Para unos historiadores son los Huachachiles, para otros los huachichiles, unos más se refieren a ellos como los guachichiles, todos están en lo correcto, la manera de escribir el nombre de esta nación no la podemos determinar pues ellos no tuvieron escritura y las referencias que nos llegan son, precisamente en voz de esos historiadores.
Al final todos se refieren a ese pueblo que, por diversos motivos es conocido con el genérico de Chichimeca, pero, como ya lo vimos, ellos, los Chichimecas (en plural), estaban divididos en diferentes naciones que, para darles el nombre que les corresponden, debemos ubicar el área geográfica en donde tenían, no tanto sus asentamientos, pues eran pueblos nómadas, sino el área de sus desplazamientos, así, los Guachichiles, los vamos a ubicar al norte del Camino Real de Tierra Adentro en el tramo por el estado de Guanajuato, hacia San Luis Potosí, casi llegando a lo que hoy es Coahuila. En cuanto a la anchura de su territorio, este lo podemos ubicar de la parte más oriental del actual Zacatecas, abarcando todo el Altiplano Potosino.
Lo que esta vez comparto contigo son breves extractos de grandes obras, una de ellas, La guerra Chichimeca, de Powell, que bien podemos catalogar como la base para entender la conquista norte de México, la creación del Camino Real de Tierra Adentro y la sublevación que, por ser políticamente correctos (los españoles) prefirieron evitar que se dieran a conocer los episodios en los que se narraba la bravura del pueblo Chichimeca en general, y de los guachichiles en particular, y las dificultades que enfrentaron a lo largo de medio siglo a fin de poderlos someter. Son grandes plumas las que esta vez leeremos, comenzando con la de Francisco Javier Clavijero que nos relata de los Chichimecas, cuando eran un pueblo poderoso, cosa que ocurre varios siglos antes de la llegada de los europeos a México.
"Con la ruina de los toltecas quedó casi solitaria aquella tierra hasta el arribo de los chichimecas por un intervalo de más de un siglo. Los chichimecas eran, como los toltecas que les antecedieron y las demás naciones que después les siguieron, originarios de un país septentrional; porque el norte de América puede llamarse, como el de Europa, el seminario del género humano; de uno y otro se vieron salir como enjambres, diferentes pueblos a ocupar las tierras meridionales" (1). Con esto que dice Clavijero, intuimos pues, que si los Toltecas dominaron los siglos X, XI y XII, y se habla de un siglo sin domino, que sería parte del doce y del trece, entonces ubicamos el dominio Chichimeca entre el final del XIII y el inicio del XIV, dado que ellos son desplazados una vez que comienza la mítica peregrinación de Aztlán. En cuanto al nombre Chichimeca, al leer a Clavijero la idea que tenemos de que el nombre deriva de "perro", cambia diametralmente, pues dice en una nota que:
"Varios autores se han quebrado la cabeza procurando adivinar la etimología de Chichimecatl. Torquemada dice que este nombre se tomó de Techichimani, que significa chupador, porque los chihimecas chupaban la sangre de los animales que cazaban; pero desde luego se conoce la violencia de esta etimología, especialmente entre unas naciones que no acostumbran alterar los nombres en la derivación. Betancourt se persuade a que dicho nombre se deriva de Chichimé, que significa, dice, perros, que así les llamaban por desprecio las demás naciones; pero si fuera así no se gloriarían ellos como se gloriaban del nombre de chichimecas. Yo conjeturo que tal nombre se derivase de algún lugar llamado Chichiman..." (2). Pasemos ahora a ver específicamente el caso de los Guachichiles:
“Varias características importantes de los guachichiles los distinguieron de las otras naciones, e hicieron de ellos un problema particularmente difícil para los españoles. Su número y la gran extensión de su territorio los hacían particularmente difíciles de vencer. Gran parte de su región no interesó inicialmente a los blancos, porque quedaba fuera de la zona de los primeros descubrimientos de plata; su carácter montañoso y su aridez dificultaba la penetración española, aun durante las breves expediciones punitivas contra ellos. Los guachichiles estaban más avanzados que la mayoría de las otras naciones en la creación de alianzas tribales y esta práctica fue estimulada por el avance español. En el curso de la guerra, los guachichiles llegaron a ser una especie de nexo para confederar la “Gran Chichimeca” contra los invasores blancos. Los núcleos político-militares eran más evidentes entre esta nación que entre todas las demás, y esto explica algunas de las dificultades de los españoles para combatirlos.
