domingo, 7 de agosto de 2016

La recepción a Carlota y Maximiliano en Puebla, 5 de junio de 1864. (1ª. Parte)

   Cuando di con este libro, el que narra el recibimiento que la ciudad de los Ángeles, es decir Puebla, le dio a Carlota y Maximiliano pensé en referir solamente los datos más importantes pero, al ir leyendo el texto me pareció tan interesante, que decidí copiarlo todo con el fin de compartirlo pues sé muy bien que hay muchas personas que están en el tema de Segundo Imperio. Por un lado encuentro sumamente curioso el manejo de lenguaje que se da, muestra clara de lo que era el romanticismo propio del siglo XIX, y, más aun, cuando se refiere a los Emperadores. Decir que destila dulzura es poco, decir que van al extremo del rococó no sería exagerar; es cosa de que lo analices y encuentres la otra parte, más interesante aun, de lo que fue esa ceremonia. 

   “Los acontecimientos de los pueblos pasan á la posteridad como legados de experiencia que unas generaciones transmiten á las que las siguen; y la historia en sus anales manifiesta en caracteres siempre vivos, ó las grandes catástrofes á que las naciones han sido conducidas por sus errores, ó los gloriosos sucesos mediante los cuales renacen con nueva vida y vigor dirigidas por genios privilegiados que la providencia les depara para tan altos fines. En nuestra patria ha pasado ya lo primero; muchos volúmenes escritos con caracteres de sangre atestiguan los errores y maldades que en una serie de cuarenta años hundieron al país en su ruina, y nos ministran tan severas como elocuentes lecciones que debemos aprovechar en el porvenir. Al comenzar las páginas de la nueva era, con el establecimiento del nuevo Imperio fundado bajo tan gloriosos auspicios, permítanme VV. MM. que á nombre del Ayuntamiento de la segunda ciudad del Imperio, consigne en ellas un suceso sin precedente en nuestra historia, y que ha dejado tan profunda como grata impresión en sus habitantes: hablo del ardiente entusiasmo con que esta ciudad recibió á sus Soberanos, de ese saludo alborozado, que estruendoso como las olas del océano, era la manifestación más viva del amor y agradecimiento de un pueblo desgraciado hacia sus augustos bienhechores, por la heroica abnegación con que aceptaron la misión sublime de labrar su felicidad y ventura. Dígnense VV. MM. acoger esta pequeña descripción como humilde homenaje de sus hijos de Puebla, que fueron de los primeros en recibir sus generosos beneficios, y como recuerdo de su profundo reconocimiento.

Puebla, Setiembre 7 de 1864. El Prefecto municipal. Juan E. de Uriarte."

  Cánticos de alborozadas albricias, saludad la aurora del 5 de junio de ese afortunado día en que plugo a la Providencia trocar en encantado paraíso esta ciudad, por tanto tiempo abatida y que presenta aun las huellas de su pasado infortunio y miseria; día al que concedió el cielo que fuere testigo del inefable espectáculo, que ha conmovido profundamente el corazón de los poblanos y hecho renacer sus risueñas esperanzas.

  La ciudad de los Ángeles, engalanada y virtuosa, palpitante y llena de gozo e inspirando vivísimo interés se prepara a recibir al insigne y excelso Fernando Maximiliano, a la augusta, y siempre admirable Carlota: Quizá la expresión carezca de la propiedad, precisión y exactitud convenientes para pintar y describir lo poético, sublime y bello de tan singular y nunca olvidado día. Esperase con ansia, con amor, con inquietud al ángel tutelar de los mexicanos, al ilustre Emperador que nos ha deparado la benéfica mano de la Providencia, a los augustos personajes, que abandonando los brazos de sus padres dando el último adiós a su antigua patria, dejaron el cielo que los vio nacer, para marchar a lejano país, a vivir entre personas desconocidas, a una nueva patria que angustiada y con amargas lágrimas, fija sus llorosos ojos en tan elevados, benéficos y sabios príncipes y los llama para gozar el amor y las caricias de una madre tierna y virtuosa y para aliviar su aflicción y evitar su ruina con la ilustrada prudencia de un padre celoso y experimentado: almas virtuosas que aman la independencia de su nueva patria, juran defenderá y se entregan (¡ho resolución sublime, heroico desprendimiento capaz de arrebatar la admiración de los hombres más justos y destituidos de todo sentimiento noble!) a socorrer con tierno cuidado, con solicitud y con amor a un pueblo que reputan por suyo, que ya lo es, y cuya prosperidad y engrandecimiento desean y procuran.

