El tema lo he venido desarrollando en un blog que tengo dedicado al rescate y difusión de la historia de Salamanca, Guanajuato, sito por donde pasaba uno de los ramales del Camino Real de Tierra Adentro que acortaba la distancia entre Querétaro y Guanajuato. Fue en esta población que llegó, de acuerdo a la tradición, un Cristo que en el camino se volvió negro para evitar ser robado. Y más que robado, para evitar ser regresado a su lugar de origen, que era Jilotepec, dicho en otra forma, el Cristo había sido robado de allí para llevarlo a algún sitio que no se sabía, pero que a través de un sueño se le indicó a una persona que lo hurtara y que el propio Cristo manifestaría el sitio a donde se quedaría. El relato es más que confuso, complicado, pues inicia la historia no en Jilotepec, sino, antes, en el Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco, sitio del que fue robado originalmente Cristo, que era blanco, por cierto, y que había sido enviado de España. Quien lo hurtó fue un personaje poco conocido, tan poco conocido que solamente Francisco Sosa da cuenta de él (1), y es en la leyenda del Señor del Hospital de Salamanca en donde usan a Ignacio Alarcón Roquetilla, nombre hispanizado de Acualmeztli, como iniciador de su culto, cosa que queda en eso, en leyenda, pues sustento histórico no hay.
Se dice que lo sustrajo del Colegio de la Santa Cruz por la devoción que le tenía, y al huir lo llevó hasta sitios como Chilcuautla, Huichapan, Alfajayucan, Tecozautla, todos ellos en el actual Estado de Hidalgo, para llegar luego a Jilotpec y reposarlo allí por algunas décadas. Ocurre luego ese episodio del sueño y comienza un segundo viaje, lleno de momentos más que míticos, épicos y sale de Jilotepec hacia Tepeji, Tula, Nopala (también en el actual Hidalgo) para continuar a Querétaro, Apaseo, Celaya y llegar a Salamanca, sito que aun ni siquiera tenía ese nombre, pues fundación de villa española no se daría hasta 40 años después. De acuerdo a la leyenda, considerando que fue en 1560 cuando esto ocurre, en Salamanca se da por asentado que desde entonces es venerado localmente, poco más de cuatro siglos y medio. Lo que sí es un hecho es que Salamanca era una zona de frontera. Al sur la marcaba el río Lerma, territorio que era de los purépechas, al norte estaban los guameres (uno de los varios pueblos que conformaban la chichimeca), y al oeste los otomíes, pueblos que no convivían los unos con los otros hasta que se da la evangelización usando la imagen de Cristo como el unificador de estos pueblos.
Recuerdo dos cosas. Una conversación que tuve con la doctora Brambila, experta en el tema de Jilotepec, en la que me comentó sobre las migraciones que de allí partían, pensaba ella que el relato del Señor del Hospital concordaba, la ruta seguida en la huida, con la ruta de comercio del pueblo ñhañhú (otomí); la otra cosa es lo escrito por Rojas Garcidueñas (2) en donde dice que “como sucede con otros relatos piadosos” en los que hay datos pero no documentos, pero sí mucha fe. Así, pues, podemos anotar ya un primer Cristo en el Camino Real de Tierra Adentro: El Señor del Hospital de Salamanca. No sería este el primero, hay uno que tiene una tradición más arraigada, pero que está fuera del Camino que estudiamos, se trata del Señor de Chalma, que de algún modo sería el punto inicial de toda la tradición Crística en México.
