originalmente creada, el almacenamiento de granos.
Vista de unas cuantas hectáreas de los cientos que están sembradas en estos momentos de trigo. Al fondo a la derecha se alcanza a ver el emblemático cerro de Culiacán. Sí, se llama igual que la capital de Sinaloa.
En la actualidad, la zona rural de Salamanca sigue produciendo enormes cantidades de granos, pero, por otro lado, nos ofrece una alternativa más para quienes gustan de viajar de un modo distinto, de adentrarse en las verdaderas costumbres de México, en volver los ojos atrás y experimentar la vida sencilla en el campo, gozar de la tranquilidad que los sembradíos guardan, caminar entre los caminos casi escondidos, sentir la tierra, oler el campo, ver el trigo que despunta e inunda con un particular tono dorado se vuelve una experiencia para toda la vida. Es enorme el potencial en la nueva tendencia del turismo, ese que con éxito se desarrolla en España, Francia e Italia, enclava a la perfección aquí. El turismo rural está esperando, la mesa está, prácticamente tendida ¿quién se anima?
En la actualidad, la zona rural de Salamanca sigue produciendo enormes cantidades de granos, pero, por otro lado, nos ofrece una alternativa más para quienes gustan de viajar de un modo distinto, de adentrarse en las verdaderas costumbres de México, en volver los ojos atrás y experimentar la vida sencilla en el campo, gozar de la tranquilidad que los sembradíos guardan, caminar entre los caminos casi escondidos, sentir la tierra, oler el campo, ver el trigo que despunta e inunda con un particular tono dorado se vuelve una experiencia para toda la vida. Es enorme el potencial en la nueva tendencia del turismo, ese que con éxito se desarrolla en España, Francia e Italia, enclava a la perfección aquí. El turismo rural está esperando, la mesa está, prácticamente tendida ¿quién se anima?
VIVA GUANAJUATO. TIERRA DE HISTORIA, SOY ORGULLOSAMENTE DEL MERO BAJIO. TIERRA DE HACIENDAS E HISTORIA. ORGULLOSO TRABAJADOR DEL CAMPO.
ResponderEliminarinformacion util
ResponderEliminarmadre mia que gozada esto de las haciendas! Soy de Mexicanos... visite esta ahceinda de cerrogordo a los 8 años, fui a misa.
ResponderEliminarQue gratos recuerdos! GRACIAS BABLE!
....DONDE PUEDO DOCUMENTARME PARA SABER ALGO DEL ORIGEN DE MI PUEBLO?
...MEXICANOS!
Chekeles:
ResponderEliminarSobre Mexicanos no he visto ninguna referencia, todas las de esa región siempre son en torno a Sarabia... aquí encontrarás dos artículos relacionados a lo que era el Molino de Sarabia y sobre un experimento astronómico que se realizó allí a en la segunda mitad del siglo 18.
Saludos
Benjamín la información que subes es muy valiosa y enriquece los trabajos que estamos presentando a Bellas artes, para el reconocimiento de los monumentos
ResponderEliminarpor supuesto, dándote el crédito que mereces.