lunes, 28 de febrero de 2011

Trojes, galeras, molinos y la presa en la Hacienda del Pabellón, Aguascalientes

De pronto ese diseño nos remite a una pirámide en Teotihuacán, pero no es así, no estamos en una zona arqueológica, seguimos en La Hacienda. Para que no te confundas, como me sucedió a mi, la gente de la región llama a este lugar así como te lo escribí ayer, La Hacienda, debido al suceso histórico del paso del ejército Insurgente, se le cambió el nombre a Pabellón Hidalgo, pero en realidad el nombre con el que fue fundada fue como Hacienda de San Blas del Pabellón.

Recordarás que también te comentaba de la Sierra Fría, la que está un poco más atrás de esa pared que corona los cerros que hacen un interesante marco al paisaje de La Hacienda, con los escurrimientos que desde esas alturas vienen se decidió crear la presa de San Blas, está a varios kilómetros de distancia, te mentiría con la cantidad, creo 4 o 7, la verdad no lo recuerdo y para evitar una de mis malamente habituales caídas, decidí quedarme con las ganas de conocerla.

Sin embargo, a tan solo unos cien metros hacia el norte de La Hacienda se encuentra otra presa, no tan antigua pero presa al fin, creo que más bien debe ser una represa, está junto al puente, quedan vestigios de que por allí había una puerta que cerraba el paso para gente y ganado que pastaban o caminaban en la zona donde seguramente hubo una época en la que abundaba el agua.

1923 dice la placa, fue cuando se construyó esta presa, insisto, represa y aunque no está tan escondida, de pronto pasa desapercibida cuando caminas por allí.

En la placa que encontramos dentro de La Hacienda, donde se da la lista de los propietarios, dice luego que pasó a ser propiedad federal, esto cuando la construcción de la Presa Calles, que está a unos 15 kilómetros al sur, esa presa fue la que inundó el pueblo de San José de Gracia, supongo que fue entonces que la Secretaría de Recursos Hidráulicos se volvió la propietaria de la Casa Grande de San Blas del Pabellón.

Si no tienes mucha experiencia en esto de meterse a conocer los lugares viejos, abandonados, en ruinas, debes tener cuidado en varias cosas, la primera, la más desagradable de todas las recomendaciones que te pueda hacer es ir viendo muy bien por donde caminas, sucede que por estar abandonados y en ruinas estas construcciones, la gente las toma como letrinas, así que verás por todos lados excrementos humanos, cosa que te causará problemas, por un lado en contraer una enfermedad, esto con el solo hecho de respirar las heces ya secas, y lo peor, cuando la pisas, así que ten cuidado por donde caminas.

Si no tienes mucho sentido de la orientación mejor ni te metas a explorar los caminos, ahora que, si sabes muy bien orientarte, te gusta caminar, llevas agua... no lo pienses más, seguro encontrarás algo sorprendente, solo que... cuidado con los perros, en ocasiones hay unos muy bravos que están protegiendo su territorio y tú eres un extraño para ellos.

Recordarás que dentro de La Hacienda hay un par de enormes y centenarios árboles, llama la atención el pino, pues bien, esa punta verde que ves arriba a la derecha es precisamente ese pino, te darás una idea desde donde estamos viendo ahora a La Hacienda, este arco era un desagüe pues por allí está el baño de la antigua hacienda y estando en el lecho del que fuera un río serviría, seguramente, para desfogar las aguas residuales...

Ahora estamos del otro lado de La Hacienda, la parte norte, allí encontramos esta habitación en ruinas, tal vez era uno de los molinos, queda tan solo el cascarón, ni restos siquiera hay del techo, las piedras de moler, no sé a donde habrán parado, solo vi dos que están en unas esquinas a manera de adorno.

Todo este es el conjunto que presumo era un molino, me refiero a la tercera puerta, la de la derecha, pues las otras dos eran los accesos a la troje, se conserva aun parte de la arcada.

A un ladito de esa construcción quedan las ruinas de una casa, tal vez el encargado de custodiar la zona de almacenamiento de la Hacienda de San Blas.

Te podrás dar cuenta con esta toma la dimensión que tenía esta troje, enorme en verdad, consecuentemente podemos imaginar cuan rica fue La Hacienda al tener varias trojes de tales dimensiones.

Esta es una sección que está entre eso que supongo era el molino y la troje con su enorme arcada, aquí vemos un espacio no tan grande como el de al lado y con el mezquite que ha crecido allí dentro nos podremos dar una idea de cuanto tiempo lleva en ruinas el lugar. (No sé si sea necesario marcarte a todos esos papeles blancos que hay... efectivamente, es papel higiénico usado... ten cuidado cuando camines por esos lugares.)