Encuentro un documento de profundo interés, del historiador Pacheco Rocha, que justo se llama El Cristo negro en la tradición del Camino Real de Tierra Adentro, entre lo mucho que allí comenta extraigo esto: “La presencia y la manufactura del Cristo negro en México y Centroamérica, según el padre Jesús Martínez, data del año de 1595, fecha en que Felipe II, rey de España, encargó al escultor Juan Donier la elaboración de tres imágenes de Jesús crucificado para obsequiarlas a los indios. Fue así como al año siguiente dos de ellas llegaron a Veracruz, una destinada al santuario de Chalma, donde aún se venera, y la otra al pueblo de Otatitlán, en Veracruz. El tercer Cristo fue llevado a Guatemala, donde es conocido con el nombre de Señor de Esquipulas. Se dice que el rey ordenó a Donier hacer los cristos “con las características de los indígenas: color de piel oscura, ojos rasgados y facciones orientales” (cfr. Münch, 1983: 256). (3)
Del Señor de Chalma conocemos un poco más, hace poco tuve la oportunidad de ir a su santuario, lo primero que hice una vez regresando fue corregir un artículo que había escrito en el que mencionaba que El Señor de Chalma es negro, y yo lo vi blanco; ahora el autor nos confirma que sí que era negro, pero el cambio de color no se debe a un hecho milagroso, como es el caso del de Salamanca, sino que fue cambiado por otro Cristo que es sumamente venerado y que se localiza actualmente en la Catedral Metropolitana: El Señor del Veneno. “Por otra parte, en el caso de los cristos negros mexicanos, la tradición afirma que por alguna razón se mandó a Chalma otro Cristo que había en la catedral de México, y el que obsequió Felipe II pasó a la iglesia de Porta Coeli, ubicada en el antiguo mercado del Volador, donde se le veneraba como patrón de los comerciantes (Münch, 1983: 256). De ahí pasó a la capilla de San Isidro Labrador en la catedral metropolitana, hacia 1945, según el padre Jesús Pérez (cfr. Sedesol/FCB, 986: 243). Esta imagen es conocida con el nombre del Señor del Veneno”. (4)
Podemos considerar que es El Señor del Veneno el primer Cristo del Camino Real de Tierra Adentro, el segundo sería uno conocido como El Señor de Ojo Zarco, se localiza luego de Querétaro, en un pueblo llamado San Miguel Arcángel Ixtla, en el actual municipio de Apaseo el Grande, Estado de Guanajuato. No lejos de allí, en Chamacuero, actual Comonfort, ocurrieron cruentos hechos cuando, unos frailes franciscanos, asentados en San Felipe, mandaron hacer un Cristo de pasta de caña de maíz en Pátzcuaro y al llevarlo fueron sacrificados por un grupo de chichimecas, el Cristo quedó allí y se trasladó a San Felipe, sitio en donde se le venera como El Señor de la Conquista. En Guanajuato encontramos un Cristo más, se trata de El Señor de Villaseca, ubicado en el templo del Mineral de Cata, que lleva el nombre de su propietario, el minero Alonso de Villaseca.
Siguiendo el rumbo norte por el Camino Real, llegamos a Aguascalientes en donde está, si bien con menor antigüedad que lo anteriores, ya que data de 1744, El Señor del Encino en Aguascalientes. Será en Zacatecas en donde encontraremos al siguiente Cristo, continuando la ruta norte por el Camino Real, se trata de El Señor de los Guerreros, nombre que nos da una idea de gran fuerza, pero no es tal, ya que lo obtiene por el apellido del yerno de quien lo mandó hacer, Agustín Guerreros. Es aquí en donde el origen de los Cristos venerados dentro o cerca del paso del Camino Real, nos conduce a un personaje considerado el más rico de Nueva España en el siglo XVI: Alonso de Villaseca.
El Señor de Guerreros de Zacatecas está hecho en pasta de caña de maíz, originalmente fue colocado en la capilla de la hacienda de San Antonio, en el actual municipio de Valparaiso, para luego pasarlo a la de Sauceda; un tercer cambio se dio y pasó a la capilla de la hacienda de Bernárdez, para 1942 es trasladado al Santuario de Guadalupe de la ciudad de Zacatecas; se atribuye al pintor Francisco Goitia su rescate. Y el punto de unión con Alonso de Villaseca está en que siendo una persona sumamente rica y, sumamente devota, manda traer de España tres Cristos, uno fue a dar a las minas de plomo de su propiedad cerca de Ixmiquilpan, conocido como El Señor de Jalpan; uno más iría para Guanajuato, que es el que lleva su nombre; el tercero dicen que fue a dar al Mineral de Pozos, conocido como El Señor de los Trabajos. Villaseca fue benefactor de los padres Jesuitas, en Pozos la Compañía tenía una mina, seguramente por ahí está la asociación entre el Cristo de Pozos y Villaseca. Ese Cristo de Izmiquilpan, fue enviado a la ciudad de México, se le conoce como El Señor de Santa Teresa, y en las minas de plomo está El Señor de Mapthé, todos asociados a Villaseca, como el de Guerreros y el del Mineral de Cata.