  Derribad las instituciones antiguas inaugurase la era venturosa, en que juntos la virtud y el saber se pasearán triunfantes por la extensión del territorio mejicano. Ved la animación extraordinaria que agita a los hijos de Puebla, observad el alegre semblante de todos, en él se retratan, con bastante fidelidad, las conmociones interiores del ánimo es la expresión viva de los tiernos afectos del corazón. El júbilo se ostenta por todas partes, las casas se adornan elegantemente, en las más pobres accesorias, se coloca una flor, los poetas cantan, el pueblo se entrega al entusiasmo y alborozo, hallase confundidos el hombre de a ciudad con el hombre de los campos, enarbólase el pabellón mexicano, y ondula majestuoso y alegre saludando con encantadora cordialidad al bello y triunfante de Francia ¡Bellísimo cuadro, quisiéramos pintarle con su colorido natural!

  Las fachadas de las casas de toda la ciudad casi sin excepción, se ven lujosamente ataviadas. Recientemente pintadas con buen gusto, se hallan adornadas, desde bien temprano, con hermosas y variadas colgaduras en cuyo centro se ostentan ya los retratos de SS MM generalmente bajo dosel, ya las iniciales de sus nombres, orlados con laureles, rosas y coronas, cuyo lucimiento es mayor por la innumerable multitud de banderolas  con los colores de Méjico, Austria, Francia y Bélgica que, colocadas simétricamente, flamean en los balcones, en ventanas y aun en las azoteas. Vénse también algunos, ingeniosos emblemas alegóricos y en otros sentidas y tiernas poesías.

  En todas las calles del tránsito se ven clavados en línea recta a uno y otro lado y a corta distancia altos mástiles con flámulas y banderitas cruzadas, sosteniendo unos escudos en que sobre fondo azul y rodeados de laurel se distinguen los nombres de Maximiliano, Carlota, Napoleón y Eugenia, escritos separadamente con letra de oro. Gallardas y sencillas portadas también con banderas y hermosos gallardetes rodean la plaza de armas.

  Levántase en la entrada oriental de la calle del Alguacil mayor un vistoso y arrogante arco de orden dórico, adornado graciosamente y rematando en un pedestal que sostiene el nuevo escudo de armas del imperio decorado con cuatro banderas, mejicana y francesa y en cuyo centro se lee la sencilla inscripción que sigue: S.P.Q.A. MAXIMILIANO I IMPERATORI SEMPER AUGUSTO ANNO DOMINI MDCCCLXIV.

  A sus lados se ven dos hermosas águilas doradas. Este primer arco Triunfal fue dedicado á SS. MM. por los distritos del Departamento. Hay en la calle de Mesones otro arco, bello y singular, de airosa figura, ejecutado sin regla pero con gusto, consagrado á nuestra graciosa Soberana por las regocijadas hijas de Puebla; las que por propia determinación han contribuido á aumentar la novedad y magnificencia de tan solemne fiesta. En este arco pintoresco se lee el siguiente significativo lema: LAS HIJAS DE PUEBLA A SU AUGUSTA EMPERATRIZ.

 Con garbo y bizarría descuella en la esquina de la primera calle de Mercaderes otro arco monumental, suntuoso y elegante: tiene diez y ocho varas de altura, doce de ancho y cinco de grueso, sus proporciones esbeltas; es de orden compuesto y presenta ocho columnas, cuatro por cada frente que sostienen un medio punto coronado de una hermosa cornisa, donde monta un zócalo de todo el tamaño del entablamento y de vara y media de alto, ostentando en el centro por un lado y por el opuesto esta inscripción:

  Sobre el mismo zócalo, arriba de la inscripción, se halla un pedestal en que se ven las armas de la ciudad, y dos estatuas sentadas á los lados representando la justicia y la paz: remata este hermoso monumento, descansando en el pedestal, puesta de pie, una bella y bien trabajada estatua blanca, símbolo de la ciudad en actitud de ofrecer la corona y el cetro: digna obra del joven D. Bernardo Guerrero, discípulo de D. Bernardo Olivares. Este arco, consagrado por el Ayuntamiento á MAXIMILIANO I, fue perfectamente diseñado y dirigido por el hábil y modesto profesor D. José María Medina.

  La imaginación más ardiente se encadena con pensamientos graves y nobles. Nuestras pobres fuerzas no alcanzan á explicar con detenimiento las sinceras y significativas demostraciones de amor, que dieron esta bella ciudad y sus entusiastas moradores. El alma se conmueve á tantas impresiones y conserva dulcísimos recuerdos. Lejos ya la sombría luz de tantas convulsiones como nos han agitado, este célebre acontecimiento viene á pronosticar largos días de quietud.

