Sigo inmerso en el mudo de los templos, los templos virreinales, los templos coloniales, los templos novohispanos que a lo largo de tres siglos se construyeron en México y, más específicamente, en la capital de la Nueva España, en la ciudad de México y encuentro a un personaje que es la clave en esta fiebre constructora de recintos sacros: Peter Van der Moere, al que conocemos mejor por su nombre castellanizado: fray Pedro de Gante, personaje del cual, habíamos visto ya una de sus obras, la realizada en Tezcoco, la Capilla de la Enseñanza.
Capilla de San José de Belén de Naturales.- Mucho nos falta por aprender sobre la vida de Gante en México, lo que hoy nos ocupa es su afán, su vocación por construir templos: "En esta provincia de México hemos bautizado yo y otro fraile mi compañero, más de doscientos mil, y aun tantos, que yo mismo no sé el número. Con frecuencia nos acontece bautizar en un día catorce mil personas; a veces diez, a veces ocho mil. Cada provincia pueblo y parroquia tiene su iglesia o capilla, con imágenes de pincel, cruces y estandartes, que atestiguan gran amor y devoción a Dios Nuestro Señor. Todas las iglesias son granes: unas de doscientos pies de largo, otras e trescientos." (...) "...nosotros con ellos vamos a la redonda destruyendo ídolos y templos por una parte, mientras ellos hacen lo mismo en otra, y levantamos iglesias al Dios verdadero". (...) "Yo por la misericordia de Dios y para gloria y honra suya, en esta provincia de México donde moro, que es otra Roma, con mi industria y el favor divino, he construido más e cien casas consagradas al Señor, entre iglesias y capillas, algunas de las cuales son templos tan magníficos como propios para el culto divino, no menores de trescientos pies y otras de doscientos. Cada vez que salgo a predicar tengo sobrado que hacer en destruir ídolos y alzar templos al Dios Verdadero". (1)
Y fue en la ciudad de México, en los primeros años de la colonia en donde esa vocación de fray Pedro de Gante lo llevó a levantar un sitio que bien lo podremos catalogar como emblemático, sito, por cierto ya desaparecido según lo iremos viendo: "En esta ciudad de México, dentro del patio de San Francisco, hay una capilla que se dice San Joseph, que fue la primera iglesia que en esto los religiosos de San Francisco han trabajado, procúranlo indios, de los frailes de San Francisco, e yo he trabajado con ellos de día y de noche más de treinta años, estando continuamente con ellos en una escuela que está junto con esta capilla, donde les he enseñado cantar y tañer, y enseñado la doctrina, y siempre he tenido cargo particular y cuenta con ellos. Y esta capilla de San Jospeh, la han hecho de nueva buena y bien labrada, para celebrar con toda solemnidad los oficios divinos, donde al presente se celebran y los confiesan y les predican y les baptizan... (2)
El nombre del recinto va cambiando, primero aparece como una capilla, dedicada a San José, luego, como el mismo Gante lo menciona, se volvió una solemne y suntuosa capilla, llegó a ser más importante aun que el propio templo que los franciscanos habían levantado a su patrono: "En México hizo edificar la sumptuosa y solemne capilla de San José, a las espaldas de la humilde y pequeña iglesia de San Francisco; donde se juntan los naturales para oír la palabra de Dios y los oficios divinos y enseñarse en la doctrina cristiana, los domingos y fiestas. (...). Edificó muchas iglesias, algunas en la ciudad de México y otras en los pueblos de la comarca." (3). Y son dos de los grandes cronistas que nos dejaron memoria de las grandezas que hubo en la ciudad de México los que nos cuentan cómo fue este sitio construido por Gante, el cual paso a ser, como lo acabamos de mencionar, la Capilla de San José, a San José de Belén de los Naturales a quedarse en la memoria simplemente como San José de Naturales. Icazbalceta y Marroquí dicen:
"Es tan bello el cuadro que e los trabajos que este varón venerable trazó la diestra mano del señor D. Joaquín García Icazbalceta que no puedo resistir a la tentación de copiarle; dice así: "No fue el fundador del Colegio de San Juan de Letrán, como generalmente se afirma, sino de la gran escuela de San Francisco de México, que rigió durante medio siglo. Hallábase edificada según costumbre, detrás de la iglesia del convento, alargándose hacia el Norte, y contigua a la famosa capilla de San José de Belén de Naturales: la mejor iglesia de México, incluso la Catedral antigua. Reunió allí nuestro lego hasta mil niños, a quienes daba educación religiosa y civil. Añadió después el estudio del latín, e la música y del canto, con lo que fue de grande utilidad a los religiosos, porque de allí salían músicos y cantores para todas las iglesias. No satisfecho con eso reunió también adultos, con los que estableció una escuela de bellas artes y de oficios. Proveía a las iglesias de imágenes de pincel o de bulto; de ornamentos bordados, a veces de obras de plumería, en que tanto se distinguían los indios; de cruces, de ciriales, y de otros muchos objetos necesarios para el culto, no menos que de operarios para la fábrica de las iglesias mismas, pues tenía en aquella casa pintores, escultores, talladores, canteros, carpinteros, bordadores, sastres, zapateros, y otros oficiales.
"A todos atendía y de todos era maestro. Causan profunda admiración los gigantescos esfuerzos de aquel lego inmortal, que sin más recursos que su indomable energía, hija de su ardiente caridad, levantaba de cimientos y sostenía tantos años una magnífica iglesia, un hospital, y un gran establecimiento que era al mismo tiempo escuela de primeras letras, colegio de instrucción superior y de propaganda, academia de bellas artes y escuela de oficios: un centro, en fin, de civilización." (4)
Fuentes:
1.- Carta de fray Pedro de Gante a los padres y hermanos de la provincia de Flandes, del 27 de junio de 1529. En Fray Pedro de Gante, maestro y civilizador de América. De la Torre Villar, Ernesto. Estudios de Historia Novohispana. UNAM-IIH. Volumen V. México, 1974. pp.50-53.
2.- Carta de fray Pedro de Gante al emperador don Carlos V, exponiéndole el sensible estado a que tenía reducidos a los indios el servicio personal, del 15 de febrero de 1552. Ibid. pp.56-64.
3.- Carta de fray Pedro de Gante al rey don Felipe II, 13 e junio de 1558. Ibid. pp.64-69.
4.- Marroquí, José María. La ciudad de México. Tomo II. México. pp.475
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