lunes, 3 de diciembre de 2018

La importancia de los Padres del Oratorio en la educación de San Miguel el Grande (de Allende).


  "Felipe Neri nació el 21 de julio de 1515; contemporáneo de Ignacio de Loyola, fundó el primer Oratorio en 1575, cuando el papa Gregorio XIII donó a la comunidad la casa religiosa de Santa María in Vallicella (Italia). A partir de entonces, la Congregación de los filipenses, conformada por presbíteros y clérigos seculares, trabajó en dos sentidos, en la atención espiritual y en la educación de las primeras letras para los desprotegidos: niños y mujeres. Desde su fundación se estableció que cada Congregación del Oratorio de San Felipe Neri fuese independiente, incluso de la que se encontraba instaurada en Roma. Esto bien podía responder a que dentro del territorio eclesiástico se les consideraba sometidos de manera especial a la autoridad del obispo. Pronto se crearon otros Oratorios en otras ciudades de Europa y en América, como la primera casa de los filipenses, fundada en la ciudad de Puebla de los Ángeles en 1651, apenas seis años después de haberse establecido el primer Oratorio en España. Sería incluso en el Virreinato novohispano donde se contó con la mayor presencia de la Congregación filipense en toda la América hispánica, con un total de ocho casas en las ciudades y villas de Puebla, México, Guadalajara, Oaxaca, San Miguel el Grande, Orizaba, Querétaro y Guanajuato.

  "Al parecer, en San Miguel el Grande y Guanajuato las escuelas parroquiales y las vinculadas a los ayuntamientos no tuvieron cabida, ya que la formación de la niñez recayó en los oratorianos de San Felipe Neri, quienes se sumaron a este espíritu ilustrado mediante la instrucción popular. Esta tarea concluyó al finalizar la primera década del siglo XIX; casi por esas fechas, la Constitución de Cádiz ordenó a los nuevos ayuntamientos constitucionales el establecimiento de escuelas municipales que enseñaran las primeras letras, y con ello, en el transcurso de esta centuria disminuyó de manera significativa la cantidad de referencias que articulaban Iglesia y educación elemental en la naciente nación mexicana.

  "La real cédula de 1734, que aprobaba la constitución de la Congregación del Oratorio de la villa de San Miguel, también otorgaba la facultad a los sacerdotes para enseñar públicamente a los niños en escuelas. De ahí que, quince años más tarde, el prepósito Francisco Pérez de Espinoza le solicitara al virrey licencia para erigir “en formal colegio una casa y que la congregación fuese patrón, para enseñanza de la juventud”. En el trámite de la escritura de la fundación, el obispo de Michoacán, Dr. don Martín Elizacoechea, realizó un informe sobre la utilidad del colegio, en que señalaba que uno de los motivos que movió la piedad del rey de conceder la licencia para enseñar públicamente en las clases a los filipenses fue la inclusión de los pobres, “que no tienen facultades para mantenerse en la universidad de esa ciudad”, y que los indios, “especialmente los caciques y principales” fueran instruidos para así cumplir con lo establecido en las reales cédulas y leyes “en que se encarga la doctrina de estos miserables que por falta de maestros no saben de su rusticidad e ignorancia, que estorba para conciliar el trato político y cristianas observaciones”.

   "En la intendencia de Guanajuato existió el franciscano y pontificio colegio de la Purísima Concepción en Celaya, además de los dos filipenses, que eran el Real Colegio de la Purísima Concepción, en Guanajuato, y el más importante de todos, el de San Francisco de Sales, en San Miguel el Grande. En el período de 1732 a 1757, la región del Bajío ocupó el segundo lugar de todo el territorio novohispano con mayor demanda de colegios y población estudiantil. Respecto a las cátedras de estudios mayores, la Ilustración dieciochesca imprimió su sello por medio de la inclusión de nuevas disciplinas y la introducción de autores más modernos. En el plano de las lecturas y los libros que llegaban importados de España, se inicia un proceso que se encamina a la secularización de la lectura hacia 1780.

  "Lo que sí resulta ser una realidad es que la Congregación del Oratorio contribuyó al aumento sensible del número de alfabetizados en el curso del siglo XVIII. Se asiste aquí a un reparto de funciones entre escuelas de primeras letras y colegios de estudios superiores, que entre otras cosas se caracterizaron por una búsqueda de la igualdad de sexos en la alfabetización, una oferta pedagógica y curricular más racional y empírica en la educación colonial superior. Por lo que se puede afirmar que una parte de los oratorianos novohispanos estaban al tanto de las ideas ilustradas, pero no todos tuvieron las condiciones económicas y sociales para expresarlas.

El texto lo he tomado del interesante artículo de Rafael Castañeda García, Ilustración y educación. La Congregación del Oratorio de San Felipe Neri en Nueva España (siglo XVIII). Para verlo completo, entra aquí.

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