La noche fue estupenda, hacía rato no estaba con un grupo que tuviera tanto interés en conocer más de la historia de México, hubo mucha y muy buena participación, se creó un ambiente armónico en la reunión que se prolongó hasta las once de la noche, fueron tres exposiciones las que hubo, una de ellas, la mía. Así que esta mañana nos levantamos temprano luego de la experiencia de anoche para ir a desayunar. Fuimos al menudo pero cómo eso no como, compré unas gorditas (bastante buenas), creo nunca había comido tantas en una sola sentada, fueron cinco. Regresamos al hotel sólo a recoger nuestras maletas. Curioso, a nuestra edad, cada quien con su back pack (de los mini), lo cual indica que somos "viejos lobos de mar" en eso de las tiradas a perder...
La opción era ir en autobús hasta Matehuala para allí tomar otro que nos llevara a Real de Catorce, la otra ir en taxi, claro es que con una enorme diferencia en precio. Optamos por lo segundo y, estando ya arriba del auto, con la característica de ser platicador el taxista, a los pocos kilómetros nos dice: "es mejor que se vayan a Estación Catorce y allí siguen en jeep, es más rápido y les resultará a mejor precio". No lo pensamos dos veces y doblamos en un entronque rumbo a Vanegas, carretera solitaria, con un estupendo matorral, intensamente verde, al fondo la Sierra Madre.
Llanura de un lado, llanura del otro, de pronto comenzamos a ir en paralelo con la vía del tren a Laredo, comentaba el taxista que por ahí hay muchos centroamericanos que van a Estados Unidos; al poco paso, curiosamente, una patrulla de la Policía Federal, nos detuvo, y la mirada del agente era, sin exagerar, un auténtico scaner, nos miró de arriba abajo y nos dijo: sigan su camino. Todo bien pero, apareció un tren, un tren con tres máquinas, lo cual indica que es bastante largo el convoy que arrastra y sí que lo era. Estaba atravesado en nuestro camino.
Astuto y conocedor de sus rumbos, el taxista tomó una terracería, más adelante fuimos a dar a la misma carretera, continuamos el rumbo a Vanegas. Aparece una pared, al lado derecho del camino, se trata de la marca del Trópico de Cáncer. No recuerdo cuánto tiempo fue, quizá una hora, cuando llegamos a Estación Catorce, uno de esos pueblos que de un tiempo para acá aparecen en muchas películas y si no es este es algo parecido. Si eres aficionado al cine mexicano, sabrás que siempre aparece Jesús Ochoa, bueno, ese tipo de escenas son las que relaciono con esto que ahora estamos viendo, un pueblo en mitad del Altiplano, en el semiabandono pues la minería ya no es lo que fue, del lado derecho vemos en el horizonte la Sierra de Catorce y el Real está en mitad de ella, como en una especie de hoya.
De Estación Catorce hay un servicio de pasaje en jeeps de doble tracción que son los únicos que pueden subir tan escarpados caminos, es cosa de esperar, igual media hora que una hora, no hay horarios, a que aparezca uno para continuar al Real, mientras camino por la calle principal del pueblo, está nublado, hay amenaza de lluvia, el clima es fresco, desde ya comienzo a paladear este viaje, se antoja que será una auténtica aventura...
Me da mucho gusto que disfrutes tus viajes !!! Y lo mejor de todo que lo compartas... Gracias!!
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