  Con deseo de ver al esclarecido nieto de Carlos V, apenas asoma el sol en horizonte, todos, hombres y mujeres, ancianos y niños, pobres y ricos, ocupan sitio desde Xonaca hasta el palacio episcopal. A las ocho y media de la mañana los Sres. Prefecto Político, Secretario general, Prefecto municipal, Alcaldes, Regidores y Síndicos del Exmo. Ayuntamiento, vestidos todos de gran uniforme, salen en carretelas abiertas para acompañar a SS MM en su solemne entrada a las calles de la ciudad.

  Sobre el mismo zócalo, arriba de la inscripción, se halla un pedestal en que se ven las armas de la ciudad, y dos estatuas sentadas á los lados representando la justicia y la paz: remata este hermoso monumento, descansando en el pedestal, puesta de pie, una bella y bien trabajada estatua blanca, símbolo de la ciudad en actitud de ofrecer la corona y el cetro: digna obra del joven D. Bernardo Guerrero, discípulo de D. Bernardo Olivares. Este arco, consagrado por el Ayuntamiento á MAXIMILIANO I, fue perfectamente diseñado y dirigido por el hábil y modesto profesor D. José María Medina.

  La imaginación más ardiente se encadena con pensamientos graves y nobles. Nuestras pobres fuerzas no alcanzan á explicar con detenimiento las sinceras y significativas demostraciones de amor, que dieron esta bella ciudad y sus entusiastas moradores. El alma se conmueve á tantas impresiones y conserva dulcísimos recuerdos. Lejos ya la sombría luz de tantas convulsiones como nos han agitado, este célebre acontecimiento viene á pronosticar largos días de quietud.

Con deseo de ver al esclarecido nieto de Carlos V, apenas asoma el sol en horizonte, todos, hombres y mujeres, ancianos y niños, pobres y ricos, ocupan sitio desde Xonaca hasta el palacio episcopal. A las ocho y media de la mañana los Sres. Prefecto Político, Secretario general, Prefecto municipal, Alcaldes, Regidores y Síndicos del Exmo. Ayuntamiento, vestidos todos de gran uniforme, salen en carretelas abiertas para acompañar a SS MM en su solemne entrada a las calles de la ciudad.

   A las diez, el tañido de las campanas en repique general; la multitud inmensa de cohetes que rompen el aire, embalsamado con el suave perfume de las diversas exquisitas y muchísimas flores que cubren el pavimento y se arrojan de los balcones; los entusiastas y amorosos gritos de ¡Viva el Emperador! ¡Viva la Emperatriz! que ahogan el eco de la espléndida y brillante comitiva imperial de la casa de campo de Xonaca (alojamiento de SS MM durante la noche anterior, preparado de antemano con ese fin): se encamina, entre los ruidos y aplausos de la muchedumbre, por la calzada del camino a Veracruz, siguiendo por el puente de Nochebuena, calle Real del Alto, Plazuela de San Francisco, calle del Alguacil Mayor (8 Ote.), Mesones, segunda de Santa Teresa (2 Nte.), de Santa Clara (2 Nte.), segunda y primera de Mercaderes (2 Nte.), calles de la Plaza que dan a Los Portales de Hidalgo e Iturbide hasta el atrio de Catedral frente a la puerta principal del templo.

  Están las calles tan llenas de gente, tan obstruidas y apiñadas que presentan un lago de cabezas, de cuyo seno se escapan alegres, cordiales y atronadores vivas. No son bastantes a contener las oleadas de ese mar humano los soldados que forman la valla desde las nueve de la mañana. Abren la marcha el jefe de la gendarmería francesa y su brigada, un escudaron de gendarmería rural mejicana y sesenta hombres de la policía municipal de la ciudad: siguen los maceros del ayuntamiento, con sus ropones o garnachas de terciopelo carmesí con galón de oro, y los señores Síndicos, Regidores, Alcaldes, Prefecto municipal, Secretario general y Prefecto Político. Los señores gran Mariscal de la corte, Secretario de S.M. Ministro de Estado Consejero íntimo y otros personajes siguen de cerca el cortejo municipal. SS MM el Emperador y la Emperatriz de Méjico, vestidos con notable sencillez y rodeados de un crecido número de oficiales superiores a caballo, presiden esta comitiva llevando a su derecha al Excmo. Sr General Brincourt; y los húsares de la guarda imperial cierran esta brillante procesión.
  
