En agosto y septiembre de 2014 estamos celebrando el Sesquicentenario de la visita al Estado de Guanajuato del Emperador Maximiliano, pasó por Celaya, Salamanca, Irapuato, Dolores Hidalgo y Guanajuato, su objetivo era, dicen unos, salir de la Capital del recién creado Imperio para evitar atentados, pero más bien era su interés histórico en conocer el sitio en donde se inició el movimiento de insurrección y, aprovechando, visitar algunas poblaciones, especialmente las afamadas minas de Guanajuato. Pero ocurrió algo que nadie imaginó, que luego de Salamanca, en donde durmió el 25 y 26 de agosto de 1864, saliendo el 27, al llegar a Irapuato cayó en cama y hubo la necesidad de cambiar el recorrido previamente planeado.
Fue así como el Emperador, cuando encontró el alivio a sus males, en lugar de dirigirse a Guanajuato, lo hizo a Dolores, tomando la ruta corta, lo cual lo hizo pasar por el norte del actual municipio de Salamanca, comiendo en la Hacienda de Doña Rosa y pernoctando en la de Cerrogordo, para, al día siguiente, continuar su viaje y llegar a su cita y dar el "Grito" en Dolores, convirtiéndose así en el primer mandatario mexicano que lo hacía, esto considerando, aunque algunos lo nieguen, que él era, en su calidad de Emperador, el que mandaba en México.
De Dolores, Maximiliano continuaría su viaje a Guanajuato, a donde llegó el 17 de Septiembre y luego regresó a la ciudad de México. A su paso por las varias ciudades el Emperador fue dando obsequios, muchos de ellos en metálico, para mejora de algunos sitos, como la cárcel en Salamanca, o para ser repartido entre la gente pobre, será bueno agregar que ese dinero que entregaba, salía de su propia bolsa. Y, como atención especial a Guanajuato y, como agradecimiento a las atenciones recibidas en Irapuato durante su enfermedad, el Emperador obsequió tres fuentes, las tres idénticas. La primera la vemos en la imagen con que inicia este artículo que está en la Plaza del Baratillo en Guanajuato, la segunda está en la enorme explanada próxima a la Catedral de Irapuato, que vemos arriba... ¿y la tercera?
De la tercera poco sabemos, unos dicen que fue robada, otros que fue fundida, más no sabemos. Y, ahora que vemos con atención esta estampa que incluye el canónigo Lucio Marmolejo en sus Efemérides Guanajuatenses, justo en el mes de Septiembre de 1864, cuando el Emperador estuvo en Guanajuato, vemos una escena de la Plaza Mayor, en la cual, al observarla con atención, se ve una fuente que tiene exactamente la misma forma de las que fueron obsequiadas por Maximiliano.
En este acercamiento la podemos ver con más claridad, allí aparece la fuente que Maximiliano regaló a la ciudad, y leemos en una guía turística de 1982 lo siguiente: "Al ver por primera vez esta fuente se podría pensar que se encontraba uno en Italia. La fuente se construyó en Florencia y fue otorgada por el Emperador Maximiliano en 1864. Cuando el Emperador la regaló a México se colocó enfrente de la Basílica de Guanajuato, en la Plaza de la Paz. Una vez que Maximiliano fue fusilado, la fuente se trasladó a un lugar menos aparente, y se encuentra en la actualidad exactamente a una manzana de distancia de la Plaza de la Unión". (Palencia Oyarzabal, Zeferino. Guanajuato y Querétaro. Ruta de la Independencia. Editorial Everst. León, España. 1982. p.123)
En este otro grabado vemos que la Plaza Mayor aparece, a diferencia de la imagen anterior, sin árboles y sin la mencionada fuente, es claro que el grabado se hizo posterior a 1867.
Y ocurrió que, en pleno porfiriato, fue colocada la Estatua de la Paz, obra del escultor Jesús F. Contreras, develada por don Porfirio Díaz el 27 de Octubre de 1903 y que se volviera el símbolo de Guanajuato, junto al otro símbolo que la ciudad tiene: la monumental Estatua del Pípila.
Aquí están dos de los símbolos de la ciudad de Guanajuato, arriba la estatua del Pípila, y en primer plano la de La Paz. "Este colosal monumento fue levantado en el Cerro de San Miguel en memoria del heroico minero Juan José de los Reyes Martínez quien el 28 de Septiembre de 1810 hizo posible la toma de la Alhóndiga de Granaditas por las huestes del padre Hidalgo. Fue construido en 1939 por Augusto Gutiérrez O. conforme a la maqueta del escultor Juan F. Olaguibel. En el pedestal reza una inscripción con una frase incendiaria pronunciada por el Lic. Luis I. Rodríguez, ex gobernador del Estado y uno de los más brillantes oradores que ha tenido guanajuato. Dice la frase: "Aun hay otras alhóndigas por incendiar". (Guanajuato. El Estado turístico por excelencia. Departamento de Turismo del Estado. Manual de Información Turística. Guanajuato, 1972. p.49)
La ciudad creció al paso del tiempo y ahora, hacia el sur, se muestra otra glorieta, más grande, más moderna y de allí surge un símbolo más, el de la Fe, la fe que es ciega...
Si te preguntas el por qué de esta escultura monumental, la razón es sencilla: el nombre original de Guanajuato fue el de Real de Minas de Santa Fe de Guanaxuato, "por ahora y para siempre jamás".
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