Habíamos visto que en la parroquia de la Asunción en Lagos hay un corposanto, el de San Hermión Mártir. Hablar de un corposanto significa que es el cuerpo completo de una persona catalogada por la Iglesia católica como santa, a México, en tiempos virreinales, el que un templo contara con una de estas reliquias era considerado como un honor, una distinción que lo hacía sobresalir de los demás. En la Catedral de la ciudad de México fueron llegando algunas de estas reliquias, sea una calavera que tan solo la astilla de un hueso, todas están en un altar que lleva precisamente ese nombre, el de las reliquias.
Los conventos solicitaron reliquias para sus capillas, hay una que podemos ver en el museo del ex convento de San Angel en México, es una verdadera filigrana la confeccionada para depositar allí la reliquia que, en aquellos tiempos se pensaba tenía un especial poder divino, al estar impregnada de esa santidad. Hay una que se exhibe en el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, que es un corposanto pero distinto, ya que no está conservado ni tiene revestimiento de cera, es el esqueleto completo, que está vestido a la usanza de la época. En muchos templos las reliquias desaparecieron, fuera por cambios en los decorados que por hurtos o por ataques en los diferentes episodios trágicos a que estuvieron expuestos, como en la guerra de Independencia, la Reforma, la Revolución o la Cristiada.
Vimos en este Bable los relicarios que se exhiben en el templo de Santa Prisca en Taxco y ahora vemos un relicario que podemos considerar aun más sofisticado pues ocurrió que cuando fue enviado el corposanto de San Hermión, llegó junto a él el relicario que vemos en las imágenes, dividido en doce óvalos conteniendo 365 astillas de huesos de distintos santos, seguramente de los santos primitivos de la Iglesia, aquellos que se encontraban enterrados en las catacumbas romanas. Desconozco el nombre de cada uno de ellos, pero, al ver a detalle los acercamientos, notamos los pequeños pedazos que cada uno contiene.
Esto es algo en verdad sorprendente. De un lado (la epístola) la urna con San Hermión, del otro, (el del evangelio) las 365 reliquias de otro tanto de santos.
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