Luego de conocer y maravillarme con La Jabonera y su extraordinaria arquitectura, seguimos por los caminos que cada vez se hicieron más difíciles de transitar pues es tal la resequedad del suelo que casi están desaparecidos, íbamos rumbo a otro rancho, llamado La Estancia, pero antes pasamos por Monte de Yañez, rancho mínimo en el que hay una veintena de pobladores y ocurre lo mismo que en toda la región, la mayoría de la población está "en el otro lado", se van allá en busca de trabajo y vienen solamente para Navidad o las fiestas del pueblo, en este caso del rancho.
Fuimos allí con un objetivo bien claro: ver la imagen de Guadalupe que se venera, es minúscula me dijeron y sí que lo es. Cuando entramos en la capilla esperaba ver en altar alguna imagen de las que habitualmente vemos, una pintura, pero no, allí no hay ninguna pintura ni un cuadro, lo que hay es una medalla de unos 5 centímetros que, como toda imagen venerada, conserva una tradición.
Fe popular, relatos que se pierden en los tiempos, tradiciones orales que se vuelven cada vez más complejas y alejadas de la realidad pero que tienen un enorme valor pues son las que dan identidad y se vuelven el aglutinante de las comunidades, especialmente las rurales.
Se dice que justo a la mitad del siglo XVIII, 1750, una persona, de nombre Lorenzo, andaba recogiendo leña, luego de la faena se tomó un descanso y se sentó en una piedra, de las de tepetate, para su sorpresa notó que había allí algo extraño, como de metal, estaba clavado en la piedra, se trataba de una especie de medalla con la imagen de la virgen de Guadalupe. Vio la forma de quitar el clavo, lo logró y conservó la virgen como un tesoro y pensó siempre que había sido una especie de aparición la que él había tenido. Regresó a su rancho, llamado Monte de Yáñez, envolvió la medalla y jamás se separó de ella.
El rumor corrió y curiosos se aproximaban a conocer el hallazgo. Al tiempo tuvo la idea de construir una pequeña capilla en donde depositar la ya milagrosa imagen. La medalla fue pasando de generación en generación por los descendientes de Lorenzo y, ya entrado el siglo XX, decidieron construir una capilla de mayor tamaño. Una historia por demás sencilla a la que se le van agregando los eventos llenos de misterio que toda imagen religiosa siempre: el despedir perfume, el tener movimientos propios.
Lo sorprendente del caso es que el dicho aquel de que la fe mueve montañas se hace presente en esta pequeña comunidad del municipio de Nochistlán, Zacatecas, en donde, también tiene su día de fiesta, pues recordemos otro dicho, el que reza: a toda capillita se le llega su fiestecita.
Hay un dato que será bueno anotar. Según el relato del hallazgo de la medalla, esto ocurre en 1750, y fue en 1754 cuando la Virgen de Guadalupe es declarada patrona de Nueva España, quizá la fecha de 1750, cuando se encuentra la pieza no es precisamente ese año, sino poco tiempo después, que fue cuando, luego de la declaratoria de su patronazgo, por todo México surgió una especie de fiebre por tener una representación de la imagen guadalupana.
A la derecha la capilla antigua, a la izquierda la capilla actual. Si decides recorrer estos lugares, procura llevar bien determinada tu ruta y visualizado el mapa, pues, hasta donde recuerdo, no todos los caminos de terracería tienen señales, como quiera, siempre pasará alguien por ahí que, como lo pude ver, con suma amabilidad, te dará las señas de por donde continuar.
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