Quisiera ser un pez, para nadar entre las aguas… dice la canción, aquella que puso en los noventa de modo el alto (por su estatura) autor dominicano (no por el hábito sino por su nacionalidad) y es justo así como me siento. No en las burbujas nadando en la pecera que el mencionado autor dice, sino propiamente en el pez que nada abiertamente en el mar, en este caso yo (hipotéticamente un pez) nadando en un mar que se llama Archivo Histórico de Irapuato; sitio en el que otros peces nadan igual que yo, entre fojas, datos, hechos, sucesos y ganas de compartirlos, comentarlos, desglosarlos, comentarlos, cosa que, al final, tendrá por consecuencia el rescate histórico, la confección de una base de datos que nos facilitará en el futuro próximo saber quién, cómo, cuándo y dónde sucedieron las cosas. Eso en sencillas palabras es Rescate Histórico.
En este blog, en mi cuenta de Facebook y en docenas de conversaciones que he tenido, continuamente digo del acariciado sueño que tengo de contar la historia de Salamanca como me hubiera gustado que me la contaran: sin suposiciones, sin el “dicen que”, sin fantasías generadas en interminables pláticas de sobremesa que a nada conducen; con datos fuertes, precisos, concisos, documentados, verificados y siempre apegados a la realidad. Realidad que nos da ir al campo, al campo textual, no literal. Al campo que es grande y pródigo en Salamanca, campo que ahora ya no produce granos y hortalizas sino autos, gasolinas y cosas derivadas de procesos químicos. Así que, al ver para atrás –en el tiempo- veo que hubo un sinfín de problemas que impidieron el sano y regular crecimiento de la villa y que hubo un largo pleito legal que duró poco más de un cuarto de siglo, llegó a Madrid y desde allá el Rey dictó su salomónica decisión de librar a la villa de su problema, que era su vecino.
Estar entre documentos, corroborando nombres, hechos, situaciones, circunstancias me agrada, me llena mucho, solo quienes están metido en esto saben el enorme gusto –casi placer- que da el encontrar el documento que sí, efectivamente, eso que se decía ocurrió así y asá. Seguir en esa sana “natación” entre papeles viejos que han sido digitaliados y que nos facilita enormemente su consulta es no tanto indescriptible, sino casi. Al final debemos volver descriptible lo indescriptible. Y, sobre todo, corroborar y difundir, compartir, de lo contrario de nada sirve documentar si es sólo para satisfacer una idea de documentar… es como embarazarse y abortar...
Así que, ahora en un archivo magno, intenso, profundo, el de Guanajuato, comenzaré mi ejercicio, ese de meterme a papeles. Vamos por buen camino, surgen datos, datos y más datos que, ni en la más elevada de mis alucinaciones había imaginado, corroborando con eso aquella frase que dice que la realidad siempre supera a la ficción o, en este caso al “se dice que”. Por lo tanto, si no publico en éste Bable en los próximos días, sucede que, ando en natación.
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