En el primer centenario de la solemne bendición de la parroquia de Nuestra Señor de los Dolores, su existencia puede dividirse en dos etapas: la primera en su estructura o cuerpo principal y la segunda, que fue casi finalizada al iniciar el presente siglo (XX), la construcción de dos torres, gracias al empeño, trabajo y dedicación del entonces párroco, Porfirio Martín del Campo y Romo, de muy gratos recuerdos en la población.
Aunque el edificio actual es relativamente “nuevo”, hay el antecedente de que en el mismo sitio existía una dedicada a San Pedro, el anterior (y original) santo patrón, y que fue una de las primeras cuatro parroquias construidas por los franciscanos en la Nueva Galicia a mediados del siglo XVI, es decir, tras el sometimiento de los pueblos caxcanos, entre otros.
La construcción de la parroquia de San Pedro, se debió al obispo Pedro Gómez Maraver. Se menciona en las transcripciones hechas por Manuel J. Aguirre, Ignacio Dávila Garibi y Vicroriano Salado Álvarez, de que se trataba de una construcción hecha con adobe, de “40 varas de fondo, 8 de ancho y 8 de alto, con capacidad para 500 personas… y que ya en el año de 1776 se encontraba en deplorables condiciones, según o menciona el entonces cura Juan Manuel Rodríguez Castillo.
Y tan dañada estaba la vieja estructura del tempo, que en una visita del obispo Juan Ruiz de Cabañas y Crespo, en 1797, ordenó la edificación de uno nuevo, cosa que no fue posible realizar debido al estallido del movimiento de Independencia. Es necesario comentar el por qué 20 años atrás se había decidido cambiar el nombre de San Pedro por el de la Virgen de los Dolores.
Sin duda el más autorizado testimonio es el que recoge Ignacio Dávila Garibi en su calidad de sacerdote, quien señala el suceso notarizado del milagro hecho por la virgen de los Dolores en noviembre de 1774.
A la letra, el Anexo 11 que hace Dávila en su libro Bosquejo Histórico de Teocaltiche, de que el “25 de enero de 1775, ante Don Luis Pérez Maldonado, teniente de este pueblo y su jurisdicción, por el Sr. Francisco Xavier de Arriola, Alcalde Mayor y de la Santa Hermandad por Su Majestad, de la jurisdicción de Santa María de los Lagos y su jurisdicción y pueblos llanos de esto, actuando con Juez receptor, con testigos de asistencia a causa de no haber Escribano Público ni Real en este ni en los términos del derecho disponible, a más de los instrumentos de que se hará mención, comparecieron los Sres. Bachilleres D. Juan José la Helguera y D. Miguel Antonio Ramírez de Olivaras, dignos presbíteros domiciliados en este Obispado y vecinos de este pueblo, y D. Alejando Álvarez Tostado y D. Nicolás de Fuentes, vecinos también de él y a quienes doy fe conocer, dijeron: que habiendo determinado el Sr. Br. D. Daniel Espinoza de los Monteros, cura coadjutor, vicario y Juez Ecco de este referido pueblo, se procediera a sortear entre varios Santos un Santo Patrono a quien se dirigiesen especialmente depreciaciones y celebrasen cultos solicitando su intercesión para con Dios nuestro Señor e impetrando su divina misericordia a causa de haberse experimentado en este expresado pueblo y su comarca graves y repetidos temblores de tierra que comenzaron el día último de octubre por la noche del año próximo pasado de setenta y cuatro y se continuaron hasta el día seis de noviembre del mismo año: que habiéndose efectuado el referido sorteo el día ocho del referido mes de noviembre, resultó por alta providencia la dichosa suerte en el refugio y patrocinio de la Emperatriz de los cielos María Santísima Nuestra Señora, bajo el título y advocación de los Dolores y cuya imagen, tiempo ha se venera en el trono del altar mayor de esta iglesia parroquial: que habiéndose en su obsequio celebrado solemnes cultos al viernes inmediato subsecuente, que contaron once, cantándose tres misas y a la tarde, sacada en procesión la referida imagen rezando su santísimo rosario a más de experimentarse ya cesarían los continuos temblores que en los anteriores días habían causado grave aflicción y consternación en todo el vecindario, se