Ya en Durango encontramos un Cristo más, se trata de El Señor de Tizonazo, en el pueblo de San José del Tizonazo, municipio de Indé, sitio en donde ocurre nuevamente lo que pasó en Salamanca, al ser punto de confluencia de varios pueblos, en este caso tarahumaras, tepehuanes, salineros y tobosos. Otro más existe por esos rumbos del norte, se trata de El Señor de Mapimí, cuya peregrinación que es más bien una romería quizá parecida a la de la Virgen del Rocío en España, guardando las debidas proporciones, con el agregado que esta romería está incluida dentro del catálogo del Patrimonio de la Humanidad en el concepto del Camino Real de Tierra Adentro de UNESCO. Y ya para terminar esta relación de Cristos con el Camino, en su punto final, aparece uno más, se trata de El Señor de Chimayó, asociado directamente con El Señor de Esquipulas en Guatemala.
Y si vemos al Camino Real de Tierra Adentro, pero desde el ángulo de los Santuarios, veremos que, al igual, la influencia que ha tenido es notoria. Comenzando, indudablemente con la Basílica de Guadalupe, al norte de la ciudad de México. El siguiente está al lado occidental de la ciudad de Querétaro, dedicado a Nuestra Señora del Pueblito, más al norte, luego de Lagos, está la Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, y, luego de la ciudad de Zacatecas, un poco antes de Fresnillo está el Santuario del Niño de Atocha, en Plateros, que también está dentro del catálogo del Patrimonio de la Humanidad. Y, mira lo que son las cosas, cerramos este artículo con algo que nos enlaza de nuevo con Alonso de Villaseca, el minero devoto que hace llevar a San Demetrio a El Señor de los Plateros. San Demetrio lo conocemos como el pueblo de Plateros y, por circunstancias devocionales, el culto a ese Cristo fue desplazado por el del niño que la Virgen allí colocaba, dándole la advocación del Santo Niño de atocha.
Fuentes:
1.- Sosa, Francisco. Biografías de mexicanos distinguidos. Editorial Porrúa. México, 2006, pp.4-6
2.- Rojas Garcidueñas, José. Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense. Raíces. Edición Comentada, Salamanca, 2014, p.19
3.- Pacheco Rojas, José de la Cruz. El Cristo negro en la tradición del Camino Real de Tierra Adentro. Revistas INAH. México, p.
4.- Ibid. pp.24-25
Te faltaron el Señor del Encino y el Señor de la Salud de la ciudad de Aguascalientes, y aunque no estuvieran en el Camino Real de Tierra Adentro, tambien estan el Se. De las Angustias de Rincón de Romos y el Se. Del Salitre de Calvillo, en el mismo estado.
ResponderEliminarGracias por el dato, Jesús; estoy incluyendo el del Barrio de Triana, por que, aunque 1744 no tan antiguo como los demás, no deja de ser representativo de esa cultura Crísitca del Camino Real. El de la Salud no, porque no hay un sustento en historia o leyenda similar a los incluidos, el de Rincón de Romos es definitivamente una historia piadosa que no va en el contexto del artículo. En cuanto al Señor del Salitre, que bien lo dices, está fuera del trazo del camino, es interesante el planteamiento de la historia, de esos seres "inexistentes" que aparecen, lo confeccionan y desaparecen, pero tampoco lo incluyo.
EliminarEl llamado Señor del Santuario de Amatlán de los Reyes, Ver., es considerado dentro de la cultura y tradición oral como perteneciente a la trilogía de los cristos de Otatitlán y Zongolica.
ResponderEliminar¿Qué hay de cierto en ello?, ya que como menciona Pacheco Rojas, no cuadra con los destinos Otatitlán, Chalma y Guatemala, que me han contado mis abuelos, ¿Error en la información o de donde salió esa imágen?
Falto el señor de la misericordia de compostela nayarit regalado por Carlos V y traido en una nao china por el puerto de chacala
ResponderEliminarEN SAN FELIPE, GTO., ADEMAS DEL SEÑOR DE LA CONQUISTA; JUSTO EN LO QUE ES EL TRAZO DEL CAMINO REAL, (CALLE DILIGENCIAS), ESTA UN CRISTO NEGRO LLAMADO SEÑOR DE ESQUIPULAS. SU FESTIVIDAD 15-01
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