Nos salimos de ese conjunto y vemos los contrafuertes que sostenían todo el peso, bastante grandes, por cierto, y así de grandes por tener la necesidad de sostener un edificio de tales dimensiones.

Unos pasos más adelante, siempre en dirección norte llegamos a lo que supuse fue una era, pero alguien a quién pregunté me dijo que allí eran los molinos. El diseño me pareció muy interesante, te dejo las fotos que hablan por sí solas.









Entre el presunto molino y troje y el que me dijeron era otro molino encontramos este redondel que, evidentemente, era el cortijo. Por si no tienes el dato, el cortijo era donde se domaban los caballos del hacendado, de allí que sean siempre redondos, para poderlos controlar, estando el caballerango parado al centro y la bestia amarrada con una soga. (En el Bable había un cortijo pequeño, nota al calce que se me vino de pronto a la cabeza.)

Otra enormidad del edificio que era el molino, ahora visto por la calle del cortijo...

Y estas son las sorpresas que todo rancho siempre guarda... un estilo que rebasa el ecléctico y nos lleva de la mano a un surrealismo difícil de comprender. (En ese viaje vi en otro rancho una casa totalmente cubierta de espejos, como iba en el camión no me dio tiempo para sacar la cámara y retratarla pero era algo alucinante... otra nota al calce.)

Así se ve desde la casa surrealista la calle del cortijo, el cual está al fondo a la derecha y el molino y su troje, a la izquierda...

Y esta es una de las piedras del molino que están como mudo testigo de la prosperidad que tuvo la Hacienda de San Blas del Pabellón.

Cuando llegas de la ciudad de Aguascalientes a la Hacienda del Pabellón esto es lo primero que ves, algo que bien podríamos definir con la antigua palabra de "goteras". Las goteras eran los accesos que los pueblos tenían, eso que ahora solo nombramos como " la entrada" antes se le denominaba la gotera... y en la gotera de San Blas nos despedimos de tan bello lugar lleno de historia y de historias...

Y nos montamos, en la que yo insisto en llamar La Combi, pues antes le solía decir Pesero y todos me miraban raro y pensaba que venía del D.F. así que opté por nombrarlas Combis, pero ahora también me miran raro pues les denominan el Colectivo...

Y me queda en el recuerdo esta otra piedra de molino, en donde se dice que aquella tarde del 25 de enero de 1811 don Miguel Hidalgo se sentó largas horas con el semblante un tanto cuanto desencajado pues acumulaba por un lado la triste visión de la derrota en el Puente de Calderón y, por el otro, la destitución del mando del ejército Insurgente que apenas unas horas antes le habían notificado...

domingo, 27 de febrero de 2011

La Hacienda de San Blas del Pabellón, municipio de Rincón de Romos, Aguascalientes

Finalmente encontramos un sitio del Camino Real de Tierra Adentro en donde se muestra la imagen de Patrimonio de la Humanidad, esto a la entrada de la Hacienda de Pabellón de Hidalgo, lugar que desde 1964 es el Museo de la Insurgencia, apenas restaurado, por cierto, a raíz de los festejos del Bicentenario.

En la parte poniente del Pabellón vemos la imponente pared que le da su carácter de autenticidad a la zona, esto es apenas el inicio de la sierra fría, la que corre en todo el norte del estado de Aguascalientes, en donde hace límite con el de Zacatecas; es el marco ideal que hace resaltar a un más la señorial belleza de la Hacienda de San Blas.

Una combinación de colores, también particular, es la que vemos en Pabellón de San Blas, un palo de rosa con azul cielo muy afortunado y nos preguntamos, ¿serán estos los colores originales que tuvo la Hacienda?

El portón de entrada no había necesidad de abrirlo completamente, pues tiene ese remate en la parte alta del marco que, cuando se abren las dos hojas dan paso a que el Amo, es decir, para que el hacendado entre montado en su caballo, me puedo imaginar la escena, oyendo el rítmico paso de del caballo al chocar con las baldosas...

Y aquí tenemos la respuesta, efectivamente, el diseño original del decorado exterior de la Hacienda era con esas cenefas y la división de un color ligero y claro arriba, y uno más oscuro en la parte baja, la foto data de 1909. Y ahora la pregunta es: ¿quiénes fueron los dueños de la Hacienda?

Pues la lista de dueños es larga como toda buena y rica hacienda, el primero de ellos fue el señor capitán don José de la Peña y Durán. Siendo capitán seguramente fue de los primeros en obtener tierras por esta parte de la Nueva España, buscando información encontramos lo siguiente: “Donde hoy se ubica el poblado de San Francisco de los Romo, fue un sitio de ganado mayor conocido como Buenavista, terreno baldío o realengo, que fue adquirido el 8 de junio de 1696 por el capitán don José de la Peña Durán, propietario de la Hacienda de San Blas de Pabellón, que lo había solicitado junto con otros ocho sitios de ganado mayor al rey de España, el cual se los concedió a cambio de 500 pesos".

