Lo he comentado aquí, en El Bable, que una de las experiencias más gratas, más gratificantes, más extraordinarias que he tenido en mi vida fue la de estar presente en la Expo 92, la Exposición Universal de Sevilla. Pude ir porque desde un año antes comencé a ahorrar y, sobre todo, a documentarme sobre lo que una Expo significa, estando allí fue un estallido cada día, una emoción que me llevaba a otra y a otra, regularmente acababa en un rincón llorando, no por borrachera, sino de mera alegría del gusto enorme de estar vivo y poder disfrutar todo lo que veía, oía, olía, al andar por el recinto ferial, llegué al extremo, en el pabellón neozelandés de abrazar a todos los que por allí estaban pues la emoción creada no era para menos.
Un día, en el pabellón danés acabé fulminado, terminó la presentación y yo estaba tirado, en mitad del lugar, rendido, agotado de caminar sin parar desde las ocho de la mañana y en el pabellón la presentación era hacia arriba, así que se le pedía a los concurrentes que se tiraran al suelo... fantástico, me acuerdo y me estremezco aun. En cuanto a lo de hoy quizá comenzó allí... elimino el quizá y afirmo que allí comenzó, y de lo que se trata hoy es sobre Las rutas patrimoniales de Chile...
Y no son las, sino una sola ruta, una de uno de los temas fascinantes que vengo desarrollando en El Bable que son los templos, vistos más allá del asunto religioso sino desde el artístico pues, sin lugar a dudas, cada uno de ellos guarda algo característico nos indica un lugar, una zona del mundo. En cuanto a la cosa con Chile, digamos que mi enamoramiento con ese país fue allí en la Expo 92, cuando visité el pabellón chileno, el cual lo único que contenía era la punta de un iceberg, un enorme hielo llevado desde la punta sur de ese país hasta Sevilla y colocado en el centro del moderno pabellón, del gigantesco hielo emanaba música, color, luz... o al menos eso imaginé. De inmediato quise conocer ese país y me lo planteé como meta... años después no pude llegar a la meta pues tuve un accidente en el camino y regresé a casa. Pero esa es otra historia y ahora, como estamos en tiempo navideño o pre navideño, que es cuando me permito en El Bable publicar sobre algo que no sea México, elijo el de los templos del norte de Chile, que son una verdadera maravilla.
Templo de la Candelaria en Belén.
Templo de la Virgen del Carmen en Chitita.
Iglesia de Parinacota.
Iglesia de Guañacagua.
Capilla del Carmen en Conchi Viejo.
Templo de San Pedro Atacama.
Iglesia en Caraguano.
Dice el pie de esta foto (la tomé de Tripadvisor) que es la primera Iglesia en Chile.
Iglesia de Cariquima, esta imagen y las que siguen son trabajo del señor Carlos Insotroza Hernández, están publicadas en el portal Memoria Chilena de la Biblioteca Nacional de Chile.
Iglesia de Cotasaya,
Templo de Santiago Apóstol llamada San Santiago en Belén.
La iglesia de la Virgen de la Inmaculada Concepción de Guallatire.
Iglesia de Mulluri.
Iglesia de Parcohailla.
Templo de San Pedro Esquiña, en Putre.
Interior de la Iglesia San Martín de Tours en Valle de Codpa. Foto © Dan Lundberg
San Jerónimo Poconchile.
San Miguel de Azapa en Arica.
En estos rumbos chilenos, también hay leyendas.
Y maravillas como esta, la Catedral de San Marcos de Arica.
Todo lo que vimos es al norte del largo territorio chileno, y al sur hay otras esplendidas construcciones, como esta en Chiloé.
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