Uno de los acaudalados guanajuateños de los tiempos del Porfiriato lo fue Ramón Alcázar. Personaje que además de banquero fue minero, hacendado y, sobre todo un extraordinario bon vivant que, con su afición al coleccionismo de objetos de arte facilitó la instalación del Museo Nacional en el Castillo de Chapultepec pues sus colecciones le fueron incautadas y allá fueron a dar. Otra faceta del coleccionismo la vemos en que conservó, para fortuna de todos, todas las invitaciones de que fue objeto, sea para matrimonio que bautizo, esquelas de muerte, avisos de cambio de domicilio, menús y todo tipo de eventos sociales imaginables.
Esta es apenas una pequeña parte de lo mucho que logró sobrevivir a inundaciones, incendios y revoluciones, en las que nos deja ver lo más granado de la sociedad de la capital de Guanajuato. Si estás familiarizado con los nombres de los personajes claves de la industria guanajuateña de finales del siglo XIX y principios del XX, de seguro reconocerás sus nombres.
Aclaro que, apenas me doy cuenta que en el reverso del primer documento había datos también. Y en cuanto al color amarillo, eso se debe al tipo de luz y sus reflejos que producen en la mesa en donde tomé las fotografías. Creí que traducirlas a blanco y negro sería la solución, pero creo que no, por eso las dejo en ese tono amarillento.
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