"Informes de canibalismo entre los guachichiles, así como un célebre refinamiento en la tortura de los cautivos aumentaron su aterradora reputación entre los españoles y los indios sedentarios. Su posición estratégica en relación con las minas y carreteras los hizo especialmente eficaces al atacar y huir antes de que los españoles pudieran tomar represalias. El Tunal Grande, su principal lugar de abastecimiento de comida (y después de pastoreo) se hallaba muy cerca del camino real México-Zacatecas y la naturaleza lo había hecho una zona ideal para la defensa y el escape. Era fácil para los guachichiles desaparecer rápidamente dentro de las tierras del Tunal o más allá, donde los españoles podían perderse o morir de hambre y sed. Los guerreros guachichiles encontraron aliados en el norte y en el este, en tierras desconocidas por los españoles. En ciertos sentidos estas tierras eran como una barrera protectora que podía absorber y aun destruir a los españoles si organizaban ofensivas contra los guachichiles.
“Los guachichiles fueron explícitamente tildados por varios escritores españoles de aquellos días de ser los más feroces, los más valientes y los más escurridizos (o nómadas) de todos los chichimecas. Esto fomentó la creencia, difundida por toda la frontera de que la espada era la única manera efectiva de conquistarlos. Su idioma era difícil de aprender (e incluía muchos dialectos sumamente variados), lo que constituyó una gran desventaja para los primeros misioneros que entraron en contacto con ellos. Sobre todo, el avance español, comparativamente tardío por el corazón del territorio guachichil, dio a estos aborígenes varias décadas para crear técnicas de lucha, sistemáticas y eficaces, y una cadena de victorias que los animó a emprender una resistencia mayor aun” (3). Continuamos con lo dicho por el padre Cavo:
"Desde el año pasado, por los informes de los gobernadores de lo interno de la Nueva España, supo D. Martin Enríquez que los Chichimecas estaban muy insolentes haciendo gran daño á los viajantes que iban á Zacatecas, por lo cual había dado orden que de distancia en distancia se erigieran presidios, principalmente en los puestos que llaman Ojuelos, y Portezuelos, sitios á propósito para las emboscadas de aquellos bárbaros, y que aunque en el gobierno de D. Luis de Velasco se habían mandado fortificar, parece que en aquella obra no se había puesto mano. En esto entendía cuando fue avisado de los indios Huachichiles, que eran un ramo de los Chichimecas que hacían excursiones hasta Guanajuato, robando y matando cuanto encontraban. Para castigar su atrevimiento y dejar libres los caminos, mandó al alcalde mayor de aquel partido Juan Torres de Lagunas, que llamara las milicias, y que saliera á aquella jornada.
