No sé que tan conocido sea este sitio, yo llegué allí casualmente, cuando hacía una caminata, o mejor dicho, una exploración por el Centro Histórico de la Ciudad de México, eso ocurrió hace más de una docena de años. Conocí solamente los murales que hay en el mercado, no me enteré de que había un edificio anexo dedicado al fomento cultural. Ahora que vuelvo a la ciudad con una intención distinta, con el interés de adentrarme más en ella, en su rica historia, llego al Centro Cultural Teatro del Pueblo para admirar los murales allí plasmados.
Como lo podemos ver en la fotografía, la calle República de Venezuela, donde se encuentra el acceso principal al Centro Cultural está siendo repavimentada con las nuevas técnicas, de concreto hidráulico con apariencia de adoquín. Al ver esta parte del conjunto, entendemos mejor la razón por la cual se ha definido la arquitectura de este edificio como "barroca"... un neo-barroco, así se definiría mejor. El enorme alebrije realza más la mezcla fantástica de estilos, colores y formas conglomeradas en esa parte de la ciudad de México.
Estamos ya en el lobby del Teatro, que más bien es el lobby del Centro Cultural, pues de allí el acceso es al área de exposición, a la biblioteca y una escalinata que, supongo, es para acceder al Teatro. Aquí me llama la atención poderosamente que perdido entre la multitud de objetos y el colorido de los murales de esa sección se encuentra, enpolvado en verdad, el busto de don Abelardo L. Rodríguez, el que autorizara la construcción del espacio y, además, del que lleva su nombre.
La lucha de los pueblos oprimidos, de obreros y campesinos, tan en boga luego del "triunfo de la Revolución Mexicana" y más aun, en los años tensos entre la I y II Guerra Mundial, cuando la otra Revolución, la Bolchevique había triunfado y sus ideas irradiaban al mundo, éstas se manifestaban en los murales del Teatro del Pueblo y del Mercado Presidente Abelardo L. Rodríguez.
Una verdadera lástima ver en el techo del cubo de la escalera, estos murales en total deterioro debido a la humedad. Tengo entendido de que se ha hecho un rescate del conjunto, ese es notorio, recuerdo que la primera vez que entré, había unos acrílicos cubriendo los que estaban en el pasillo de acceso al mercado, ahora el colorido ha resurgido, pero estos tres si que están dañados.
Y por colorido me refiero a esto. Aquí vemos una alegoría al maíz. Me llama la atención la mazorca abajo a la derecha, es un Cuitlacoche
La moda arquitectónica de al década de los treinta del siglo XX se caracterizaba por los espacios enormes, vastos. El gobierno mandaba construir edificios públicos de grandes dimensiones, escuelas especialmente. En esa década contamos en México con tres presidentes de la República: Pascual Ortíz Rubio de 1930 a 1932; Abelardo L. Rodríguez de 1932 a 1934 y Lázaro Cárdenas de 1934 a 1940. Con esto comprobamos algo que sería: Todo cabe en un sexenio, sabiéndolo acomodar. ¿Por qué?
Pues porque antes no había sexenios, sino cuatrienios, debido a la imposición de Ortíz Rubio por "el jefe máximo de la Revolución", Elías Calles, don Pascual Ortíz Rubio renuncia a mitad de su gestión, lo sustituye Abelardo L. Rodríguez en los dos años restantes, de 1932 a 1934; es cuando se hace la enmienda constitucional para alargar los periodos presidenciales y se institucionalizan los sexenios con Lázaro Cárdenas, ocupando la presidencia de 1934 a 1940.
Si ves las obras arquitectónicas públicas construidas bajo la administración de esos tres presidentes notarás algo que se puede catalogar como Arquitectura Republicana, en donde además de la monumentalidad de los edificios, se retoma el tema mexicano para su decoración. Ejemplo claro lo vemos en el conjunto del Mercado Abelardo L. Rodríguez y su Centro Cultural.
Más explicaciones o comentarios salen de sobra, mejor veamos varias tomas más de los murales del Centro Cultural Teatro del Pueblo, vobservalas con calma, encontrarás una buena cantidad de detalles.