  Impresos algunos versos en considerable número son arrojados en medio de una copiosa lluvia, de flores, coronas, ramos, plata y oro, y de espontáneos, ruidosas y prolongadas aclamaciones al pasar SS MM. En todo se advierte plenitud de vida, han huido la indiferencia  la apatía, todo se prepara a renacer y a vivir. Al llegar al arco de la calle del Alguacil Mayor se detiene el cortejo imperial. El Excmo. Ayuntamiento se dispone rendir homenaje de amor y respeto a nuestros augustos soberanos. Entre tanto pasan a situarse ordenadamente en la misma calle, los carruajes que proceden a la elegante carroza en que vienen los jóvenes y simpáticos Monarcas. Todos se agrupan, todos corren, se atropellan y suben a las cornisas, ventanas, balcones y azoteas para ver un espectáculo enteramente nuevo entre nosotros. El pueblo desea contemplar de cerca la entrega de las llaves de la ciudad. Ceremonia tierna y expresiva, imagen viva que simboliza la fidelidad, la confianza, el respeto y el amor.

  A corta distancia del arco, el Excmo. Ayuntamiento por medio de su presidente, presentó a S.M. las llaves. Perfectamente acabadas, muestras sobre el paletón, cinceladas por un lado las armas de la ciudad de medio relieve, figurando las guardas; y por el otro las iniciales M. I., también de medio relieve y circundadas de laurel primorosamente realzado. El puño formado de una águila imperial sobre un nopal, y descansando en el capitel de una columnita con finas estrías, en las dos terceras partes de la longitud de su fuste, y una hermosa flor de alto relieve al lado opuesto del paletón: puestas sobre un cojín de terciopelo azul oscuro con las armas de la ciudad magníficamente bordadas de oro. En ocasión tan solemne y en medio de un inmenso gentío, descollaba el gallardo príncipe con risueña y afable fisonomía. 

  El Sr. Prefecto municipal le dirigió la siguiente corta y expresiva elocución. "Señor:-Tengo el alto honor de presentar á V. M. I. la llaves de la ciudad de la "Puebla de los Ángeles. A nombre del Cuerpo municipal que la representa doy á V. M. la mas afectuosa bienvenida, lo mismo que á S. M. la Emperatriz, presentándoles los homenajes de nuestra fidelidad y profundo respeto."

S. M. I. al recibirlas contestó: "Admito, señores, con júbilo las llaves de esta ciudad, porque veo en este acto que hacéis confianza de mí y comprendéis mis leales intenciones, pero seguro de vuestra fidelidad os las devuelvo, aspirando tan solo á poseer vuestros corazones."

¡Espléndida victoria! ya los tenéis cautivos y rendidos, joven Monarca. También vuestra augusta consorte, con su sonrisa mas dulce que la aurora, participa del completo triunfo. Prosigue su marcha el brillante séquito en el mismo órden. En todo el tránsito los augustos personajes, por su cortesanía y singular afabilidad, llaman la atención universal; á todos sin distinción corresponden risueños sus expresivas salutaciones.

  En los límites del atrio de Catedral al apearse los amados Monarcas fueron recibidos bajo de palio por el Illmo. y Venerable Prelado de la Diócesis y los Illmos. Sres. Obispos de Chiapas, Veracruz y Chilapa revestidos de pontifical y acompañados del Venerable Cabildo eclesiástico, clero secular, corporaciones, colegios, empleados de todas las oficinas y una multitud inmensa de particulares. Se dirigieron al templo, notable por el grandor y magnificencia que, por primera vez después de larguísimo tiempo, desplegaba en sus ricas galas y preciosas decoraciones. Es fiesta de gran solemnidad. En el presbiterio, al lado del Evangelio se eleva el rico solio bajo el que se sentaron SS. MM. A derecha é izquierda del coro se ven en formación de batalla 200 hombres al mando de un jefe de batallón. Con voz conmovida por los más delicados afectos del corazón el Pastor de la Iglesia angelopolitana entonó, acompañado de armoniosa orquesta, el Te-Deum, el bello y sublime himno que vierte exquisito bálsamo y santa alegría en los pechos piadosos, y con el que la Iglesia católica rinde gracias al Rey de reyes por sus innumerables beneficios.

  Concluido este espléndido acto de religión, durante el cual todo quedó en profundo silencio y en recogimiento religioso y al que asistió además un gran concurso, que llenaba el espacioso templo, marcharon á pie SS. MM. con todo el acompañamiento hacia el palacio episcopal; desde cuya entrada se notaba una porción escogida del bello sexo de Puebla, vestida de gran etiqueta y que al distinguir á la ilustre pareja, elevó su argentina voz, una y mil veces, para vitorear á nuestros Soberanos". (1)

  
Continuará...

Fuente:

1.- Breve noticia del recibimiento y permanencia de SS. MM. II. en la ciudad de Puebla. Tipografía de T.F. Neve. Puebla, 1864

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