vio al tiempo de la anunciada procesión en el cielo el signo de un arco blanco, estando del todo desembarazada de nubes, el que la acompañó hasta su entrada. Y que habiendo sobre todo esto movido de tan singulares beneficios de la Santísima Señora el expresado Sr. cura vicario y Juez Ecc., procedió a formar sumaria información para con ella dar cuenta a su Señoría, el obispo de esta diócesis, mi señor, pidiendo en ella el que se dignase conceder su suprema licencia para que clero y vecindario se efectuase juramento de reconocer a la Santísima Señora por Patrona y en su manifestación celebrarla anualmente en el citado día once de noviembre…”
Toda vez que ni Salado, ni Dávila, tampoco Aguirre, menciona por su nombre al autor de los proyectos del majestuoso templo concebido para el futuro inmediato como Basílica, por el dinámico progreso que entonces acusaba Teocaltiche, no es de dudar que el máximo diseñador y responsable de la obra fue Manuel Gómez Ibarra, uno de los mejores –como no el mejor-, arquitectos jaliscienses de la época, a quien se deben edificaciones como la cúpula del Hospicio Cabañas, el Sarcófago del cementerio de Belén, el pórtico de la Universidad de Guadalajara, de estilo gótico.
La primera piedra de la nueva parroquia de Teocaltiche, se colocó el 26 de octubre de 1845 y ello constituyó un singular e histórico acto, presidido tanto por la junta eclesiástica como por el H. Cabildo en pleno, formado por Crescencio G. Laris, Francisco Villalobos, Eduardo González Laris, Anastasio Romero, Jesús Ordorica, Ramón Martínez, Benito Jiménez, Domingo Sánchez, Félix Maldonado y J. María Villalobos, como Secretario al acta respectiva se anexaba el acuerdo de mandar publicar en los dos periódicos más importantes de la época, El Jalisciense y La Unión Nacional, el suceso para perpetuar su memoria, así como colocar de las arcas, monedas de cuño de la época (debe referir en este aspecto, en la colocación de tales metales como se acostumbraba hacerlo junto o en la primera piedra).
Más tarde en 1871, el obispo en turno, Pedro Loza y Pardavé haría su visita a Teocaltiche, para ver con sus propios ojos lo avanzado que le decían estaba la obra, como se lo informaban periódicamente las autoridades eclesiásticas del lugar. Hay que señalar, además, que el templo de San José sirvió de parroquia en tanto se construía la nueva y todavía más en los últimos años, a partir de enero 12 de 1889, la capilla lateral de la nueva parroquia se aprovisionó para brindar servicio religioso en tanto se terminaba el gran templo.
Y bien, sí se le han de reconocer méritos de proyecto y diseño a Gómez Ibarra, quien por cierto habría de morir en 1996, dos años antes de verse “terminada” la magna obra, también se debe resaltar la gran capacidad e ingenio del alarife Avelino Ramírez, el albañil que como lo señala Aguirre, sin mayores conocimientos de ingeniería construyó la majestuosa cúpula parroquial sin ocupar tan siquiera de cimbra.
En cuanto a la duración de la singular obra, su inicio tardó más de medio siglo, por las razones que antes señalamos, su ejecución se llevó también un periodo similar. Pero curiosamente para construir sus dos torres, también los feligreses y especialmente los devotos de la Dolorosa, hubieron de esperar casi medio siglo y gracias al empeño del párroco en turno, Porfirio Martín del Campo, a inicios de la década de los cuarenta se llevaron a cabo los trabajos respectivos, de manera que prácticamente luego de primeros cincuenta años la parroquia tenía sus dos torres bien construidas.
Fuente:
Sin autor, nota publicada en el semanario Posdata del Centro. Año XI. No. 218. Teocaltiche, 31 de octubre de 1998.
Excelente narración, es una de las joyas de los altos de Jalisco y cabe mencionar que el Señor Cura Martin del Campo tambíen solicito los servicios del Sr. José Carrillo Dávalos carpintero especialista en trabajar la madera de mezquite ( resistente como la parota) para la elaboración del lambarín que protege toda la parroquia y que hasta la fecha continúa.
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