La generación nuestra, la de los últimos momentos de la era de Acuario, tenemos tan asociada la luz a nuestra vida diaria que ni nos preguntamos quién la hace o cómo la, solo la usamos y ya. Hace cien años las cosas eran distintas, al grado tal que durante las Fiestas del Centenario, las de don Porfirio, la luz fue lo que sorprendió al público pues, por primera vez se utilizaba en México con fines decorativos. Si bien la luz ya llevaba poco más de una década de haberse comenzado a implementar para la iluminación de calles y casas, en este caso, casa de los pudientes y calles del centro de la ciudad. Y por ciudad debemos entender la de México.
Recuerdo que mi abuela (la mamá de mi mamá) me contaba que en Salamanca, siendo ella niña, todos iban al portal para ver el foco que, como gran espectáculo se encendía todas las noches, en esa base bien me puedo imaginar lo que fue para los habitantes de la ciudad el mes de septiembre de 1910 cuando todo el centro y sus más emblemáticos edificios se iluminaron.
Leyendo a Lilian Briseño me hizo pensar en algo que siempre me ha llamado la atención. El imaginar los olores que en otras épocas hubo. En la actualidad olemos miles le litros de gasolina que se queman las 24 horas del día, estamos habituados a ese olor al grado de que no lo notamos; esto viene a colación debido a que, si pensamos lo que eran las casas antes de que hubiera la luz eléctrica, con velas, quinqués y fogones encendidos todo el tiempo, con parrillas de carbón, con planchas, también de carbón; podemos pensar el olor tanto de las prendas de vestir como de las casas. Eso era cosa normal.
Un dato más que me pareció interesante en la totalidad de la palabra, fue leer eso de que la iluminación de las calles no se encendía en determinados días, esto debido a dos cosas: uno que eran las noches de luna llena, cuando no había necesidad de encender la eléctrica en las calles, la otra, que había una noche, creo la de los martes (dato por corroborar), en las que no se encendían las luces de la calle, pues era el día en que el correo distribuía la correspondencia y la gente se quedaba en casa para leer y releer y compartir las cartas que le llegaban y, también, para responderlas... no se tú, pero a mi me emociona recibir postales de los amigos que salen de vacaciones, solo que, eso es también parte de la historia, pues para eso ya está Facebook y otras cosas más que cumplen la misión, como quiera, siendo románticos, no hay nada más emocionante que abrir el buzón, me refiero al de afuera de la casa y encontrar una carta, una postal, pero creo que eso ya más bien es parte de la historia.
Y si de romanticismos hablamos, que mejor que observar con atención esta escena, también del Centenario. Don Porfirio atento al vate, tal vez sea Juan de Dios Peza, a la derecha de Don Porfirio vemos a un pensativo personaje, y en la fila de arriba, del lado izquierdo a la sempiterna dama imprudente y chismosa que interrumpe al distinguido y condecorado hombre de barbas que no sé quien pudiera ser... creo que para este lunes de verano total (al menos donde vivo que es una temperatura con humedades verdaderamente mortales), han sido muchas ideas para reflexionar. Ah!, la última, hoy es día de Señor Santiago, el Apóstol Santiago, Santiago Matamoros, Santiago Mataindios, Santiago el Mayor, Boanerges, el Divo Jacob, como gustes llamarlo, hoy es su día.
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