Romita, otra de las ciudades de la geografía guanajuatense

En el Estado de Guanajuato, son, principalmente, las ciudades del corredor industrial las que han sido más conocidas desde hace tiempo, las que se mantuvieron unidas por la Carretera Federal 45, la llamada “Panamericana” que va de Celaya a León, pasando por Salamanca, Irapuato y Silao. Es precisamente en Silao en donde tomaremos una de las vías estatales para llegar a Romita, distante apenas 15 kilómetros. Romita, al igual que muchas de las poblaciones pequeñas de Guanajuato se dedican principalmente al ramo agrícola, en Romita es donde termina el Bajío, pues un poco más adelante está León y de allí comienzan los Altos de Jalisco.

Romita ofrece una tranquilidad envidiable, un ritmo de vida despacio, sin prisas. Tiene varias ventajas. Estar a pocos kilómetros del centro de población más grande del Estado, León. Seguramente en una década más, Romita se integrará como zona conurbada de León. Tiene también un acceso muy fácil al Aeropuerto del Bajío, está a pocos kilómetros del cerro del Cubilete, por consecuencia a corta distancia de Guanajuato y sus docenas de tesoros. Pero si de tesoros hablamos nos podemos sorprender con el trabajo de ebanistería que encontré en la puerta de la Parroquia, un templo muy sencillo pero que, al ver el detalle de la puerta nos podemos fácilmente sorprender. Son los cuatro evangelistas los que están esculpidos, a través de sus representaciones, un trabajo verdaderamente excepcional.

Romita al igual que todas las ciudades del Bajío, mantienen una alta religiosidad, la ubicación de Romita es precisamente en una de las zonas en donde el enfrentamiento Cristero se dio, no es de extrañar que se sigan manteniendo viejas tradiciones, la escena que vemos aquí es el rezo del mediodía del rosario, las coronillas también son algo cotidiano en la zona. Cabe resaltar a la persona que se ve de espaldas, a la izquierda de la foto que lleva un listón rojo, mismo que la distingue como miembro de la cofradía que en ese momento realiza su ritual. Hemos visto en El Bable una buena cantidad de templos, todos de una singular belleza, no cabe duda que para quienes gusten del Arte Religioso y que practiquen el Turismo Religioso, en el Bajío contarán con una mina vasta para explotar.

“Pueblear” implica sorprendernos al prestarle atención a los detalles, aquí una esquina donde se vende el más amplio surtido de plásticos. El cartel cristalería y peltre pero eso quedó ya en el pasado. En la actualidad casi nada es de esos materiales, todo se volvió plástico. “Romita era una congregación que estuvo enclavada dentro de los terrenos de la hacienda de La Laja, de la que fue propietario principal el señor don Pascual Peñaranda. Había en ella una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, donde el vicario enviado de Silao ejercía el ministerio, hasta que, instalado fray Manuel M. Amorrosta, renovó la iglesia en el año de 1826 y promovió el aumento del vecindario, fomentando el comercio con actos religiosos, principalmente en los días festivos”. Texto de Pedro González en su Geografía Local de 1904.

Algo que encontraremos en cada una de las 47 ciudades que conforman la geografía guanajuatense son sus jardines principales con árboles del llamado “trueno” o laurel de la India siempre recortados, en ocasiones forman redondeles por todo el jardín, en el caso específico de Romita, cada árbol está perfectamente recortado, como lo podemos apreciar en la foto. Los jardines regularmente están rodeados de portales, con la Presidencia Municipal de un lado y la Parroquia principal del otro, pero siempre, cada uno guardando sus peculiaridades y detalles que los hacen únicos.

Algo curioso me sucedió aquí en Romita, el pueblo es en verdad pequeño, se recorre con facilidad, ya que había visto lo más importante que se concentra en la zona centro, regresaba a la terminal del Flecha Amarilla para continuar a Silao, una cuadra luego del jardín encontré esta carnicería, que como verás no tiene nada de particular, tomé la foto y dos cuadras más adelante fui interceptado por una mujer joven que muy alterada me preguntaba el por qué había tomado esa foto. Le explique que la publicaría aquí, ella insistía el que le diera una razón pero su bicicleta no la movía para no darme posibilidad de seguir caminando, volvía explicarle lo de El Bable. Nunca lo entendió y dejó que siguiera mi camino. En la noche reflexioné sobre lo sucedido, entendí el pánico que se ha desatado en el país en torno a los secuestros y robos, que cada vez son más numerosos, quizá ella pensó que estaba haciendo un estudio para un próximo atraco. La seguridad ya no es como la de antes, ni siquiera en los pueblos tranquilos.