Estábamos concluyendo el día. Muchas imágenes se me habían acumulado a lo largo del trayecto, especialmente las técnicas de construcción, esa arquitectura vernácula que distingue a la zona. Cubos de adobe que había visto en otros rumbos de la región se volvieron todos de piedra, cosa magistral que solo aquellos que saben trabajarla logran la perfección en los ángulos y aquí no cabe la menor duda de que son maestros en ello.
La zona un poco (muy) desmontada, por usar un término "agradable" ha ido eliminando la vegetación endémica, los hatos de ganado introducidos aceleran la desertificación del suelo. Un mezquite solitario se levanta en la inmensidad, mudo testigo de lo que fue un bosque, un mezquital... terrible caso, pues, si no se hace una reforestación adecuada esto será desierto dentro de poco.
La capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, fue increíble, una imagen tan pequeña que ha tenido el poder de seguir convocando a fieles y creyentes para que la vean, para que la admiren y encuentren en ella el cobijo que en estos días del siglo XXI estamos requiriendo, cobijo de paz, de armonía, de tranquilidad, pues el cobijo de calor lo estamos más bien padeciendo con el cambio climático que ya no está llamando a la puerta sino que ya entró y peor aun, se asentó en el país.
Sorprendido quedé luego de enterarme de que el obispo Ruiz Cabañas acabó sus días por estos rumbos, la muerte es cosa normal, es cosa regular, ocurre todos los días, incluso un poeta nos deleitó diciendo que "el sueño es la dulce muerte de todos los días"... sí, pero ese extraño culto a los muertos que tenemos en México es sorprendente... por decir lo menos y más sorprendente aun es encontrar una capilla en la que se conserva el hígado y otros ijares de una persona que solo lo podemos catalogar como "sorprendente"... nada más por decir algo.
Así que, con el tramonto coloreando el cielo con sus característicos tonos, enfilábamos rumbo a la carretera para regresar a Teocaltiche cuando veo, del lado derecho algo que no era precisamente común, mucho menos familiar ¿qué es eso? brotó de mi boca la pregunta... ¿qué? me respondió mi amigo de viaje... eso, ese silo... ¿silo? sí, parece un cono... Nos detuvimos en la carretera, nos estacionamos y bajamos del auto. Eso, apunte hacia el centro de un terreno de buena dimensión. Pensé que era uno de esos silos cónicos.
Pero no, no eran silos, ni eran cónicos, más bien ovalados o alargados ¿una tumba? quizá, ¿unos vestigios de una antigua construcción prehispánica? tal vez... pero no, como que no se les veía tal antigüedad, la noche estaba por llegar así que nos subimos al auto y nos quedamos con la enorme interrogante de lo que será eso que estaba allí.
Gran narrativa, le agradezco por describir al menos una pequeña muestra de las sensaciones que deja un lugar como es La Estancia, y toda su magia que envuelve un montón de lugares, todos ellos tienen una historia que contar junto con sus personajes.
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