Luces, cámara, ¡acción! Bienvenidos a Nopala, Hidalgo

Con la intención de recabar datos, información, testimonios y de documentar la zona para el blog hermano de El Bable, del que ya te he comentado antes, seguí camino por la parte sur del estado de Hidalgo, esta vez en una oscura y bien fría noche, en un camión de los del AVM que transitaba por una zona totalmente desconocida para mi, eran más de las 9 de la noche, en lo que fue la mitad de la ruta casi todo el pasaje se bajó, así que solo íseguimos el operador y yo. El frío arreciaba y no lleva la suficiente ropa abrigadora, temí, más que nada por mi salud, pues luego de muchos años de vivir en la costa, los climas fríos se me vuelven difíciles de tolerar, así que, con un cierto temor pregunte: ¿falta mucho para llegar? No, me dijo, unos cinco minutos. Ah, que bien, y… oye ¿hay hoteles a donde vamos? La pregunta era tal vez tonta, pero, la verdad, en la desolación que veía al rededor temía que no hubiera en donde pasar la noche.

Con esa amabilidad que, por fortuna, encontré con la gente de Hidalgo, amablemente me dejó hasta la puerta del hotel, así que casi corriendo, no por miedo, sino por el tremendo frío que hacía toqué; luego de un rato salió el dueño y me instalé. Hubo un detalle el día anterior, estando en Tula, caminando por el centro vi un puesto de tortas en las que la especialidad era la de bacalao, delicia que no me podía perder. Entré pedí una y, Ho sorpresa, ya no había… ya no sale, me dijo la doña… humm, bueno… déme una de queso y aguacate, le dije, no se con que cara; al rato me dice la señora: mire, tenga, para que no se quede con el antojo y me ofreció media torta, con lo único que quedaba del bacalao, que era exactamente media torta. Fue por cortesía de la casa, cabrá anotar.

Y… a la mañana siguiente… con el frío propio de los frentes que han azotado últimamente el país, salí lo más temprano posible para descubrir Nopala y cual va siendo mi sorpresa, un lugar extraordinario, como detenido en el tiempo, sus calles empedradas y muy limpias, todo pintado en blanco y café rojizo. Buganvillas a cada tres metros, todo el ambiente propicio para vivir con intensidad lo que fue el tiempo esplendoroso, ya pasado, ese “pasado perfecto del verbo vivir” que como lema uso en este blog, pues sí, aquí era el lugar, pero, ¿cuál es la sorpresa que aguardaba en la siguiente esquina?

Que hubo alguien que encontró también el mismo encanto y la escenografía perfecta para filmar un programa de televisión que nos transportará a la época de la independencia. Si, en efecto, todo el centro de Nopala estaba siendo utilizado por la productora de televisión que ya sabes cual es, para uno de los especiales que se verán dentro de poco a raíz de las celebraciones del Bicentenario.

Impresionante ver toda la parafernalia requerida para esas producciones, más impresionante ver a los actores con una ligera camisa en mitad de este frío, para mi polar. Curioso ver mamparas que darán la ilusión de un paredón, de ver chinacos y soldados realistas y a todas las caballerías de la zona con estupendos equinos listos para entrar en acción. Ah que tremenda es la “fábrica de sueños” como le llama su dueño… quién como él. Te dejo unas fotos más.

Si me sigues diariamente, (cosa que agradezco enormemente), te habrás dado cuenta que no posteé o postié ¿cómo se escribe?, en los últimos días, razón por la cual desde ayer estoy subiendo de a dos por día. Lo comento para que no te los pierdas.