La foto corresponde a un cangrejo azul, de los que hay en la costa de Tabasco, recuerdo que en Paraíso hay una glorieta en donde uno enorme, ya que es el símbolo del lugar, es el que de ta la bienvenida a la población, la foto se publicó recientemente en El Universal, dentro de un artículo en el que dicen de la preocupación de un grupo ecologista local, de rescatar a este animal pues está ya en vías de extinción, ya que el crecimiento del lugar, ha limitado los espacios de reproducción que tienen, ojala lo logren.
Leyendo al respecto me acordé de algo que viví, hace ya tiempo, una noche de plenilunio de verano, en 1984, eso quiere decir, hace 31 años. En ese tiempo había pocos hoteles en Cancún, eran tan solo una veintena en la zona hotelera, yo trabajaba justo en el segundo que había, antes de cruzar el puente, se llamaba Playa Blanca, eran -creo- 5 kilómetros de allí a la avenida Nader, que era en donde vivía, así que, cuando terminé mi rutina de trabajo y vi la espléndida luna que había, decidí regresar caminando para apreciar más el espectáculo propio de un plenilunio.
Había caminado apenas doscientos metros cuando vi a varias personas que llevaban de enormes cubetas y algo metían en ellas, noté algo extraño, algo que se movía en la carretera, parecía una especie de espejismo, de ese que se ve cuando el sol está intenso, pero no había sol para provocar ese efecto, no puse mayor atención y seguí caminando. En aquellos tiempos el tránsito de vehículos por el Boulevard Kukulcán era más bien ligero, no digo que nulo, pero eran pocos los vehículos que circulaban por Cancún, el lugar era totalmente habitable y la armonía con la naturaleza era total. De pronto apareció un cangrejo junto a mi, y otro y otro y otro más. Me sorprendí mucho, nunca había visto cangrejos por esa parte que era una zona de mangles.
A los cinco minutos de caminar llegó el momento en que ya no era una docena de cangrejos los que cruzaban de la orilla poniente a la oriente (la poniente era en la laguna Bojórquez, la oriente en el mar Caribe), eran cientos, cientos de cangrejos todos en la misma dirección, todos en dirección a la orilla del Caribe, cumplían con su anual ciclo de reproducción, justo en la noche del plenilunio de verano. Y aunque el tránsito de vehículos, especialmente de taxis, era poco, igual aquello era una masacre, solo oí en esos 2 o 3 kilómetros de maglar el crak, crak, crak, pues otros cientos de ellos terminaban aplastados en la carretera. La gente con las cubetas los agarraba por montones, pues aquella sería una cena o una comida, un auténtico festín.
En el siguiente plenilunio de verano, el de 85 ya no recuerdo que habrá ocurrido con los cangrejos, pues ese año fue el primero de los históricos para el destino turístico ya que fue cuando la ocupación total del año llegó al increíble 98% y si había tal demanda, los taxistas eran los más requeridos para ir a los centros de diversión nocturna o a los restaurantes que entonces todos se localizaban en el centro de la ciudad, así que la masacre de cangrejos fue aun mayor.
En 1996 fue cuando abandoné definitivamente Cancún, y pasó que una vez, comentando con una amiga que se quedó permanentemente en el lugar me decía que hubo algunos esfuerzos por rescatar a los cangrejos, que incluso se formaban brigadas para cruzarlos de un lado al otro para evitar que acabaran aplastados, pero los esfuerzos no fueron suficientes, los cangrejos de la laguna en Cancún desaparecieron... lamentablemente.
Así lo reportan en Tabasco Hoy. Y esto es lo que pasa actualmente en Cancún con la desovación del cangrejo.
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