Fue hace pocos días que se conmemoraron los 50 años de la inauguración del Museo Nacional de Antropología, sitio del que nos podemos enorgullecer en todos los aspectos, tanto por las piezas allí contenidas como por su museografía la cual se va actualizando para fortuna de todos aquellos de quienes disfrutamos de recorrerlo calmadamente. Y ni que decir del edificio en sí, obra estupenda del Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Encuentro una relación de este museo que nos dice todo aquello que queremos saber de él, la comparto contigo:
"Heredero del antiguo Museo Nacional en la calle de Moneda, el museo en Chapultepec, con el Tlaloc a su entrada, es depositario de ese patrimonio único y universal que son sus colecciones prehispánicas. La Piedra del Sol, la Coatlicue Máxima, el Cuauhxicalli sagrado; tantas piezas tituladas y otras muchas anónimas, pero no menos célebres. Dentro de sus muro descansan todos nuestros dioses, la primavera (personificada y en piedra), un coyote con plumas y la muerte en obisdiana.
"Gran aparador de la arqueología nacional, lugar donde las raíces no están bajo tierra, ahí se conserva y exhibe el "tesoro artístico y monumental", como decían con sepeto durante el siglo pasado. Sin duda, es el museo mexicano más conocido en el extranjero y, ciertamente, uno que puede presumir de su contenido. En el momento de su realización fue la mejor escuela de museografía. Puede decirse que los que participaron en su creación son todavía los museográfos que han servido a los museos de México hasta la fecha. En aquellos años de 63 y 64 trabajaron juntos albañiles y artistas, aprendices y antropólogos eméritos. El museo fue un proyecto nacional. El Estado lo hizo suyo y no podía ser de otro modo.
"Su conocido arquitecto lo describe así: "Es una obra totalmente mexicana...su objetivo fue, es y seguirá siendo, brindar una enseñanza sobre nuestro pasado". Además de Pedro Ramírez Vázquez, es justo recordar a Rafael Mijares, Jorge Campuzano y Ricardo de Robina. El museo del Paraguas Llorón y del Calendario Azteca sigue siendo visita obligada. Pasear y aprender entre objetos que datan del precásico o entre aquellos que presenciaron la llegada de los españoles; admirar tanto las pequeñas figuras de Jaina como los grandes relieves de Yaxchilán; comparar las piezas más características de cada cultura; documentar las esculturas de la grandeza indígena; proteger el rico legado cultural del pasado. Eso lo hace el museo máximo de la antropología mexicana.
"Se escogió el bosque de Chapultepec no sólo por su belleza e historia, sino también por su accesibilidad: paseo popular vecino de otros tantos museos. La construcción comenzó en febrero de 1963 y el museo pudo abrir sus puertas de vidrio el 17 de septiembre del siguiente año: 70,000 m2 de construcción; 30,000 m2 de exhibición; 15,000 m2 de talleres, laboratorios y anexos. Todos los recursos museográficos estaban presentes: murales, maquetas, dioramas, ambientaciones y reproducciones. Veinticinco salas de homenaje a la arqueología y etnografía del país.
"Tal vez lo más revolucionario del museo fue su concepto. No se trataba solamente de recolectar piedras y textiles, sino de mostrar una visión integral del hombre, escudriñar en todas sus dimensiones. Y no sería cuestión de exhibir simplemente los objetos más refinados o monumentales. La intención pedagógica triunfó a la postre además del impulso por eternizar nuestro pasado, estaba también el ímpetu por compartir y enseñar.
"Se adquirieron colecciones privadas : la de Miguel Covarrubias , parte de la de su amigo William Spatrling, las de Pepper, Field, Leof, Kamffer, Hedlund, Villanueva, Navarrete, Juárez Frías, etcétera. Sesenta expediciones etnográficas recorrieron extensos altiplanos y las faldas de los volcanes. Cuarenta asesores científicos aportaron su experiencia. Resultado: miles de piezas ingresaron al museo. Desde ese momento dejarían de ser vistas solamente por sus herederos y vecinos para convertirse en motivo de admiración a la humanidad.
"El Museo Nacional de Anropología, como cualquier otro museo, relaciona las cuestiones actuales con los sucesos de épocas anteriores. El ayer es inseparable de lo que hoy somos. Por ello, cuando ese museo fue robado, todos nos sentimos indignados. Se nos estaba robando nuestro pasado, nuestra antigua manera de ser. Es preciso entender la importancia de ese museo, quizás incluso más por lo que significa que por lo que guarda. Los museos no son para coleccionistas pasivos y eruditos. Los mejores de ellos están concebidos para el disfrute y mejoramiento colectivos". (1)
Esta es La Patria, la modelo preferida de Camarena, entra aquí.
Yo podría afirmar que en el diseño de arriba fue el punto de inspiración para los monumentos de Solidaridad, que durante el sexenio de Salinas se colocaron en las autopistas que inauguró.
En el tianguis de Tlatelolco, escribió Bernal Díaz del Castillo, se vendía Yenda.
El diseño de los pebeteros mexicas fue utilizado durante la ceremonia de recepción del fuego olímpico en las Olimpiadas México 68.
Llueve a cántaros... entra aquí.
1.- Fernández, Miguel Ángel. Historia de los museos de México. Promotora de Comercialización Directa. México 1987. pp.219-221.
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