viernes, 12 de agosto de 2016

El retablo removido de la capilla de la casa del Marqués de San Juan de Rayas en Guanajuato

   Si conoces Guanajuato de seguro conoces la escalinata de la Universidad, quizá te has tomado la foto emblemática que todo mundo reconoce de inmediato y dice "este es Guanajuato". Y si has andado por ahí creo que, lo más seguro, es que no te hayas percatado que justo a un lado de la escalinata está una casa, es decir, una casona, de la que los privilegiados mineros novohispanos se mandaron hacer para que dentro vivieran sus reales personas... reales porque algunos de ellos lograron títulos nobiliarios.

   Hablando de nobleza, el más conocido, sin lugar a dudas es el Conde de la Valenciana, otro también conocido es el Conde Casa de Rul, uno más el Marqués de San Clemente y, el otro (Guanajuato dio cuatro títulos nobiliarios) fue el Marqués de San Juan de Rayas. Es en la casa de éste último en donde nos encontramos y esta casa se localiza en la calle de al lado de la escalinata de la Universidad. Casa que desde los setenta del siglo XX fue habilitada como sede del Museo del Pueblo de Guanajuato. Actualmente hay varias exposiciones que, si te gusta el arte moderno, de seguro las disfrutarás.

   La casa en sí es un estupendo ejemplo de la arquitectura civil, podemos identificar claramente la que fuera la sala principal, esa que en la época virreinal se llamaba (en las casas ricas) la sala del dosel, en donde se solía colocar el retrato del Rey de España. Y lo interesante que guarda la casa es, creo yo, la capilla doméstica.

   Como casa de gente adinerada contaba con su propia capilla en la cual no se escatimó gasto para realizar una obra magna. Contrasta la sencillez de línea de la casa, con las formas barrocas de la portada de la capilla. Y esta capilla guarda una historia, más bien reciente, que de seguro te sorprenderá.

   Siendo éste el oratorio de los Marqueses, gente por un lado devota, por otro rica, mandaron hacer un estupendo retablo al modo de la época, mediados del siglo XVIII, en el mostraban todas sus devociones y, claro es, el retablo estaba revestido en oro de hoja. Vino la independencia, el propio marqués firmó el acta cuando fue consumada, pero las minas dejaron de ser tan productivas y, además, los títulos nobiliarios desaparecieron de México. Vendrían luego los años aciagos de incertidumbre, los largos periodos del sempiterno presidente Santa Anna, la Reforma, la invasión francesa...

y, cual corona, la debacle del Porfiriato y la Revolución con el consabido reparto agrario. Y de los marqueses de San Juan de Rayas ni su recuerdo quedó. La capilla sí, ahí estaba y, un buen día, el retablo fue vendido, la adquirió un coleccionista de arte que lo llevó a California en los Estados Unidos y lo colocó en el comedor de un hotel, The Mission Inn

   El Mission Inn tuvo su época de esplendor, pero luego vino la Segunda Guerra y fue cerrado y, prácticamente, abandonado. Pasada la guerra surgió un grupo de gente interesada en rescatar el inmueble, lo lograron. Al retablo le mandaron construir su propia capilla, la dedicaron a San Francisco y, actualmente es lugar en donde se realizan enlaces matrimoniales. El hotel se localiza en la que fuera una de las ciudades favoritas de la élite norteamericana: Riverside.

   La capilla en la casa del Marqués, quedo desnuda, es decir, despojada de su retablo. Cuando se instala ahí el museo, es José Chávez Morado el elegido para realizar una pintura que ocupa el lugar del retablo.

  El retablo antes de ser desmontado.


  Mientras que, en Riverside la capilla de St. Francis se ha vuelto sitio favorito de suntuosas recepciones... such is life.







El tema es sumamente interesante, para saber la historia completa del retablo, entra aquí.

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