miércoles, 9 de enero de 2013

Tarde de toros en Teocaltiche. (No es crónica).

Seguimos el recorrido por el pueblo más antiguo de la región de Los Altos de Jalisco, comienza a caer la tarde pero hoy no hay toros, como quiera, la suerte nos acompaña (casi suerte de matador) y en ese preciso momento aparece en la esquina la persona responsable de cuidar de la plaza con las llaves que abren sus puertas y estas se abren no de par en par, pero si una hoja para dejarnos pasar. Se respira, claro es, el ambiente taurino; y como no hay toros, hasta los toriles nos metemos.

Lo primero que veo, al entrar en la plaza El Renacimiento en Teocaltiche, Jalisco, es esta extraordinaria pieza de cantera que nos dice la habilidad que se tiene para crear piezas, además de útiles, de singular belleza; pero, comentan mis guías, hay que salir a ver otro detalle que guarda la plaza, veamos:

¿Llegamos a la plaza de toros o a la de gallos? Curioso detalle, podríamos pensar que toros y gallos, ambas tradiciones llegadas junto con los conquistadores, se jugaban aquí pero, cuentan que.. cuando se había terminado de construir la plaza solo faltaban las puertas, las únicas disponibles en ese momento eran las que se colocarían en un palenque y, no habiendo más, las utilizaron aquí.... sale de sobra aclarar que esto es mera tradición popular.

En toda la región vemos que hay plazas de toros, algunas en mal estado (Mexticacán), otras en ruinas, como la de Nochistlán, (aun no publico esta foto), una que dice ser de las más antiguas, la de Cañadas de Obregón, todas en las cercanías de Teocaltiche y, ni que decir, a tan solo 70 kilómetros se encuentra una de las más famosas de México, la de Aguascalientes, construida a consecuencia de haberse -de algún modo- adaptada la idea de la Feria de San Juan de los Lagos "la más grande del reyno", pero, creo que, ese gusto por los toros en los Altos de Jalisco va de la mano con la llegada del otro conquistador de México a la zona.

"La primera corrida de toros se verificó en México el 13 de agosto de 1529, no obstante que desde un año antes se había interesado. Se comprende que solamente hasta entonces pudiera haberse realizado, ya que las reses que ordinariamente se corrían, eran e seis a nueve años. Por curioso trasladamos íntegro el mandamiento que instruyó de manera oficial esta diversión.

 "Miércoles 11 de agosto de 1529 años.- Estando juntos en Cabildo el Muy Magnifico Señor Nuño de Guzmán, Presidente de esta Nueva España por su Magestad, e los Muy Nobles Señores Francisco Berdugo e Andres Barrios, alcaldes, e el Doctor Hojeda, e Bernardino Basquez de Tapia, e Antonio Serrano de Cardona , e Gonzalo Ruyz, e Lope Samaniego, regidores e luego vinieron al dicho Cabildo el Conmendador  proaño e Pedro Samano".

"Los dichos Señores ordenaron e mandaron que, de aqui en adelante, todos los años por honra de la fiesta del Señor Sant Hipólito, en cuyo día se ganó esta cibdad se corran siete toros e que de aquellos se maten dos y se den por amor de Dios a los Monasterios e Hospitales, y que la vípsera de dicha fiesta se saque el Pendón de esta cibdad de la Casa del Cabildo, y que se lleve con toda la gente que pudiere ir acompañándole hasta la Iglesia de Sant Hipólito..." (1)

Me explico: si el tal Nuño de Guzmán, con su afición taurina, fue el que llegó por esos rumbos de Los Altos no es de extrañarnos que exista un arraigo de esa fiesta, la Brava; misma que teniendo en el rumbo una de las ferias más importantes, mejor dicho, la más importante del centro de México en todo el siglo XVIII y parte del XIX, la de San Juan de los Lagos en donde, como toda buena feria, incluía además de las mercaderías venidas de Europa y Asia, así como las que se producían en Nueva España, los festejos  de unas buenas corridas de toros y buenas peleas de gallos.

Habrá que agregar que la Fiesta Brava bien podría englobarse en el concepto de "al pueblo pan y circo" pues, cada que había una entrada del nuevo Virrey de Nueva España a la ciudad de México, cada que había la proclamación del Príncipe de Asturias, una boda real o el ascenso de un nuevo monarca, se decretaban fiestas que llegaban a ser hasta de 10 días en las que se incluía toda una semana de corridas de toros y, como marcaba la tradición, de los sacrificados, se enviaba la carne a cárceles, asilos, templos y conventos, de este modo todos, todos los que habitaban en el virreino podían comer, al menos una vez, un buen trozo de carne. De esto nos da varias referencias don Lucio Marmolejo en sus Efemérides, de las corridas de toros, una de ellas, con el sacrifico de 180 toros, no en Los Altos sino en Guanajuato a consecuencia de la proclamación de Carlos IV como Rey de las Españas. Siguen las fotos de la Plaza de Toros El Renacimiento en Teocaltiche, Jalisco.









Fuente:

1.- Rangel, Nicolás. Historia del toreo en México. Época colonial 1529-1821. Imprenta de Manuel León Sánchez. México, 1924.

1 comentario:

  1. El lugar muy interesante, pero la perspectiva de las fotos, lo realza mucho más. "Al buen observador, particulares ángulos". Gracias por compartir.

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