Así lucía la Hacienda para 1960, hace cincuenta años; se ve que los decorados de las paredes habían sido removidos, tal vez todo a consecuencia de la Revolución, cuando estaba allí pude ver que los colores usados fueron exactamente los mismos del diseño original, pues en el interior queda una pared completa donde se dejaron las calas, es decir, los restos de la pintura original.

Los siguientes propietarios fueron Lucas López de Fonseca, José María de Urrucha y Bernardo Iriarte, hermano de Rafael Iriarte el que se dice era un infiltrado del gobierno norteamericano cuando la guerra de Independencia, Iriarte se unió al ejército Insurgente de acuerdo a sus conveniencias y en el tiempo en el que él lo determinó y no cuando se lo pidieron, razón por la cual siempre quedó la duda si era o no leal a la causa, la duda terminó pues Rayón lo mandó fusilar. Terminada la revolución de Independencia, esto es lo que pasa a la propiedad de los Iriarte:

Debido a una deuda de pago de impuestos que se tenia con el gobierno federal, el 24 de diciembre de 1829, el señor Bernardo Iriarte, dueño de la hacienda de San Blas de Pabellón remató el sitio de ganado mayor de Buenavista en la cantidad de 8 mil pesos a los señores Francisco Romo de Vivar, José Manuel Romo de Vivar y Cesáreo Lozano. El señor Francisco Ignacio Romo de Vivar formó un rancho al que llamó San Francisco en honor al primero de sus nombres; el predio estaba ubicado en lo que hoy son las calles de Independencia y Romo de Vivar; desconociéndose por carecer de documentos- la fecha exacta de la fundación, probablemente entre 1830 y 1832”. Se refiere a la fundación de San Pancho, la población que está muy cercana a la Hacienda.

Aunque en la placa de entrada no vemos que incluyan como propietarios de la Hacienda a los Romo de Vivar, sino que hay una larga lista de nombres, la puedes ver, si visitas la Hacienda en el vestíbulo de entrada, donde hay un mapa del estado de Aguascalientes hecho en azulejos y enfrente se hace una minúscula reseña histórica con la lista de todos los que poseyeron en su momento la Hacienda.

Sin lugar a dudas el acontecimiento más relevante aquí sucedido fue el de 24/25 de enero de 1811, cuando, luego de la batalla en Puente de Calderón, en donde los Insurgentes son derrotados, todos se reúnen precisamente aquí con un solo fin: destituir a Hidalgo del mando, so pena de muerte, es decir, no era opcional, fue una orden de todos los cabecillas del movimiento, fue cuando el mando recayó en Ignacio Allende.

La Hacienda del Pabellón ahora luce su mejor cara, aunque está atravesada por una falla, la puedes ver como corre a todo lo largo del patio central, y como divide al edificio. El lugar es desde hace algunos años sede del Museo de la Insurgencia, se compone de tres salas, en dos de ellas se exhiben objetos de uso común en la hacienda para las faenas diarias; arados, carretas, medidas y algunos artículos más de lujo de los usados por los últimos hacendados, como el fonógrafo. En la otra sala me tocó ver la exposición "Miradas del Siglo", réplica de la que se exhibe en el Castillo de Chapultepec.

Encontramos al fondo debajo de la sombra de del centenario pino y del pirul un jardín botánico de cactáceas, las cuales fueron traídas de las zonas áridas no muy distantes de allí.

Si planeas una visita a este lugar, te recomiendo llegar temprano y "tirarte a perder", a tan solo 4 kilómetros rumbo poniente se ubica la presa, la cual ya tiene su centenario encima, y verás que solo dos cuadras, en dirección norte están las trojes, las galeras, la era, los molinos, en fin, todo lo que fue el área de almacenaje y empaque de los productos de la próspera Hacienda de San Blas del Pabellón.

Mañana iremos a descubrir esos rumbos, verás que interesante es. Si tu eres de los que se va a caminar solo por derredor de donde dejaste el coche estacionado, te estas perdiendo de lo más interesante que hay en los lugares donde sobreviven las haciendas, hay que meterse por los caminitos, oler los auténticos aromas del campo y así revivirás, de algún modo, la grandiosidad que se vivió allí hace algún tiempo...

Y si la comida te preocupa, ese no es problema, saliendo de la Hacienda verás la plaza central del pueblo, a la derecha, casi en la esquina verás un local donde preparan jugos, a un lado, parece que es una casa, pues no, es un restorancito, allí cocinan un pozole de los meros buenos y auténticos, de los de pata, oreja y trompa, creo que el miércoles es el único día que no lo hacen, no te lo pierdas, será el complemento ideal a tu visita a Pabellón Hidalgo, Aguascalientes.

