lunes, 20 de mayo de 2019

La interesante fachada del antiguo Colegio de Christo, en la ciudad de México

   La fachada es excepcional, hay que verla con mucha atención, es decir, observarla, admirarla... el acceso es con la técnica del mixtilíneo, arriba se desarrolla una escena por demás sorprendente de caras, al centro aparecen escudos, abajo el del que mandó fabricar la obra y arriba el de la Corona española, y más arriba aun un Cristo. Actualmente es el recinto del Museo de la Caricatura, originalmente fue el Colegio de Cristo.

  Cristóbal de Vargas y Valadés, el fundador del Colegio de Cristo, hijo de uno de los conquistadores, vivía “en casas propias” en el terreno actual del edificio  y mandó en su testamento otorgado el 23 de marzo de 1602 erigir cuatro becas en el cercano Colegio de San Ildefonso, para ser mantenidas por diez años y que por cada una se paguen cien pesos anuales. Dos de ellas debían ser propuestas por el rector, y dos, por el albacea. Esta fundación se distinguía de las demás de su época en que conforme crecían las rentas debían agregarse más becas.

  Sin embargo, el fundador había revocado en un codicilo del 1° de agosto de 1606 esta disposición, y en uno del 11 de enero de 1610 una cláusula adicional. En la cual otorgó una fundación bajo el patronato del prior agustino de casar a doncellas pobres.

   Es vez de estas disposiciones testamentarias, ordenó el establecimiento de un colegio para estudiantes pobres que había de abrirse en sus propias casas en la actual calle de Donceles. Se ofreció el patronato a los padres agustinos, que al ser declinado por éstos, pasó directamente al rey de España, según lo que atestigua Mariano de Echeverría y Veytia en sus notas del año de 1756. En otro lugar del mismo escrito se repite casi literalmente lo mismo.

  El edificio se caracteriza como ubicado “al Norte de la ciudad”. De hecho, se sitúa al Norte de la catedral, y la ciudad de México era entonces todavía pequeña, de modo que esta expresión venía al caso. La institución se destinó en un principio a un rector y doce escolares, seguramente en imitación al evangelio: Jesucristo y sus doce discípulosEl rector era un sacerdote, como se acostumbraba en tales establecimientos y como se desprende del texto de Veytia, quien menciona además la transferencia del patronato al rey de España, lo que se confirma también en otro lugar del mismo escrito en un breve resumen.

   Desgraciadamente no pudo hallarse documentación que permitiera llegar a conclusiones acerca del aspecto arquitectónico de este primer edificio. Un plano de la ciudad, de 1628, es demasiado esquemático y poco detallado aunque muestre los edificios y la extensión de la ciudad en proyección axonométrica. Pero aun así no es posible reconstruir a partir de este plano el edificio anterior al actual.

   El destino de esta nueva fundación no resultó ser favorable: Inaugurado el colegio el 17 de enero de 1638 por el virrey Lope Díez de Armendáriz, el rector Juan de Rivera Pareja confirmó meses después, el 13 de noviembre del mismo año que, de acuerdo con su contabilidad, las rentas de la institución no alcanzaban los 2900 pesos anuales para mantenerla. Sin embargo, hubo durante el tiempo de 1647 a 1724 alumnos, de los cuales algunos llegaron a ser personajes muy distinguidos.

   Cien años después de la solemne inauguración, o sea, el 14 de septiembre de 1739, en tiempos del rector Francisco Ledesma, se vio en la ocasión de la visita del juez de hospitales, colegios y seminarios, Ambrosio de Melgarejo Santaella, acompañado por el maestro de arquitectura Miguel Custodio Durán y el ingeniero Luis Navarro, maestro mayor del Real Palacio, ambos en la calidad de peritos dictaminadores, que el edificio amenazaba ruina, y el colegio se hallaba en un estado de absoluto desorden. Finalmente, decayó a tal grado que en el año de 1740 no tenía ni un alumno y se encontraba abandonado de por sí el recinto.

   Del edificio anterior al actual, que data de principios del siglo XVII, no llegó nada a nuestros días. En la literatura respectiva se insistió constantemente en la opinión de que la fachada principal datara de mediados del siglo XVIII y que el patio interior fuera un vestigio de la casa erigida alrededor de 1612. Aun cuando éste último sea concebido en formas del barroco bastante severas, los detalles, en especial, las molduras de pilares y arcadas, así como sus proporciones hablan en contra de esta periodización, pues a pesar de su sencillez, el patio se presenta como testimonio del siglo XVIII, lo que confirma Mariano Echeverría y Veytia. Esta cita se había pasado por alto en la literatura actual sobre el Colegio de Cristo. De hecho, era extraordinario como podía ser tan grande un edificio planeado sólo para doce alumnos. No se sabía que el proyecto estaba previsto para cuarenta estudiantes.

   Tomando el manuscrito de Veytia como base, puede fecharse el comienzo de las obras de la casa actual, tal y como la conocemos hoy en día, exactamente para octubre del año de 1750. La construcción anterior, según se desprende de la información de Veytia, fue demolida por completo. Desgraciadamente no se pudo hasta ahora averiguar el autor del proyecto o el alarife del edificio actual, a pesar de las muchas posibilidades para ello. Como los ejes de las ventanas del piso alto de la fachada principal no coinciden con aquéllos del piso bajo, y como la planta alta difiere totalmente de la baja, se sugiere la posibilidad de considerar, aun para la fase inicial, a dos arquitectos. Así parece probable que otro alarife continuara la planta alta según diseño propio luego de haberse concluido la baja. La fecha de construcción actual se menciona por Echeverría y Veytia en otra cita que tampoco había sido tomada en cuenta por la bibliografía especializada.

   El Colegio de Cristo tuvo, pues, un edificio bello y espacioso que se había construido con muchos sacrificios, pero a pesar de ello, no se alivió su miseria económica. Seguramente esto se debió a que no podía mantenerse de las rentas de tierras en la provincia, como otras instituciones más grandes, a saber, el Colegio de San Pedro y San Pablo. Alrededor de 1756 vivían sólo veinticuatro escolares en un inmueble proyectado para cuarenta, y el 19 de febrero de ese año el entonces rector doctor Juan Ignacio Aragonés describió la situación precaria en una carta dirigida a Mariano Echeverría y Veytia.

  El texto que acabas de leer corresponde a la Tesis que para optar por el grado de doctor en ingeniería presenta el maestro en historia, especialidad historia del arte, presentó Michael Wolfgang Drewes Marquardt. Te recomiendo leer el texto completo, está aquí.








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