Al estudiar la historia de las Haciendas de México siempre llegamos a un punto, en el último cuarto del siglo XVIII en el que todas comenzaron a padecer un golpe en su estabilidad económica, ante la imposición de las reformas Borbónicas que dieron paso a la llamada “consolidación de vales reales”. El tema es entendible en lo general, pero encuentro en el texto del maestro Olveda una explicación muy clara al respecto de esas implementaciones:
Las reformas aplicadas por los Borbones en la segunda mitad del siglo XVIII, y que ocasionaron cambios profundos en el orden económico, político y social en las colonias hispano-americanas, fueron instrumentadas siguiendo las exigencias planteadas por el desarrollo del capitalismo. El espíritu que prevaleció en esta época, aconsejaba una transformación ordenada, racional y orientada a redituar a la corona una renta suficiente para financiar un vasto proyecto agrícola, industrial y comercial que permitiera a España acelerar el desarrollo de sus fuerzas productivas para poder competir sin desventaja en el mercado mundial.
En comparación con otras metrópolis de Europa –Inglaterra, Holanda, Francia-, España mantenía, en el momento de arribar los Borbones al poder, una situación muy inferior. Exportaba alimentos y materias primas a cambio de bienes manufacturados, y para nivelar el alto déficit de su balanza comercial, empleaba la plata proveniente de sus colonias americanas, principalmente de Nueva España y Perú. Fue durante el reinado de Carlos III (1759-1788), cuando se aplicó un conjunto de reformas sustanciales tendiente a transformar algunas estructuras que impedían un mejor aprovechamiento. Estas reformas borbónicas fueron instrumentadas y aplicadas por exigencias propias de la revolución industrial, y constituyeron una respuesta a la difícil situación que guardaba España frente a la comunidad europea. Los autores de estas modificaciones entendieron que para extraer en mayores cantidades los recursos naturales de las colonias, era necesario cambiar la política económica tradicional por otra más acorde con las exigencias del nuevo sistema de producción y distribución de mercancías, así como incorporar nuevos territorios y más grupos sociales al mercado colonial.
Aparte de las exigencias planteadas por la revolución industrial, habría que tomar en cuenta el descalabro sufrido por España en la guerra de los Siete Años. La pérdida de sus posesiones en Holanda e Italia, hizo comprender al monarca cuán urgente era modificar la política económica para poder recuperar la posesión hegemónica. Cabe destacar que la racionalización de los métodos de administración estuvo inspirada en las ideas francesas. No fueron menos determinantes los señalamientos hechos por individuos como José del Campillo y Cosío, quien en su Nuevo sistema de gobierno económico para América, escrito en 1743, comparaba las altas ganancias que obtenía Francia e Inglaterra de las islas azucareras del Caribe con los recursos limitados y exiguos que España percibía de su vasto imperio colonial americano. Para incrementar la producción de las materias primas y multiplicar la captación metálica, sugirió someter a un examen riguroso todo el dispositivo administrativo; incluso, aconsejó la incorporación del indio a la sociedad a través de la distribución de tierra pública.
El reformismo borbónico llamado por John Lynch “la segunda conquista de América”, tenía como finalidad aprovechar al máximo los recursos naturales de las colonias americanas para erosionar la autosuficiencia de las oligarquías criollas y volver a canalizar ese excedente de producción a la península. La política de los borbones “era esencialmente una aplicación del control, que intentaba incrementar la situación colonial de América y hacer más pesada su dependencia”. Fue precisamente este propósito, el que estimuló la inmigración de burócratas y comerciantes dispuestos a obtener mayor beneficio en las regiones que seleccionaban para establecerse.
De no haber sido porque España siguió involucrada en varios conflictos, sobre todo con Inglaterra, que era la más interesada en acelerar su caída, la rentabilidad que proporcionó ese reformismo hubiera servido para sacar al imperio español del atraso en que se encontraba.
Fuente:
Olveda, Jaime. La oligarquía de Guadalajara. Conaculta. México, 1991. pp. 66-68
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