“Y para tener en ella mas parte, marchó con buen número de soldados á juntarse con aquel alcalde mayor. Ignoramos hasta donde llegó el Virrey, y lo que hizo: consta solamente que aquella y otras naciones vecinas, enemigas también de los españoles, fueron desencastilladas de los puestos fuertes que ocupaban con gran mortandad, y se retiraron á las provincias interiores. Tuvo el Virrey cuidado en esta expedición de que los niños y niñas Huachichiles que cayeron en manos de los españoles, se llevaran á México, y se repartieran por las casas ricas para que los educaran cristianamente. Y para quitar á sus padres la esperanza de recobrar sus antiguas rancherías que quedaban en despoblados, fundó allí la colonia de S. Felipe, la que ennobleció concediéndole el título de Villa. Con estas providencias se aseguraron los caminos, y se poblaron aquellas fertilísimas provincias” (4). Volemos con Powell:
“Pedro de ahumada Sámano, que combatió largamente a los guachichiles a principios de la década de 1560, arrojó alguna luz sobre los principales agrupamientos y los hábitos guerreros de los guachichiles: todos los que él vio andaban desnudos y no tenían habitación fija; el grupo del extremo norte, llamados “los de Mazapil”, se extendía a lo largo de 22 leguas al noreste de las minas de Zacatecas; algunos soldados dijeron que tan solo en un valle habían visto a 6mil guerreros y que entre ellos habían visto muchos bienes robados a los españoles (dando así cierta confirmación a la creencia de que otros guachichiles comerciaban y quizás llevaban tributo a esta zona); los zacatecos decían que este grupo norteño de los guachichiles comía carne humana, característica no conocida de otros de la misma nación; el segundo grupo, hacia el sur, se hallaba centrado a unas doce o catorce leguas de las minas de Zacatecas, en rancherías de cerca de cien habitantes en cada una, y era conocido como el de ”las salinas”; un tercer grupo comenzaba cerca del paraje llamado Ciénega Grande, sobre el camino de zacatecas y luego, más adelante, hacia Portezuelo y hasta el Tunal Grande; también en el tunal había otros zacatecos y pames (estos últimos simplemente llamados “chichimecas” por al capitán Ahumada); los chichimecas de Ayo y Pénjamo también llegaban al Tunal Grande, así como los de cerca de San Miguel, pero cada grupo del Tunal vivía en rancherías, apartado de los demás.” (5)
Y concluimos con Montejano Aguiñaga: “Riesgosa, lenta, laboriosamente, con la ayuda de algunos otomíes de Querétaro, los conquistadores –misioneros y pobladores- en una “guerra a sangre y fuego”, fueron levantando presidios y poblados que servían como puntas de lanza y apoyo. Unos presidios y pueblos servían para defender lo ya conquistado; otros, para proyectarse más adentro dela Guachichila. Así las cosas, provenientes de Zacatecas y apoyándose en las Salinas de Santa María, descubiertas en 1561, en un ímpetu tan audaz como suicida por parte de misioneros y pobladores, en 1574 y en el mero riñón del “país de guerra”, unos y otros fundaron el Real de Santa María de las Charcas, SLP. Empeño inútil, a lo menos por entonces; como otras muchas poblaciones plantadas en la Guachichila, que desaparecían o se despoblaban por el asedio brioso y terco de los bárbaros, al poco tiempo quedó Charcas totalmente destruida.
“Diez años después volvieron a la carga misioneros y pobladores. Se hizo, ya en otro lugar, una nueva población y se fundó un nuevo convento. Al poco tiempo, en las goteras de Charcas Nuevas, cayó aflechado fray Juan del Río, hermano del capitán don Rodrigo del Río y Losa, uno de los grandes pacificadores de la Chichimeca. La sangre de fray Juan fecundó la tierra. El convento franciscano de Charcas y la política de paz iniciada por el grande y nunca bien ponderado don Miguel Caldera, fueron factores decisivos para la pacificación de todo el Norte de San Luis Potosí y regiones limítrofes. De ahí, de Chrcas, llegaron a Matehuala y a la sierra de Catorce y más allá, hasta Coahuila y el Nuevo Reino de León el cristianismo, la civilización y la paz”. (6)
Así como éste, muchos otros capítulos de la Historia de México no han sido difundidos del todo, insisto mucho en eso del ser "políticamente correcto", que aplicó en la época virreinal cuando se eliminó casi toda huella de Tenamaztle, de Acualmeztli, de Maxorro y de tantos otros, que fueron los primeros insurrectos en nuestro país y sus luchas llegaron a ocupar casi medio siglo... en el XVI.
Fuentes:
1.- Clavijero, Francisco Xavier. Historia antigua de México. Libro II. Editorial Porrúa, México, 1974. p.52
2.- Ibid. pp.52-53.n
3.- Powell, Philp. La guerra Chichimeca. Lecturas Mexicanas 52. Fondo de Cultura Económica, México, 1984. pp. 50-52
4.- Cavo, Andrés. Los tres siglos de México durante el gobierno español. Tomo I. Imprenta de Luis Abadiano y Valdés. México, 1836. pp. 189-190
5.- Powell, op. cit.
6.- Montejano Aguiñaga, Rafael. El Real de Minas de la Purísima Concepción de los Catorce. Nido de Águilas. Catorce, 2008. p.4
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