Lo entrecomillado lo tomé del sitio electrónico del Congreso del Estado de Aguascalientes.

sábado, 26 de febrero de 2011

Templo de San Blas en Hacienda del Pabellón, municipio de Rincón de Romos, Aguascalientes

Te contaba que es solo bajar de la Combi o transporte colectivo para estar ya en el pleno centro de las atracciones más grandes que tiene la ex Hacienda de San Blas del Pabellón, conocida ahora solo como La Hacienda. Estamos frente al templo de San Blas de Sebaste, el abogado contra las enfermedades de la garganta. Recordemos que su celebración se lleva a cabo en febrero 3, en plena temporada de gripes y resfriados, se cree que atándose una cinta al cuello ese día se evitarán estos males.

El templo es de una exquisita sencillez, un barroco simple, si se me permite clasificarlo de ese modo, una sola torre del lado derecho, sin que se quedara a medio construir, la torre única fue el diseño original.

Del lado izquierdo vemos como están los contrafuertes dispuestos a sostener toda la carga del edificio, del otro lado están dispuestas la Sacristía y lo que seguramente fue la habitación del clérigo.

Hay solamente tres esculturas en la fachada, al centro, en la parte alta está San Blas de Sebaste, se le reconoce por la mitra y el báculo de obispo. A la izquierda aparece San Pedro, con sus inconfundibles llaves y a la derecha San Pablo con su espada apuntando hacia abajo. La ventana del coro de una reposada y sencilla belleza. Arriba los estilizados flameros, apuntando siempre al cielo.

No se si los decorados que hay a los lados de la entrada principal estuvieron allí siempre, el templo hace no mucho fue dignificado, no se exactamente cuando, pero se ve ya un poco descarapelada la pintura blanca, que si bien pasa desapersivida por ser blanca también la base.

Un par de ángeles custodian la entrada, pintados sobre la pared. A la izquierda vemos el primero de los contrafuertes y al fondo la que fuera una de las enormes trojes con que contaba la hacienda.

Manteniendo el estilo en el interior, continuamos con ese justo balance entre la sencillez que puede envolver al barroco, algo difícil de lograr que aquí fue posible, son tres elementos decorativos los que observamos principalmente.

En la parte alta del Altar Mayor tenemos la imagen de San Blas, engalanado con su vestidura de obispo su mitra y su báculo. A San Blas se le llega a representar con un cirio o dos cirios cruzados, esto debido a que su festividad es justo un día después de la Candelaria, también se le representa con un cerdo, igual que a San Antonio Abad, por ser protector también de los animales. A la derecha aparece San Luis Gonzaga y a la izquierda San Ignacio de Loyola.

A la mitad del templo que se compone de una sola nave, del lado derecho aparece este singular tapanco, cuyo acceso era por un túnel elevado que conectaba a la Sacristía, lugar donde el hacendado atendía la Misa. Algo que no es común de ver en templos que no sean parte de un convento.

En la parte central del Altar Mayor vemos una pintura de Nuestra Señora de Guadalupe, sería bueno saber de qué pintor, no podría decir que Cabrera, aunque no lo dudaría sabiendo que esta hacienda formó en algún momento parte del Mayorazgo de Ciénega de Mata, latifundio de los Romo del Viviar; consecuentemente las posibilidades económicas eran vastas. Me es difícil identificar a los santos, ella tal vez sea Santa Isabel de Hungría, pero el de la izquierda no lo sé, solo porta un bastón, aunque, pensándolo bien, creo que son Señora Santa Ana y Señor San Joaquín muy engalanados.

Frente al palco y encima del confesionario aparece esta pintura de una alegoría de la salvación de las Ánimas del Purgatorio en la cual esta representación sui géneris del cinco (idea libre de los Cinco Señores) la conforman solo personajes masculinos con Nuestro Señor al centro, abajo a la izquierda San Francisco de Asís, a la derecha, me atrevería a decir que es San Antonio de Padua. Arriba a la izquierda un auténtico Señor, San José y a la derecha San Nicolás de Tolentino, todo coronado por un hermoso lienzo de la Guadalupana sostenido por sendos angelitos.

La pila del agua bendita me da la impresión de que tuvo pedestal en su diseño original.

Y esta toma, de las que tanto me gusta hacer, de toda la bóveda, sencilla, elegante, fresca...

Fuera del altar solo observamos este conjunto que nos muestra a un San Isidro Labrador en plena faena con la yunta, claro es, a San Isidro siempre lo encontraremos en todas las comunidades dedicadas a hacer producir la tierra.

Y, ni hablar, hasta boda me tocó ese día. En horario y día extraño, un miércoles a las 4 de la tarde...