No sé que tan conocido sea este sitio, yo llegué allí casualmente, cuando hacía una caminata, o mejor dicho, una exploración por el Centro Histórico de la Ciudad de México, eso ocurrió hace más de una docena de años. Conocí solamente los murales que hay en el mercado, no me enteré de que había un edificio anexo dedicado al fomento cultural. Ahora que vuelvo a la ciudad con una intención distinta, con el interés de adentrarme más en ella, en su rica historia, llego al Centro Cultural Teatro del Pueblo para admirar los murales allí plasmados.
Como lo podemos ver en la fotografía, la calle República de Venezuela, donde se encuentra el acceso principal al Centro Cultural está siendo repavimentada con las nuevas técnicas, de concreto hidráulico con apariencia de adoquín. Al ver esta parte del conjunto, entendemos mejor la razón por la cual se ha definido la arquitectura de este edificio como "barroca"... un neo-barroco, así se definiría mejor. El enorme alebrije realza más la mezcla fantástica de estilos, colores y formas conglomeradas en esa parte de la ciudad de México.
Estamos ya en el lobby del Teatro, que más bien es el lobby del Centro Cultural, pues de allí el acceso es al área de exposición, a la biblioteca y una escalinata que, supongo, es para acceder al Teatro. Aquí me llama la atención poderosamente que perdido entre la multitud de objetos y el colorido de los murales de esa sección se encuentra, enpolvado en verdad, el busto de don Abelardo L. Rodríguez, el que autorizara la construcción del espacio y, además, del que lleva su nombre.
La lucha de los pueblos oprimidos, de obreros y campesinos, tan en boga luego del "triunfo de la Revolución Mexicana" y más aun, en los años tensos entre la I y II Guerra Mundial, cuando la otra Revolución, la Bolchevique había triunfado y sus ideas irradiaban al mundo, éstas se manifestaban en los murales del Teatro del Pueblo y del Mercado Presidente Abelardo L. Rodríguez.
Una verdadera lástima ver en el techo del cubo de la escalera, estos murales en total deterioro debido a la humedad. Tengo entendido de que se ha hecho un rescate del conjunto, ese es notorio, recuerdo que la primera vez que entré, había unos acrílicos cubriendo los que estaban en el pasillo de acceso al mercado, ahora el colorido ha resurgido, pero estos tres si que están dañados.
Y por colorido me refiero a esto. Aquí vemos una alegoría al maíz. Me llama la atención la mazorca abajo a la derecha, es un Cuitlacoche
La moda arquitectónica de al década de los treinta del siglo XX se caracterizaba por los espacios enormes, vastos. El gobierno mandaba construir edificios públicos de grandes dimensiones, escuelas especialmente. En esa década contamos en México con tres presidentes de la República: Pascual Ortíz Rubio de 1930 a 1932; Abelardo L. Rodríguez de 1932 a 1934 y Lázaro Cárdenas de 1934 a 1940. Con esto comprobamos algo que sería: Todo cabe en un sexenio, sabiéndolo acomodar. ¿Por qué?
Pues porque antes no había sexenios, sino cuatrienios, debido a la imposición de Ortíz Rubio por "el jefe máximo de la Revolución", Elías Calles, don Pascual Ortíz Rubio renuncia a mitad de su gestión, lo sustituye Abelardo L. Rodríguez en los dos años restantes, de 1932 a 1934; es cuando se hace la enmienda constitucional para alargar los periodos presidenciales y se institucionalizan los sexenios con Lázaro Cárdenas, ocupando la presidencia de 1934 a 1940.
Si ves las obras arquitectónicas públicas construidas bajo la administración de esos tres presidentes notarás algo que se puede catalogar como Arquitectura Republicana, en donde además de la monumentalidad de los edificios, se retoma el tema mexicano para su decoración. Ejemplo claro lo vemos en el conjunto del Mercado Abelardo L. Rodríguez y su Centro Cultural.
Más explicaciones o comentarios salen de sobra, mejor veamos varias tomas más de los murales del Centro Cultural Teatro del Pueblo, vobservalas con calma, encontrarás una buena cantidad de detalles.
En Baja California Sur también hubo manifestaciones de Arte Republicano:
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